Balotaje, realismo político y Kast
"Sorprende el ataque que se ha hecho contra José Antonio Kast, respecto a que su candidatura impedirá la victoria del sector en primera vuelta, cosa que es cuanto menos, improbable. Los números simplemente no dan, no es realista pedir eso".
Pablo Errázuriz Labbé es Acton Chile
En las últimas semanas se ha pedido realismo, realismo para dejar a los políticos que le hacen mal al país fuera de competencia en primera vuelta. La única forma de lograr esto, dicen algunos, es que Sebastián Piñera consiga el 51% de los votos sin recurrir al balotaje, para lo que se comenzó con la estrategia del “voto útil”. Este consiste en dejar de lado las diferencias que se puedan tener con el candidato de Chile Vamos, ignorar sus posturas lejanas a la línea de la gente que se define como conservadora en pos de asegurar el triunfo inmediato. Se trata de votar por conveniencia, no por principios. Sin embargo, ¿es realmente posible esto?
Considerando que para las primarias de la Nueva Mayoría del 2013, se movilizaron 2.134.070 personas, obteniendo Michelle Bachelet un 73% de ese número (1.565.269 votos). Si sumamos a esto el 80% de popularidad que tenía al terminar su gobierno, podemos decir con certeza que su candidatura estaba asegurada al éxito absoluto. Y aun así, no logró ganar en primera vuelta.
Por el contrario, las últimas primarias de Chile Vamos movilizaron 1.418.138 personas, Sebastián Piñera obteniendo un 58% de ese número (827.434 votos). Su popularidad al terminar su gobierno era de 50%, evidentemente mucho más bajo que el porcentaje obtenido por la actual primera mandataria en la misma situación.
Mirando estos datos objetivos, sorprende el ataque que se ha hecho contra José Antonio Kast, respecto a que su candidatura impedirá la victoria del sector en primera vuelta, cosa que es cuanto menos, improbable. Los números simplemente no dan, no es realista pedir eso.
Por el contrario, desde el comando de Kast se busca el mismo objetivo, dejar a la izquierda –esa que ha destruido el país en los últimos cuatro años– fuera en primera vuelta, pero no por medio de ganar sin balotaje –cosa que como ya se dijo es imposible– sino que asegurando una segunda vuelta con dos candidatos de derecha. Una derrota moral de ese calibre destruiría a la izquierda ideológica, ya profundamente fragmentada, y fortalecería a la actual oposición, permitiendo que, en un futuro gobierno, sea liderado por quien sea, se pueda trabajar de forma mucho más efectiva en sanar las heridas que hemos sufrido por la mala administración.
Respecto a la factibilidad de este objetivo, basta ver la dispersión de los votos de la izquierda para saber que podría pasar. Es un sector con 6 candidatos distintos, que en un principio tendrían para repartirse entre el 40% y el 50% del electorado, esto sin contar con que concentran una enorme cantidad de votantes poco comprometidos, como son los jóvenes del Frente Amplio. Frente a esto, la derecha solo lleva dos candidatos, que concentran cerca del 50% de los votos, y probablemente un poco más, por lo que, con una buena distribución, no es imposible pensar una segunda vuelta a lo Perú, con dos candidatos de derecha en la papeleta.
Aparte de esto, la candidatura de Kast fortalece al sector de otras maneras, ya sea movilizando gente que en caso contrario no votaría (como recientemente dijo Carlos Larraín) y que apoyarán a la lista parlamentaria de Chile Vamos, ya sea poniendo ideas y discusiones sobre la mesa, que se perderían en caso de que un solo candidato las intentara defender, sobretodo tomando en cuenta la cantidad de candidatos de izquierda en competencia.
La candidatura Kast no atenta contra su sector, sino que le abre un mar de posibilidades para poder cambiar realmente Chile, generando una situación que no tiene comparación en la historia política chilena, y es lamentable que su propio sector lo trate como un enemigo, en vez de ver en el aporte que realmente es.