El dilema de Kast que desnuda el fascismo en las universidades
"¡Por esto se hace tan importante comenzar a darnos cuenta que, tal vez, el verdadero fascismo está mucho más enraizado en nuestra sociedad de lo que la mayoría de los chilenos siquiera sospechan!".
Rodrigo Barcia Lehmann es Profesor Investigador de la Universidad Finis Terrae, Doctor en Derecho y magister en Economía.
José Antonio Kast ha sido definido como un político de extrema derecha por sectores de extrema izquierda. Sin lugar a dudas, posiciones como las que mantiene Kast, de justificación de forma directa o indirecta a la dictadura, en muchos países serían prohibidas. No es posible que, de forma solapada y refinada, se justifique la violación de derechos humanos que se generó en Chile como una política de Estado en los años de la dictadura. Y ¿por qué el mantener estas posiciones no debería ser tolerado en una sociedad democrática?
La respuesta a esta pregunta no es filosófica, ni política, sino fundamentalmente histórica. Las sociedades que han confundido la tolerancia con el permitir la propagación de ideas que promueven ideas fascistas lo han pagado penosamente. El ejemplo más patente de ello fue la Alemania Nazi, no solo con la torpe política colaboracionista que mantuvo el Partido Social Cristiano (ante el miedo a la violencia del Partido Comunista), sino porque Hitler se hizo de Alemania sin haber obtenido una mayoría en las elecciones parlamentarias.
Otro tanto se puede decir de la lamentable actuación de Pétain, en Francia; o Chamberlin en el Reino Unido, quienes no supieron enfrentar al nazismo. Para qué hablar de la Unión Soviética con las políticas de represión fomentadas por Lenin y Stalin. Sin lugar a dudas, uno de los principales idearios de los fascismos, no por casualidad las políticas de policía popular y secreta son copiadas por Mussolini del mismísimo Lenin, es imponer sus ideas por el miedo.
Igual expediente se mantienen en Cuba y Venezuela y se desarrollaron en Chile a través de la CNI. El procedimiento, en todas estas dictaduras, es más o menos el mismo y consiste en articular políticamente la violencia. Esto comienza entonces levantando un enemigo común (los judíos para los nazis, los capitalistas para los comunistas, los marxistas-leninistas, etc.), y luego se articulan grupos de choque que políticamente vaya capturando a la sociedad (los camisas pardas de Hitler, los ex – cosacos de Stalin, que luego cuando se alcanza el poder devienen en la Gestapo, la KGB, o en el caso chileno la DINA y, luego, CNI).
Ahora bien, volviendo a Chile se puede señalar que tienen razón las universidades que han prohibido las presentaciones de Kast en sus recintos. Entonces: ¿los ataques contra José Antonio Kast son en realidad una defensa de la democracia, el Estado de Derecho y los derechos humanos? Pues bien no se puede dejar de lado que la violencia física jamás será en democracia un mecanismo legítimo de actuación política; pero, sobre todo, la evidencia más palmaria proviene de que los ataques físicos contra Kast han sido promovidos por el Partido Comunista y una facción relevante del Frente Amplio.
Y como ello se ha producido en una universidad, cabe preguntarnos si precisamente por las mismas razones por la que no son democráticos los planteamientos de Kast, no lo son también los planteamientos de los que lo han atacado físicamente. Y acá viene la parte más inconsistente de toda esta historia, y es que muchos de los que han justificado los ataques físicos a Kast, de forma solapada o directa, pertenecen a movimientos que en sus cimientos no respetan los derechos humanos.
Así, no es ningún secreto que ni el Partido Comunista, ni gran parte de los partidos que conforman el Frente Amplio, condenan a Cuba, ni a Venezuela, es decir, fomentan la violación de los derechos humanos por parte del Estado, y lo que es peor están organizados, como grupos de poder, dentro de las universidades; pues bien al parecer la amenaza fascista más real y concreta proviene de estos últimos movimientos.
¡Por esto se hace tan importante comenzar a darnos cuenta que, tal vez, el verdadero fascismo está mucho más enraizado en nuestra sociedad de lo que la mayoría de los chilenos siquiera sospechan!
Por último, las mismas razones por las cuales José Antonio Kast no debería ser escuchado, la mayoría de los que forman parte de partidos o grupos que fomentan la violación de los derechos humanos, en otros países, deberían estar vetados de entrar en las universidades y participar en el dialogo político.