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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Es la convivencia, estúpidos

Convivir es el impulso para atacar la pobreza. No nos gusta convivir con pobres, entonces hay que sacarlos de la pobreza. Sin pobres podemos convivir y explotar más grados de libertad para innovar, emprender, educar, y así desarrollar una sociedad estancada en viejos dilemas de ricos-pobres, derecha-izquierda... y otros tantos antagonismos que agrandan una grieta que solo la posibilidad de convivir cerraría sin duda alguna.

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Guillermo Bilancio es Profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibañez. Consultor en Alta Dirección

La llegada de un nuevo gobierno, en cualquier país de la región y especialmente en Chile por sus logros económicos en términos de crecimiento en las últimas décadas, abre la esperanza de alcanzar la promesa
permanente del desarrollo.

Pero si pensamos que el desarrollo es un tema económico, relacionado con el consumo, el potencial exportador, la eficiencia en el trabajo, la transformación digital y la innovación, estamos perdiendo de vista al verdadero eje del problema. El desarrollo no es un problema de capitalismo o anti capitalismo. Ese es un dilema prehistórico que nada tiene que ver con el mundo en el que vivimos, más aún en esta era digital y molecular. El capitalismo es un motor para generar riqueza que funciona de acuerdo a cómo se use.

Sabemos que el potencial de generar riqueza es infinito y permanente, el tema es cómo se distribuye esa riqueza.
¿Es para la satisfacción individual o es para el bienestar general? Lo políticamente correcto sería pensar en el bienestar general, así lo demuestran las sociedades desarrolladas, que no pregonan la igualdad pero sí la equidad a partir de un concepto de difícil aceptación en esta parte del sur de mundo: convivencia.

La clave del desarrollo está en la convivencia de una sociedad que busca un estado de bienestar, el que se manifiesta desterrando la pobreza.

Tenemos dificultades para convivir, algo que tapamos con la hipocresía de pensar en la felicidad de la gente, porque para eso, además de convivencia, se requiere empatía, colaboración y solidaridad desinteresada. Algo utópico en una sociedad que busca una condición individual más allá de la satisfacción colectiva.

Convivir es el impulso para atacar la pobreza. No nos gusta convivir con pobres, entonces hay que sacarlos de la pobreza. Sin pobres podemos convivir y explotar más grados de libertad para innovar, emprender, educar, y así desarrollar una sociedad estancada en viejos dilemas de ricos-pobres, derecha-izquierda… y otros tantos antagonismos que agrandan una grieta que solo la posibilidad de convivir cerraría sin duda alguna.

La pregunta es: ¿Queremos convivir con el otro o simplemente el otro es un objeto que nos sirve o al que queremos mostrarle nuestra condición? No es la economía, estúpidosEs la convivencia para que todos puedan acceder y compartir. Pero depende de la voluntad de nosotros mismos.

Propongámonos actos de convivencia en este 2018. Esa convivencia nos hará comprender que no podemos vivir en paz mientras exista pobreza. Porque el desarrollo es bienestar compartido.

Feliz año nuevo.

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