El ocaso de las izquierdas y derechas
"El desafío de quien sea elegido Presidente es avanzar con madurez y equilibrio teniendo como único objetivo el bien común de la gran mayoría de los chilenos. Lejos de prejuicios y ortodoxias".
María Teresa Larraín es Periodista.
Una semana ha pasado desde que un 46% de electores marcó la brújula en lo que será el devenir de la política en Chile. Atrás queda la inercia en la participación ciudadana, producto del sistema binominal donde se sabía de antemano quien o quienes serían elegidos y dos grupos marcados por ideologías, decidían sobre la vida de los ciudadanos. Unos de izquierdas, otros de derecha. Y los más, de centro, por cuanto ser de los extremos significaba un descrédito para sus anhelos de poder.
Los partidos políticos que antes regían la vida de los ciudadanos han sido reemplazados por agrupaciones y conglomerados tan distintos como los que defienden el medio ambiente o los derechos de igualdad para elegir vivir y con quien se quiere vivir. Si antes la Iglesia imponía el voto de una buena parte de los electores, hoy su silencio es claro: no impone nada.
El electorado, a la vez, dio señales de cambios e impuso su castigo. Los electores no eligieron a quienes por algún u otro motivo fueron cuestionados al ser financiados por Penta o Soquimich o por haber participado directamente en la tramitación de leyes espurias como ha sido la Ley de Pesca, promovida y promulgada durante el gobierno del ex presidente y hoy candidato Sebastián Piñera. Tampoco favoreció a candidatos que antepusieron su creencia religiosa y se negaron a aceptar legislar sobre proyectos leyes vitales para la convivencia ciudadana como fue la Despenalización del Aborto, la Píldora del Día Después, Acuerdo de Unión Civil, entre otros. Pusieron cortapisas a la ley de Transparencia o de Financiamiento a los Partidos Políticos. Acudieron al Tribunal Constitucional cada vez que sus intereses eran tocados. Por ello, la UDI pasó a retaguardia. En su reemplazo emerge una derecha más abierta, pragmática y liberal como son quienes representan Evopoli y Renovación Nacional.
El resultado electoral amerita análisis más racionales que emotivos. La división de los ciudadanos entre izquierdas y derechas es parte del pasado. Lo mismo la apatía. Pese a la abstención que supera el 50%.
Existen dos grupos de ciudadanos divididos en cómo quieren vivir. A unos, en el consumo: alardear de ello les da un status social; otros, es todo lo contrario. Añoran la austeridad. Se insertan en la comunidad política, social y cultural. Unos son individualistas. Otros, solidarios.
Este fenómeno social lo ratifica en entrevista al diario El País de España Jorge Baradit, periodista, autor de Historia Secreta de Chile con más de 250.000 ejemplares vendidos.
“Yo creo que en el gran arco narrativo de nuestra historia nos enfrentamos a un momento bien terrible, no porque venga la derecha, sino porque nos estamos enfrentando a nosotros mismos. Chile parecía haberse izquierdizado, rejuvenecido, abrazado un proceso de reformas.
Pero lo que pasó estos cuatro años es que la sociedad se sinceró. Cuando nos manifestamos en 2011 y pedimos por pensiones y educación, en realidad la gente no pedía un país más justo, más solidario. Querían participación de las ganancias, su pedazo de la torta….
“En Chile se logró un cambio de mentalidad, de lo que implica el éxito. Está enquistado que para tener mejor salud tienes que pagar, que para tener mejor educación tienes que pagar. Pinochet logró cambiar la mentalidad chilena, ese es su triunfo. Incluso Piñera ahora declara que la educación es un bien de consumo, porque cuando le dan las cosas gratis la gente no las valora.”
Tras los resultados del acto eleccionario, el miedo se apoderó en algunos que eligieron vivir en el consumo, y deudas interminables. Emergió el terror, impulsado por nostálgicos de la dictadura. Los chilenos humorizan en las redes sociales ante las afirmaciones de que a Chile llegó el Apocalipsis.
Nada se puede hacer ante esta ignorancia. Ciegos y llenos de miedos van de tumbo en tumbo mientras la mayoría de los ciudadanos mira hacia adelante esperanzados que esta vez Sí habrá cambios.
Más de un 50% de los electores que votaron impuso su voluntad en avanzar y progresar sin miedo frente a los desafíos de este milenio, los cuales exigen a nuestra clase gobernante dar un salto en legislaciones que terminen con la desigualdad social, incentiven la investigación científica tecnológica, apoyen el emprendimiento, la innovación y facilitando el desarrollo sustentable. El crecimiento del país sólo es posible con un verdadero desarrollo social. Y eso lo han entendido mayoritariamente las fuerzas políticas que apoyarán el próximo 17 de diciembre a uno de los dos candidatos.
El nuevo gobernante que asuma en marzo próximo deberá insistir con una educación de calidad y ojalá gratuita universal. Por cuanto la educación, como la salud y la vivienda son un derecho que el Estado debe asegurar a todos los habitantes sin excepción. Es un error afirmar que estos derechos son gratuitos. Por cuanto, cada chileno al pagar sus impuestos, los financia. Es una real distribución del ingreso. Hay quienes eluden esta obligación, depositando sus ingresos en las Islas Vírgenes u otras figuras elusivas que les permite la legislación tributaria. Algo que el nuevo gobierno deberá reformular, cueste lo que cueste.
El acto de este 19 de Noviembre marcó un hito. Los políticos y gobernantes deberán tenerlo presente. El dilema no es Izquierda o Derecha. Más bien, los resultados mostraron el ocaso de ambas. El desafío de quien sea elegido Presidente es avanzar con madurez y equilibrio teniendo como único objetivo el bien común de la gran mayoría de los chilenos. Lejos de prejuicios y ortodoxias. No será fácil. Deberá encantar a cada congresista, ya que no contará, como ahora, con mayoría parlamentaria. Si no oye la voz de las mayorías, estará cavando su propia tumba. Y no habrá vuelta atrás.