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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Educación en la primera infancia: la clave para nuestros niños

"Tal como ocurre con los grandes desafíos a nivel país, se trata de una tarea que es responsabilidad de todos los actores, desde el Estado y los privados, hasta las organizaciones de la sociedad civil".

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Alejandra Fuenzalida es Gerente general de United Way Chile

“Los niños sólo tienen un comienzo. Eso se paga ahora o se paga más tarde. No necesitamos más datos sobre los efectos de una mala educación en la vida de un individuo, en la vida de una comunidad o en la fortaleza de una sociedad”. La afirmación es de Nonie Lesaux, profesora de la Escuela de Postgrado de Educación de Harvard, y sus palabras toman en estos días especial importancia. Para empezar, la psicóloga evolutiva dijo esto como parte del lanzamiento de un estudio que en los próximos cuatro años analizará cómo afecta a 5.000 niños de entre tres y cuatro años el criarse fuera del sistema formal de educación. Además, este es un tema que, ad portas de marzo y el comienzo del año escolar en Chile, se vuelve más relevante a medida que los días avanzan.

Esto no es para menos. Pues, más allá de lo que dicta el sentido común en relación a la importancia de la educación en la primera infancia, según la misma escuela de Harvard, una educación formal de calidad para los niños durante su primera infancia los ayuda a desarrollar mejor el lenguaje, las matemáticas, las habilidades de lectoescritura, además de tener conexiones sociales y emocionales más sólidas que quienes no son parte de estos programas. En esta línea, otro estudio de la Escuela de Postgrado de Educación de Harvard, que analizó datos conseguidos entre 1960 y 2016, determinó que quienes no contaron con esta educación en su desarrollo tenían más posibilidades de necesitar clases especiales, repetir de curso o no licenciarse de enseñanza media.

Ahora, ¿cómo está la realidad en Chile en términos de educación inicial? Según la Encuesta Casen Niñez y Adolescencia 2015, dada a conocer por el Ministerio de Desarrollo Social a fines de marzo de 2017,  la tasa de asistencia a la educación parvularia sólo alcanza a un 50,3% en el grupo de niños 0 a 5 años. Aunque este porcentaje crece en el segmento de 4 a 5 años, con una tasa de asistencia de un 90,1%, la cifra del primer grupo no puede resultar menos que preocupante si consideramos que diversos estudios demuestran que el aprendizaje y la estimulación en los tres primeros años de vida de los niños es clave para su desarrollo en etapas posteriores. En ese sentido, la encuesta ya nos indica dónde tenemos que poner más foco y atención. 

Tal como ocurre con los grandes desafíos a nivel país, se trata de una tarea que es responsabilidad de todos los actores, desde el Estado y los privados, hasta las organizaciones de la sociedad civil.  Como podemos apreciar, los beneficios de trabajar todos juntos en la educación de los niños es una decisión que nos ayudará a heredar un mejor país a las futuras generaciones de Chile, con más oportunidades de desarrollo y mejores perspectivas de crecimiento para todos sus habitantes.

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