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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Igualdad de género y universidad en Chile

"Destacándose la segregación vertical que hace referencia al acceso a los puestos más relevantes en la universidad, lo que indica mayores dificultades de ascenso en prestigio, representación y poder para las mujeres: 21% de decanas, 22% de académicas titulares, 28% académicas liderando investigación, 30% vicerrectoras y ninguna rectora electa".

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Antonia Santos P. es Académica de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. UNAP

La desigualdad de género no siempre es aceptada como un hecho evidente. La naturalización de las relaciones sociales sobre la base de la distinción hombre-mujer conlleva una desigualdad de funciones, tareas y prestigio. La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) señaló que la mujer vive una discriminación sistemática para lo cual es necesario establecer medidas y acciones conducentes a dotar a la mujer de libertad y garantizar las mismas oportunidades que a los hombres de tal forma que se asegure el principio de igualdad subyacente en la plena realización de los derechos humanos.

Las relaciones de género en tanto que construcciones sociales normalizadas se encuentran en todos los ámbitos de la sociedad. Las universidades no son espacios neutrales; son organizaciones dedicadas a la producción y difusión del conocimiento, jerarquizadas, con rutas claramente establecidas de acceso al prestigio, la autoridad y el poder. La regulación del acceso y permanencia según formación, experiencia y méritos académicos, en un contexto de competencia, son mecanismos que no solo no garantizan la igualdad sino que empañan y distorsionan la percepción de los desequilibrios y diferencias de género.

En los últimos años se asiste a un extraordinario avance de la mujer en la educación superior lo que ha contribuido a develar nudos arbitrarios de desigualdad que se manifiestan al menos en 4 áreas: desigual posición, promoción y reconocimiento de las académicas respecto de los académicos; segregación estudiantil en función de las áreas de conocimiento; manifestaciones de violencia y particularmente de acoso sexual; y androcentrismo en la producción científica.

Recientemente hemos realizado un estudio en Chile sobre las relaciones de género en las 27 universidades integrantes del CRUCH, que da cuenta de una realidad en consonancia con los problemas señalados anteriormente. En el cuerpo académico se aprecia el predominio masculino (4 de 10 son mujeres) con diferencias significativas por áreas de conocimiento.

Destacándose la segregación vertical que hace referencia al acceso a los puestos más relevantes en la universidad, lo que indica mayores dificultades de ascenso en prestigio, representación y poder para las mujeres: 21% de decanas, 22% de académicas titulares, 28% académicas liderando investigación, 30% vicerrectoras y ninguna rectora electa.

En cuanto a estudiantes, los datos de matrícula recogen la paridad en el acceso mientras que su distribución muestra la segregación horizontal en función de la elección de áreas de estudio. Así encontramos carreras altamente feminizadas en las áreas de las ciencias médicas, ciencias sociales, artes y humanidades (70% de las estudiantes). Situación inversa en las áreas de matemáticas, ciencias de la tierra, física e ingenierías (70% de los estudiantes), encontrándose áreas con tendencia a la paridad como son las ciencias económicas y de la administración, ciencias jurídicas, química y biología.

Las tareas desempeñadas por el personal no académico también están afectadas por la variable género, en efecto, el 73% del personal que realiza trabajo administrativo son mujeres.

Estos datos evidencian avances sustanciales en la inclusión de la mujer en la universidad y a su vez nos muestran la prevalencia de estereotipos de género que intervienen en la reproducción de la desigualdad, en un contexto donde emanan con fuerza distintas expresiones de violencia de género al interior de los planteles de educación superior. A pesar de ello, solamente 1 de cada 4 universidades ha elaborado una política institucional para atender los desequilibrios mencionados. Las universidades deben ser espacios singulares y emblemáticos, cuna de conocimiento y de valores para la tolerancia y la convivencia pacífica, comprometidas activamente con la justicia, la libertad y la igualdad, y en este sentido debe intervenir decididamente en la realización de los plenos derechos de las mujeres.

Las brechas de género al interior de la universidad son una asignatura aún pendiente.

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