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Actualizado el 25 de Octubre de 2017

Spencer Tunick a 15 años de la foto en el Parque Forestal: “La gente vino a gritar su propia represión”

El artista planea regresar con un nuevo proyecto en regiones, pero que, hasta ahora, no ha podido concretarse por falta de patrocinio.

Por Consuelo Olguín
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La última vez que Spencer Tunick vino a Chile fue en 2013. Visitó el Desierto de Atacama, Valparaíso y Santiago para ver locaciones de lo que sería su segunda instalación de desnudos masivos en el país, proyecto impulsado por ARTV que hasta ahora no ha prosperado debido a la falta de patrocinio.

Han pasado 25 años desde que empezó a fotografiar desnudos en espacios públicos y 15 desde que congregó a 4 mil chilenos en el Parque Forestal de Santiago. “Fui una especie de catalizador de ese momento”, recuerda sobre ese evento en particular que generó una discusión entorno a lo íntimo y a la moral, en un país aún demasiado conservador.

“Mi interés es hacer arte fotográfico o instalaciones con el cuerpo. No estoy abogando por el derecho de estar desnudo como estilo de vida”, dice el artista, quien publicó dos libros nuevos en 2016 que recopilan su trabajo: Reaction Zone y Participant.

Opositor de actual gobierno de Estados Unidos, Spencer Tunick reflexiona en entrevista con El Dínamo sobre la llegada de Donald Trump al poder. “Es completamente una locura que hayan votado por esta persona (…) No podía creerlo. Entonces pensé: ‘El mundo está de cabeza’. Todo estaba al revés, así que quise invertir a la gente”, cuenta sobre la obra que hizo para provocar al actual Presidente de Estados Unidos.

-A 25 años de la primera vez que fotografiaste desnudos masivos, ¿sigue habiendo resistencia a tu obra?

-Sí, recientemente fui rechazado en Hong Kong, en las Islas Canarias, en Corea del Sur, por el gobierno. Entonces, todavía hay resistencia a mi trabajo. De hecho, en muchos estados de Estados Unidos tienen leyes contra el cuerpo como arte en espacios públicos o en ambientes al aire libre, como bosques o parques. El cuerpo sigue siendo un tema caliente en lo que se refiere a la libertad de hacer arte o no hacer arte con el cuerpo desnudo, con las formas desnudas.

-¿Qué genera la desnudez de las personas en espacios públicos?

-Mi interés es hacer arte fotográfico o instalaciones con el cuerpo. No estoy abogando por el derecho de estar desnudo como estilo de vida. Mi trabajo no es la lucha de caminar desnudo en la calle solo porque sí, o caminar por la playa desnudo, esa lucha es de otros. La apoyo, por supuesto, pero no es mi lucha. Mi tema es tener un espacio, un tiempo y una forma de hacer arte con el cuerpo en cualquier parte.

-Siempre se destaca el número de personas de tus fotos. ¿Cuál es el valor de lo masivo en tu obra?

-Es un punto de interés para las organizaciones saber cuántas personas van a participar. Hay una diferencia entre 4 mil y 5 mil personas; es distinto que haya 500 ó 5 mil personas; es más una curiosidad opuesta a la necesidad del arte. Si tengo un espacio y tengo que llenarlo y hacer una idea, si necesito 5 mil personas en vez de 2 mil personas tengo que trabajar con el número. Entonces, la cantidad de personas es algo casi trivial, es más sobre conseguir la cantidad de gente que necesito para crear mi idea artística en la que estoy enfocado desde que visito la locación. Cuando evalúo un lugar, a veces tomo medidas; otras, de alguna manera sé cuántas personas se necesitan para llenar ese espacio. Un ejemplo de cuando no llenamos el espacio con suficientes personas podría ser Colombia. Cuando trabajé en Bogotá, no tenía suficiente gente para hacer mi trabajo. Tuve alrededor de 4 mil o 3 mil personas y necesitaba 6 mil para hacer el trabajo, tenía muchas menos. Así que aborté mi idea de instalación y disparé desde un ascensor y tomé la fotografía solo un poco más arriba de la gente, no en un ascensor, sino en una especie de plataforma más arriba.

