¡Adiós Gaza!
"Pueblos sin amigos poderosos como el que habita la Franja de Gaza seguirán viviendo en ocupación, y ello como resultado de una comunidad internacional falta de convicción, acomodada al pragmatismo de las relaciones de poder".
Jaime Abedrapo es Director de la Escuela de Gobierno de la USS
“No más terroristas, ni incitación a la violencia, dejen a las potencias coloniales que a través de sus fuerzas de ocupación lleven el progreso de occidente hasta las puertas de la barbarie”. En efecto, pareciera que el lobby y las influencias políticas están llevando a una relativización severa del derecho internacional y de la defensa por los derechos humanos, situación que llegó a Chile. Esto a tal punto que la víctima es el victimario y las razones de estado deben ser atendidas desde lo político, aunque sea ilegal – inmoral.
Hoy les resulta irritante a los garantes del orden mundial que pueblos ocupados se manifiesten por sus derechos. Aquello se le llama “incitación a la violencia”. El mundo entero sabe que Gaza se ha transformado en el destino final de aproximadamente dos millones de individuos (porque no se les reconoce su condición de persona humana) que en sí son sospechosos de no resignarse a la muerte del derecho al retorno, a la caducidad de las resoluciones del Consejo de Seguridad que ha ordenado la retirada de Israel de los lugares ocupados con posterioridad a 1967, entre otras tantas fuentes del derecho que Israel viola sin sanción alguna.
Se habla de desproporción en el uso de la fuerza, en un contexto en que fueron asesinadas una veintena de personas y heridas más de mil. Se argumenta que los más de 17 mil manifestantes ponían en riesgo la seguridad de Israel (todos terroristas, y sin justificación para manifestarse). Por ello un Estado Nación soberano y sujeto de derecho decide asesinar a través de agentes del Estado (francotiradores). Esto que evidentemente tienen los contornos de un crimen de guerra e incluso de lesa humanidad en cualquier otro país, en Franja de Gaza sólo es un uso desproporcionado de la fuerza.
Estamos en un contexto internacional en que sólo importa defender los derechos humanos de mis aliados ideológicos. Por ejemplo hemos visto en América Latina al grupo de Lima en una decisión unívoca por condenar a Venezuela. Sin embargo varios de esos países demuestran un doble estándar con los sucesos que acontecen en la Franja de Gaza ocupada. ¿Cuántas resoluciones de Naciones Unidas ha violado Venezuela? y ¿cuántas Israel?. ¿Por qué la diferencia de trato en un mundo cada vez más interconectado?
Es común que los políticos profesionales se pregunten el por qué pierden adhesión ciudadana, y por qué se han desvalorizado los partidos políticos. Hay varias hipótesis de respuestas, sin embargo en este Adiós a Gaza me atrevo a señalar que la falta de coherencia y de convicciones en una realidad pragmática y utilitarista tiene respuestas que no se han querido entender. Dobles discursos, política decodificable sólo desde los intereses de Estado o personales, influencia al lobby, entro otras razones proyectan una imagen de falsedad y engaño hacia el ciudadano. Hoy las personas tienen mayor acceso a la información y les resulta evidente el “juego político” hipócrita al cual están siendo sometidos.
En este triste Adiós a Gaza va implícito dejar de esperanzarse en el orden post Segunda Guerra Mundial que nos presentó un mundo que respetaría los derechos humanos de todos lo que habitan el planeta. Ello hoy se vacía de contenido, no encuentra espacio en la realidad. Ha quedado al descubierto que en tiempos de incertezas y falta de voluntad en la mantención del régimen internacional de los derechos humanos los representantes de los Estados tienden a ser más dóciles a la capacidad de persuasión de distintos actores porque las conciencias son volubles y transables producto de una falta de convicción. Desde el humanismo cristiano ello no sólo es causa de mayor inestabilidad y posiblemente espacio para nuevos conflictos de poder entre los Estados y al interior de ellos, sino que es un error en el intelecto, porque lo bueno ya no es el fin de la norma de manera objetiva, sino que se relativiza y la esencia del derecho internacional pierde sustancia y sentido de ser.
Recientemente la Cancillería chilena ha señalado “que en especial expresa su rechazo a cualquier incitación a la violencia, así como al uso desproporcionado de la fuerza… “ dejando en esta palabras una sensación de búsqueda de empate que no condice con la situación jurídica y política que vive Palestina, lo cual es una ofensa inaceptable al intelecto, posiblemente comprensible desde la lógica de los intereses comerciales de Chile. Por otro lado, realizó un “llamado a mantener la convivencia pacífica que permita generar un ambiente de entendimiento entre las partes”. Frase que parece sacada de una obra del teatro del absurdo. Es algo así como “por favor viva su ocupación (control terrestre, aéreo y marítimo) en tranquilidad y paz, no insista con tener derechos de ningún tipo, confórmese con respirar y nos aspire a la libertad en ninguna de sus formas.
Por otro lado, el Canciller ha manifestado su preocupación por no importar el conflicto a Chile, lo que me parece que es un llamado a no denunciar las violaciones a los derechos humanos por parte de Israel. El silencio y la falta de coraje conllevan evadir un juicio político y jurídico, como ha sido la actual actitud de Cancillería. Negarse al derecho internacional es romper con la tradición de la política exterior de Chile.
La confusión del Canciller con las responsabilidades internacionales de un Estado Nación y un pueblo ocupado no es solamente tomar distancia con las normas imperativas, sino también con el sufrimiento de los palestinos que aún esperan su derecho de autodeterminación después de siete décadas. Todo ello se conjuga para dar un nuevo paso en la dirección de la vacuidad de nuestro sentido político chileno, de nuestra honestidad en materia de derechos humanos, y sobre todo pondrá en tela de juicio todos los pronunciamientos en estas materias, ya que ahora la postura de Chile frente a Venezuela parece más bien entendible desde la perspectiva ideológica que propiamente desde la defensa de los derechos humanos. Ciertamente, no estoy por justificar las violaciones a los derechos humanos en ninguna latitud, menos en un pueblo hermano como el venezolano, pero el doble rasero motivado por intereses de segundo orden en relación a las garantías de las normas del jus cogen, sin duda será un mal consejero para nuestra credibilidad internacional.
Para tranquilidad de la Cancillería chilena frente al tema de Gaza, podemos señalar que parecieran estar alineándose con los signos de los tiempos. En efecto, vemos como las potencias cada vez menos se limitan en su actuación al respeto de las normas imperativas. Posiblemente estamos viviendo el fin del derecho internacional de los derechos humanos, el cual más que garantizar derechos, hoy es usado como arma arrojadiza a nuestros enemigos políticos – ideológicos.
Pueblos sin amigos poderosos como el que habita la Franja de Gaza seguirán viviendo en ocupación, y ello como resultado de una comunidad internacional falta de convicción, acomodada al pragmatismo de las relaciones de poder. Un realista diría, pero siempre ha sido y seguirá siendo así. Por ello, en un momento en que el mundo, y Chile no es la excepción, se pierden las convicciones, comprendemos la invitación al ocupado a no manifestarse y resignarse en su situación de despojo.
Cuando regrese la humanidad tal vez los Gazaties, como tantos otros pueblos subyugados, podrán tener nuevamente una oportunidad. Hasta entonces Adiós Gaza, se les condena por resistirse a una ocupación, ¿qué diría Santo Tomás al respecto?. ….Y no se suponía que el progresismo nos llevaba a otro estadio de sociedad internacional. Al respecto, estamos de regreso a la Barbarie, donde los supuestos civilizados (antes llamados conquistadores y colonos) no tienen límites desde la razón y la ética.