José Antonio Kast obtiene el cuarto lugar: ¿por qué era tan importante ese “triunfo”?
Goic, ME-O y el ex UDI buscaban obtener este espacio para proyectar su futuro político e, incluso, el futuro de sus partidos.
El ansiado cuarto lugar de esta elección presidencial finalmente lo obtuvo el candidato José Antonio Kast, independiente de derecha y ex UDI, quien dejó varios puntos atrás a su más cercana competencia: Carolina Goic de la Democracia Cristiana y Marco Enríquez-Ominami del Partido Progresista.
Los tres habían puesto el acelerador en las últimas semanas para quedarse con este ansiado puesto, que -lejos de lo que puede parecer- tiene una carga importante para el sector que cada uno representan.
En el caso de Kast, quien renunció al gremialismo afirmando que en ese partido no se estaban defendiendo los valores y propuestas que históricamente los habían definido, optó por un camino paralelo que le permitiera reconectar con los espacios más conservadores de la ciudadanía que apostaban por su candidatura.
Haber llegado en cuarto lugar implica para Kast un impulso importante para los planes personales que tiene para los próximos años. A su entorno, desde hace un tiempo, comenzó a confirmarles una idea que venía rondando en su cabeza tiempo atrás: formar un nuevo referente político que pueda terminar por convertirse en partido político y que represente a la derecha dura del país, que le permita participar de las elecciones municipales de 2020 y llegar con una base importante para los comicios parlamentarios en cuatro años más.
El 11 de marzo próximo, Kast dejará de ser diputado, por lo que es probable que asuma el liderazgo de este nuevo sector aprovechando el capital político obtenido en estos comicios. De eso dependerá también si este eventual movimiento de extrema derecha se unirá a Chile Vamos o avanzará por fuera.
Con Carolina Goic, la apuesta iba por un camino similar, aunque no tuvo resultados positivos. Decidir ir a las elecciones por fuera de la Nueva Mayoría implicaba -al menos al comienzo de esta aventura- obtener un buen resultado electoral que aumentara el capital político al interior del oficialismo y enfrentar en el futuro cercano el crecimiento del comunismo en el bloque.
Pero los cálculos fueron incorrectos o el camino en solitario simplemente no prendió en los electores, en la línea con la baja sustantiva que ha tenido la Democracia Cristiana desde el retorno de la democracia. Si a comienzos a año apostaban al tercer lugar, el quinto que obtuvieron los deja en una mala condición, sumado a la baja importante de diputados que los terminó por sepultar como fuera fuerza hegemónica de la centroizquierda.
Revertir el desastre electoral -han afirmado al interior del oficialismo- dependerá de cómo se paren frente a la candidatura de Alejandro Guillier de cara a la segunda vuelta, como aliados de lo que venga o insistiendo en el camino propio, fórmula que hasta el momento no ha traído buenos resultados.
Por otra parte, hace cuatro meses Marco Enríquez-Ominami marcaba cero puntos o menos del margen de error en las encuestas políticas y en pocas semanas se recuperó hasta obtener casi cinco en la última CEP de octubre, en una campaña marcada por críticas a Sebastián Piñera y elogios al gobierno de Michelle Bachelet.
La pregunta es qué hará ME-O con lo ganado en esta tercera aventura presidencial, un sexto lugar, en un contexto donde no hay figuras relevantes en el Partido Progresista que puedan tomar su capital político y proyectarlo a una nueva aventura presidencial de la tienda, así como para las próximas Municipales 2020.
La apuesta que algunos hacen es que finalmente -y sobre todo tras entregar todo su apoyo a Guillier para la segunda vuelta- el PRO pueda converger en un bloque común con la Nueva Mayoría, alejándolos del camino en solitario que es más complejo que nunca para quienes no van en un pacto sólido bajo el nuevo sistema electoral.
Lo que haga el PRO en esta segunda vuelta probablemente definirá su futuro en la escena política. Si dan su apoyo a Guillier y logran sumarse al bloque de centro izquierda -ganen o pierdan la elección-, la negociación podría evitar que desaparezcan del mapa una vez más y los colocaría en su mejor momento. De lo contrario, incluso el corto plazo es incierto.