-¿Por qué crees que las personas participan en tus intervenciones y fotos?

-Diría que tal vez hay dos razones. Una es una forma de escapismo, de personas que son capaces de hacer algo que, a menudo, lo ven algo así como un salto de fe, un desafío con el cuerpo. Y otras personas lo hacen por el arte, por el desnudo en la historia del arte y también en el arte contemporáneo y quieren estar comprometidos en participar porque aman el cuerpo en el arte. Entonces, una parte lo ve como una aventura y la otra es un tipo de personas interesadas en la historia del arte, en general.

-¿Cómo recuerdas tu experiencia en Chile, a 15 años de tu intervención?

-Todavía no puedo creer toda la gente posó, porque estaba muy helado. Y ahora, las organizaciones que quieren hacer un nuevo trabajo conmigo me propusieron días fríos y les pregunto ‘¿por qué quieren torturar a la gente?’ . Lo dije sonriendo, hagamos esto con un clima cálido, por qué no en el verano o primavera u otoño. ¿Por qué no en el verano chileno? Volviendo a la instalación de 2002, no puedo creer toda la gente que posó, la energía de la gente gritando, o escalando árboles cerca del museo fue increíble. Se suponía que la gente debía tener la ropa puesta en esa área, no llegar desnudos. Me habría gustado que hubiesen estado vestidos y hacer el conteo ahí, el ‘1, 2, desnudarse’ pero, por alguna razón, querían llegar desnudos al lugar. Entonces, lo que pasó fue que estuvieron desnudos mucho tiempo, perdí un poco el control de la multitud, porque hacía mucho frío y la gente necesitaba mantener el calor para gritar. Creo que la gente vino no solo para hacer arte, sino para gritar su propia represión y un tipo de grito para hacer callar al mundo, a hacer callar a Chile diciendo que ellos eran libres, que el gobierno no decidía sobre sus cuerpos. Fui una especie de catalizador de ese momento. Ellos hablaban a través de mi arte, entonces sus voces se convirtieron en pintura dentro de mi arte.

-A partir de tus fotografías, ¿sientes que los lugares que intervienes cambian de alguna forma?

-Al menos la gente que posa, en los lugares, hay una nueva energía. Eso es un elemento de poder, incluso en lo que respecta a la sensibilidad. Creo que la gente definitivamente cambia; después de posar, en su sentido de confianza, de comunidad, que aparece como consecuencia de mi trabajo.

-Tienes la intención de hacer una segunda versión en Chile, esta vez en regiones. ¿Cómo sería?

-Iba a ser en algunas locaciones de Chile, en Atacama, en el Valle de la Luna, los Geysers, en las minas de cobre, también en Valparaíso y Santiago. Fue una comisión de ARTV, ellos iban a hacer un documental de las instalaciones, ya me habían pagado la mitad de mi tarifa de comisión, por lo que trabajé largo tiempo en ello, y luego se fue a negro. Me pasa mucho en América del Sur, en general. ‘Lo siento Spencer, no podemos hacerlo porque estas razones, volveremos a llamarte y a intentarlo más fuerte en el futuro’, entonces ahí me dan un cierre. Los dueños de ARTV son buenas personas, me trataron muy bien. Me siento confiado que algo puede llegar a pasar, será hermoso. Sería un momento transformador, porque haría mi arte y documentarían la celebración. En lugar de tener solo piezas artísticas, es lo que de verdad quiero hacer en Chile y hacer un trabajo fantástico. Entonces, ellos querían hacer un documental sobre el making off. Sería hermoso. De hecho, sueño con hacerlo posible, pero se necesita el apoyo de patrocinadores. Mi misión es volver a Chile a hacer mi arte de nuevo.

