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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Bowiesé: ¿Es Miguel Bosé el David Bowie iberoamericano?

"Bowie fue mucho más que un músico. Fue un artista visual, un diseñador, un creador y un hombre de cine. Y la experiencia de Bosé en el cine no tiene nada que envidiarle a la de Bowie".

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Niki Manzzo es músico y representante de Italia en la preselección de la Competencia Internacional del Festival de Viña de 1989. Critico literario y de música. Romántico

La décima actuación de Miguel Bosé en el Festival de Viña del Mar dejó en evidencia una comparación siempre presente, pero que algunos, motivados por la anglofilia y la latinofobia, quieren negar: Bosé es, sin ninguna duda, el David Bowie de la lengua española.

Acabaría mi columna en este momento si no fuera porque en este tipo de escritos se acostumbra argumentar, incluso si se está diciendo una verdad tan absoulta y evidente como la planteada anteriormente. Pero vamos a darle en el gusto a los escépticos.

Primer punto: Uno de los principales aspectos que se le reconoce a Bowie era que en lo estético siempre estaba adelantado a su tiempo. Algo de lo que Bosé puede jactarse sin ninguna vergüenza. El español usó mallas y trajes de ballet cuando sus contemporáneos aún usaban terno y corbata, y desafió los paradigmas de género y de masculinidad 40 años antes que Di Mondo.

Ambos tenían a un diseñador de vestuario como parte fijo de su staff: Bosé tenía a Montesinos y Bowie a Yamamoto, y junto a ellos un staff de diseñador y gráficos que integraban arte y música. Tan avanzado estaba Bosé, que si la dictadura hubiese entendido lo revolucionario que eran sus shows y lo importante que era su imagen para reforzar la idea de libertad sexual, de seguro lo hubiesen censurado. O quizás peor aún: lo habrían silenciado y estaríamos hablando de si Bosé es el Víctor Jara español.

Lo mejor de todo, es que si bien Bosé tuvo un paso por Londres donde vio de cerca a Bowie, su imagen no es una copia descarada, como sí la es la de Luis Jara que imita a Morrissey, o la de Álvaro Henríquez que quiere ser Roy Orbison: Bosé lo hizo todo a su manera. Y nunca ha dejado de hacerlo.

Segundo punto: Bowie fue siempre un camaleón musical. Desde sus primeros discos folk, pasando por la época de Ziggy Stardust, luego del Duque Blanco, y así hasta llegar a Blackstar, el británico nunca se repitió. Y bastó con la primera hora del show de Miguel Bosé en Viña para recordar que la carrera del español se ha desarrollado de la misma forma. Desde los hit latinos como La Chula al sonido industrial de Gulliver; desde la ingenuidad romántica de Linda hasta el himno gótico “Encanto”; desde el pop elegante de “Bandido” hasta el R&B sensual de “Morena Mía”, lo de Bosé siempre ha sido un avance continuo y camaleónico.

Algunos españolfóbicos dirán: “pero Bowie era más osado en lo musical, y Bosé es más simplista”. Mentira. La época ochentera de Bowie es perfectamente equivalente a la de Bosé. Y si encuentran que las mejores canciones de Bosé tienen letra y música simplona, basta con una frase: “Yo seré un hombre por ti / Renunciaré a ser lo que fui”. ¿Hay algún otro verso tan ambiguo, poderoso y poético en el cancionero hispano?

Tercer punto: Bowie fue mucho más que un músico. Fue un artista visual, un diseñador, un creador y un hombre de cine. Y la experiencia de Bosé en el cine no tiene nada que envidiarle a la de Bowie. Ambos participaron en más de una veintena de películas, algunas de ellas de gran calidad como “Tacones Lejanos” en el caso de Bosé, o de “Zoolander” en el caso de Bowie. Y ellos mismos se construyeron a sí mismos como personajes enigmáticos a los que nunca dejamos de descubrir. Ni siquiera después de la muerte de ambos. (Aunque Bosé no ha muerto aún físicamente).

Lo único que puede envidiarle Bosé a Bowie, es que este nunca fue humillado de una forma tan burda al tener que recibir un afiche tan ordinario y de mal gusto como el que la organización de Viña le regaló por sus 10 presentaciones en el certamen. Y que a diferencia de Bowie, el solo hecho de cantar en español hace que tenga un montón de detractores hispanoparlantes resentidos con su propia lengua, que creen que el inglés es el único idioma válido para hacer música. Incluso si las letras se limitan a decir solo “She Loves You Yeah, Yeah, Yeah”.

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