La coronación de Xi Jinping
"La China rica y poderosa que se promete, no supone en ningún caso avanzar hacia una sociedad más liberal, por el contrario, rechazó explícitamente seguir 'en forma ciega valores morales de Occidente'".
Patricio Gajardo Lagomarsino es Secretario Ejecutivo del Centro de Derecho Público y Sociedad de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales U. San Sebastián
Xi Jinping, demostró todo su poder con energía, definió y delineó las conclusiones del XIX Congreso del Partido Comunista, que se desarrolló la tercera semana de octubre. El secretario general del Partido Comunista, presidente de la Comisión Central Militar y Jefe de Estado definió, en un discurso lento y pausado, acorde con su personalidad enigmática y sin carisma, el sustento ideológico de la acción política de esta naciente superpotencia. No hubo concesiones a la ruta que el país trazó desde la década de los 70, no hay vuelta atrás al Socialismo con características chinas, ese es el camino para asumir el rol de líder mundial, que está llamada a ser.
La “Nueva Era”, como la expuso Xi con precisión promete convertir a China en una gran potencia para el 2035, que podrá rivalizar y superar a Estados Unidos para el 2050. De hecho, antes que concluya esta década China representará el 20 por ciento del PIB mundial, superando el peso de la economía norteamericana en el mundo. Es una China llamada a ocupar el lugar que le corresponde, y si Occidente no le deja espacio, “nosotros lo buscaremos”.
Para conseguir estos objetivos, la hegemonía del partido en la dirección política es clave. De ahí, que la consolidación del liderazgo de XI Jinping, una de las conclusiones del Congreso, responde a esa misma lógica, no hay espacios para disidencias, ni aperturas de ningún tipo, porque hay que garantizar a toda costa, la perseverancia en el camino trazado. De ahí que se apreció con claridad, el fin de un estilo sustentado en el consenso entre los altos dirigentes del partido y XI apostó a concentrar el poder en sus propias manos, sin promover herederos a cortos plazo.
XI rompió tradiciones, ninguno de los designados, en el Comité Permanente o en el Comité Central, aparece como un sucesor evidente. Lo habitual era, que uno o varios posibles herederos llegaran a dichos cargos, marcando así una clara línea de sucesión, esto era particularmente relevante, cuando se suponía que se acercaban a la edad de jubilación de los 68 años. Xi Jinping con esta decisión, dejó claro que no pretende jubilarse.
La China rica y poderosa que se promete, no supone en ningún caso avanzar hacia una sociedad más liberal, por el contrario, rechazó explícitamente seguir “en forma ciega valores morales de Occidente”, por lo que debiéramos esperar una re ideologización en los términos más clásicos, manteniendo y profundizando la adhesión al denominado socialismo de mercado en el plano económico, y en lo político volviendo a la centralización del poder, de manera que se impida cualquier demanda de mayor nivel de participación, más allá del Partido Comunista Chino.