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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Responsabilidad Extendida del Consumidor (Ciudadano)

"Se extiende la responsabilidad de las empresas, pero esto no quita que siga siendo una responsabilidad compartida con los que finalmente generamos los residuos: nosotros consumidores…ciudadanos".

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Mauricio Ramos es Ingeniero de profesión, consultor en Regenerativa, dedicado tiempo completo al desarrollo de soluciones de sostenibilidad para sector público y privado, ciudadano activo y entusiasta de la cocina.

El año pasado vimos que se aprobó la Ley 20.920 que establece el marco para la gestión de residuos, la responsabilidad extendida del productor y fomento al reciclaje, conocida informalmente como Ley REP. Esta ley busca disminuir la generación de residuos y aumentar las tasas de recuperación y reciclaje de materiales. Esto lo hace exigiendo a productores e importadores que se responsabilicen de los residuos generados por los productos que colocan en el mercado.

¿Cómo funcionará en la práctica esta ley? en fácil y simple, se han designado seis familias de productos prioritarios: baterías y pilas, aceites lubricantes, neumáticos, aparatos eléctricos y electrónicos, envases y embalajes. A cada una de estas familias se le asignará una meta anual de recolección y valorización (de cien toneladas puestas en el mercado, se deberá recuperar un determinado porcentaje). Estas metas serán fijadas por el Ministerio de Medio Ambiente, y deberán ir aumentando gradualmente en el tiempo. Para poder cumplir con estas metas, las empresas deberán crear una nueva figura legal, sin fines de lucro, llamada “Sistema de Gestión”, que será la que financie los costos necesarios para alcanzar dichas metas a través de la contratación de gestores y valorizadores.

¿Cómo afecta esto a las personas comunes y corrientes? Si los costos de recuperar un determinado material no pueden ser cubiertos por su propia valorización, es decir, el propio neumático o lata de bebida “no paga” su recuperación, generará un déficit. Las empresas que financian el sistema de gestión, y que por ende se responsabilizan de esos costos, los podrán traspasar a los consumidores, explicitando cuánto cuesta esta recolección -por esto también es una figura sin fines de lucro, para que el costo sea transparente, sin especulaciones-.

Por lo tanto, se extiende la responsabilidad de las empresas, pero esto no quita que siga siendo una responsabilidad compartida con los que finalmente generamos los residuos: nosotros consumidores…ciudadanos.

Por tanto, si el día de mañana usted observa que su bebida favorita tiene ahora un “sobreprecio” o un “costo extra” para permitir su recolección, puede optar por ejercitar su poder ciudadano. Esto significa exigir a las empresas que generen envases más fáciles de reciclar y con menos materiales, promoviendo optimizar el sistema en base a innovaciones en diseño “aguas arriba”, como también que faciliten lugares para disponer sus residuos de forma adecuada. De esta manera Ud. está haciendo su parte en dejar de generar basura, separar como corresponde, consumir de manera responsable, promover el reciclaje, y de dar la señal de que no quiere pagar demás por hacerlo.

El reciclaje no es la solución última a nuestros problemas, es sólo un pequeño empujón para darse cuenta que nuestros hábitos son aprendidos de alguna parte.

Ahora que comenzamos a preguntarnos cuánto cuesta recuperar un material, se activa un músculo hasta ahora adormecido: un poder ciudadano que despierta la responsabilidad respecto a la basura. Hoy contaminar es muy “barato”, y por ello es tremendamente necesario que el sistema completo se active y todas las leyes bien intencionadas, que buscan tener un cuidado real por nuestra casa (llamado comúnmente planeta tierra), sean realmente efectivas.

Debemos dejar de ser consumidores pasivos a la espera de que leyes normen nuestros hábitos para evitar autodestruirnos. Los residuos generados por el hombre y su acumulación en diferentes partes de la naturaleza, son uno de los principales problemas ambientales de nuestra época. Es necesario por lo tanto entender la conexión entre nuestras decisiones y el impacto sobre los ecosistemas que sustentan la vida como la conocemos. Transformémonos en ciudadanos conscientes y del mundo, que entienden desde una mirada conectada que hombre y naturaleza son lo mismo, por lo tanto, mutuamente debemos cuidarnos.

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