-¿Qué planes tienes en Latinoamérica?

-Hay un un maravilloso respeto por el cuerpo y el arte. La gente es muy entusiasta en América del Sur, en Chile y en México mi trabajo ha sido muy bien recibido. Me siento muy honrado de ser bien recibido en esos dos países. Me encantaría trabajar en Perú, Guatemala, así como también en Brasil. Estoy intentándolo: es difícil. Tienes que encontrar a alguien que esté en una posición artística influyente para que me invite, tal vez un director de museo, un curador, pueden pensar que mi trabajo podría calzar en una exhibición o bienal y quizás pueden obtener apoyo del gobierno local, pero yo no envío propuestas; ellos me tienen que contactar. Entonces, cruzo los dedos para que me manden correos del ministro de cultura de Lima, Perú, diciendo que me quieren invitar a una exhibición y que vaya a hacer una de mis instalaciones. Sueño con ese momento, con ese día.

Trump en la Casa Blanca

-En 2016 hiciste desnudos con gente de cabeza para provocar a Donald Trump cuando era candidato. ¿Lo lograste?

-Empoderé a muchas personas que participaron en la obra, desafortunadamente, no tuve ningún éxito en influir en las elecciones. Quizás influí a las personas abiertas de mente a ser más abiertas. Es una regresión al odio que anda alrededor y la gente está muy asustada. Cuando la gente está asustada se aferran fuertemente a un candidato un poco menos políticamente correcto. Se supone que yo soy políticamente incorrecto, porque hago desnudos en la calle. Es completamente una locura que hayan votado por esta persona. No podía creerlo. Entonces, pensé ‘el mundo está de cabeza’. Todo estaba al revés, así que quise invertir a gente. Pensé, ¿cómo puedo poner a la gente al revés? ¿Cómo hago que se vea real sin usar cables? Entonces, inventé estas barras de metal que puedes pegar en el piso y puedes colgarlo.

-¿Te interesa que tu trabajo sea una protesta contra el gobierno?

-Mi trabajo es acerca de la honestidad, transparencia, surrealismo; tiene elementos simbólicos. No he investigado sobre los gobiernos, pero cuando visito países, mi trabajo es muy político en el sur, pero no tengo que hacer nada contra un gobierno. Si ven que un gobierno no me censura, entonces sabrán que hay personas buenas al interior. Un gobierno que me permite hacer mi trabajo es que hay personas pacíficas que apoyan el arte. Gente que está influyendo en las escalas superiores. Entonces, si no tengo problema en trabajar en Chile, sabrán que está todo bien ahí. O al menos, está mejorando.

-¿Y con Trump en tu país?

-Él está loco. Una de mis primeras obras en que estoy muy abiertamente en contra, no partió tanto contra él, sino contra la ideología del partido republicano, oprimiendo la voz de los hombres, mujeres y de las minorías. Estoy hablando de mi trabajo en Cleveland, cuando hice mi trabajo con todas las mujeres sosteniendo espejos, en la convención de los republicanos. No sabíamos que Trump iba a ser el candidato, o que Pence iba a ser el candidato a vicepresidente. La obra luego tuvo que ver con él porque la noticia cambió, él fue nominado por su partido. Fue más de final abierto al principio, y ahora es más sobre Trump. Mi próxima obra será en Philadelphia, la idea es que solo sean hombres.

-¿Qué tan bien o mal le hace al arte este tipo de líderes?

-Definitivamente es muy importante que un gobierno apoye el arte, que lo financie, que lo respete y lo comprenda. Creo que Trump quiere hacer lo opuesto a Obama. Cualquier noción generosa, él solo quiere hacer lo contrario. Un país que obtiene apoyo estatal en las artes es un país de color, de ideas, de amor y cuidado. Siento generalizarlo, pero cuando pienso en un país que no apoya las artes pienso en los colores grises o café oscuros, pero cuando pienso en un país que sí apoya el arte, pienso en un arcoiris.

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