Piñera y Kast son lo mismo
"Ambos hablaron de pistolas y martillos para defender lo más preciado: su propiedad privada. Parecía que competían por quién era más duro ante una casuística que no tenía nada que ver con el manejo del Estado, sino que con el resguardo de sus individualidades".
Francisco Méndez es Columnista.
La idea que se ha instalado es la siguiente: supuestamente Piñera y Kast representan sensibilidades distintas en la derecha. Mientras el ex mandatario votó por el NO, José Antonio es un férreo defensor de la “obra” de la dictadura. En temas como los derechos humanos, el diputado enfatiza en que la historia ha sido tergiversada por la izquierda, y el abanderado de Chile Vamos prefiere mostrarse silencioso o repitiendo un par de veces que está a favor de la democracia y la libertad.
Para algunos de los que aún se sienten viudos de la tiranía institucionalizada, Kast es un salvador, un hombre que viene a poner las cosas en su lugar. No le tiene miedo a decir que el régimen de Pinochet “fue bueno para Chile”, por lo que es apoyado por los que quieren mostrar, en todo evento posible, su enfado con el piñerismo.
Si uno mira estas características someramente, podría decir que Sebastián Piñera encarna a una derecha más “moderna” que Kast. El parlamentario, en cambio, sería la representación misma de ese radicalismo nacionalista y autoritario que gobernó gracias al descaro y brutalidad de los hombres de bototos. Sin embargo, la cuestión al interior del sector no es tan diversa como quiere parecer.
Si nos remontamos a un par de días atrás, podremos ver que hay algo en común entre los dos candidatos. Esto lo digo porque se encontraron discutiendo los dos sobre cuál sería la forma en que enfrentarían la delincuencia si es que entraban en sus casas. Ambos hablaron de pistolas y martillos para defender lo más preciado: su propiedad privada. Parecía que competían por quién era más duro ante una casuística que no tenía nada que ver con el manejo del Estado, sino que con el resguardo de sus individualidades.
Es cierto, a nadie le gustaría que lo asalten o le toquen a su familia. Pero, ¿es recomendable que quienes pretenden encabezar un gobierno hablen desde el individuo antes que de la colectividad? Todo pareciera indicar que no. Mal que mal, para encabezar una sociedad, o tratar de hacerlo, se requiere de políticas de largo plazo y no de antojadizos ataques de heroísmo personal.
El problema es que en la derecha no parecen entenderlo por una simple razón: ponen la propiedad por sobre el país; los bienes y la imaginaria inseguridad personal sobre cualquier otra posible solución. Y eso es algo que comparten todos en aquel sector en el que dicen tener diferencias.
¿A qué se deberá eso? Parece bastante claro: a que la sociedad que construyeron-y de la que son fieles militantes- se basa en la superioridad de la individualidad sobre la convivencia democrática. Para ellos la democracia consiste en cuidarse y castigar al que ose en meterse en el metro cuadrado, pero nunca en entender y hacerse preguntas acerca del porqué de las cosas. Eso podría llevarlos a dudar si el sistema que defienden tiene todas las respuestas a los problemas. Pero más importante aún: los llevaría a cuestionarse.
Eso ni Kast ni Piñera quieren hacerlo. Cuestionarse es rendirse, mirar hacia atrás y concederle algunos puntos al adversario, y eso en la lógica cultural del mercado no existe. Al contrario, lo importante en una realidad como la nuestra es luchar contra el otro; tratar de aplastarlo y defenderse con todas las armas que uno pueda encontrarse en el camino.
¿Por qué ninguno de los dos candidatos recurrió, frente a la hipotética pregunta sobre un asalto en su casa, a la validación de la institucionalidad? Esto también parece tener una respuesta bastante simple: porque esta interviene en la curiosa idea que tienen de libertad. Porque los podría llevar a replantearse la idea de que el Estado-o una política estatal, para ser exactos- puede obtener más resultados que la paranoica inmediatez del uso personal de un revolver u otra herramienta.
Aunque no lo quieran, Kast y Piñera vienen de un mismo mundo. No importa que el ex mandatario haya pertenecido a otra cultura por su familia, porque lo cierto es que eso no tiene que ver con su presente. Porque si bien no grita a los cuatro vientos cosas que el ex UDI sí grita, lo concreto es que se ha beneficiado económica, política y moralmente del sistema de esa derecha de la que a veces quiere parecer tan lejano. Por eso compiten según las mismas reglas ideológicas. Es cosa de escucharlos detenidamente.