Ya son 20 años y el Murci Rojas lo sabe
"El Murci disfruta de sus recuerdos en un departamento de Vicuña Mackenna Oriente en La Florida. Su hijo homónimo nació cuatro meses después de aquel partido ante Bolivia. Hoy Francisco Rojas Calderón también es futbolista. Sueña con debutar profesionalmente como su padre".
Domingo 16 de noviembre 1997.
El Murci va sentado con su amigo, con su compañero de pieza durante las concentraciones, con su partner a la hora de las bromas y de los cánticos. Su cómplice en los “naranjazos” o cualquier otra acción en contra de otro de sus amigos: el reportero Pato Oñate.
El Murci ríe, disfruta, pero en el fondo está ansioso. Aplaude y canta con Javier Margas, su gran amigo. Siguen cantando en el bus rumbo al estadio Nacional.
El merengue les quita la presión. Eso creen ellos por lo menos. Juan Luis Guerra y la Orquesta Oro Sólido suenan fuerte y alternadamente en el bus que ya sale de la avenida Las Torres en Macul. Las calles están repletas de hinchas con banderas. Parece un estadio ambulante: caras pintadas, camisetas, gritos, gorros y una euforia propia del fútbol.
Chile no juega un Mundial hace 15 años. La gente lo sabe. Los futbolistas lo saben. Nelson Acosta, el técnico, le habla a los jugadores incluso en el bus. El Murci escucha atento: “No podemos fallarle a la gente”, dice el entrenador. “Son miles los que pagaron una entrada, pero son millones los que creen en nosotros”. No hay mucho más qué decir. Las emociones fluyen sobre ese bus que ya va por la avenida Macul. Son las tres de la tarde y minutos.
El Murci sabe que la gente está impaciente, que los quiere ver ganar. Él sigue cantando y aplaudiendo. El resto lo sigue. Margas, que va con la cabeza pintada con los colores de la bandera chilena, ríe de buena gana. Son un grupo muy unido. Una familia que saldrá a buscar la clasificación.
A esa misma hora los jugadores de Bolivia, el rival, salen de su hotel en la calle San Antonio. Tupahue se llama. El Diablo Etcheverry dice que espera que “sea una fiesta, que gane el mejor”, pero los chilenos que están cerca responden con odiosidad. “Vamos a la playa oh oh oh oh…”, les cantan con ironía a los vecinos altiplánicos.
A esa hora el estadio Nacional ya está repleto. Hay más de 75 mil personas en el recinto. Las puertas serían abiertas a las 13 horas, pero es tal la presión de los hinchas, tal la cantidad de fanáticos forzando los ingresos, que a las 11.30 ya comienzan a entrar a las galerías.
El Murci no tiene cábalas. A veces se ponía una polera debajo de la camiseta como rito, otras no. Ahora sólo le importa lo que ve al salir a la cancha. Ahí está él ante miles de fanáticos que sueñan con ver a Chile en la Copa del Mundo.
Su mujer está embarazada. “Saludos a mi señora que está embarazada de mí”, será una frase que lo acompañará durante años. Lo importante es que es un gran estímulo para el Murci, que está plantado ahí, plantado y firme con su mano derecha abierta sobre el escudo de la selección, que es lo mismo que decir sobre el corazón.
En el partido participa como siempre. Esto es: velocidad, carácter y persistencia por la banda izquierda. La presión de los primeros minutos ya pasó. Antes de que termine el primer tiempo, la Roja ya gana 2 a 0 con goles de Rodrigo Barrera y Marcelo Salas.
En el segundo tiempo se va expulsado el boliviano Julio César Baldivieso por insultar al árbitro. Debió ser una palabra muy clara (y procaz) para que el brasileño Wilson de Souza Mendonca la entendiese.
Bueno, ahí está el juez mostrando la tarjeta roja directa, que volverá a usar siete minutos más tarde.
Y aquí el Murci es protagonista. Ya pasó la mitad de la cancha con la pelota dominada en su pie derecho cuando asoma un clásico, una marca registrada: enganche hacia el interior y la pierda izquierda del boliviano Fernando Ochoaizpur le da un su rodilla. La caída espectacular completa una escena que el Murci bien podría patentar como propia.
La expulsión de Óscar Sánchez es sólo una anécdota pues el Candonga Carreño ya había marcado el 3 a 0 definitivo.
Y ahí está el Murci, dando la vuelta olímpica junto a sus compañeros. Aunque la clasificación no es un título, da lo mismo. Chile clasificó a un Mundial después de tres lustros y él podrá contárselo a sus hijos.
Jueves 16 de noviembre 2017.
Si algún despistado necesita saberlo, el Murci es Francisco Ulises Rojas Rojas, uno de los grandes laterales izquierdos en la historia del fútbol chileno. El Murci disfruta de sus recuerdos en un departamento de Vicuña Mackenna Oriente en La Florida.
Su hijo homónimo nació cuatro meses después de aquel partido ante Bolivia. Hoy Francisco Rojas Calderón también es futbolista. Sueña con debutar profesionalmente como su padre. Juega como lateral izquierdo (era que no) en Santiago Morning y siempre antes de entrar a la cancha mira videos de su papá. Así se motiva. Es su estímulo.
Cuando aparece “CHILE 3 BOLIVIA 0 1997” en YouTube Francisco Rojas hijo se emociona. Ése día su padre clasificó a un Mundial y millones de chilenos (entre ellos quien escribe) fueron felices durante largo tiempo.
Hoy se cumplen 20 años y el Murci lo sabe.