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4 de Mayo de 2018

“Hoy no soy terrorista, soy sacerdote”: la comentada carta de una víctima de la Dictadura al diputado Urrutia

El diputado Pablo Vidal le entregó la misiva a su par UDI tras sus polémicos dichos en la Cámara de Diputados.

Por Redacción EL DÍNAMO
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Fue hace algunas semanas cuando en plena Cámara de Diputados, Ignacio Urrutia calificó de “terroristas” con “aguinaldo” a las víctimas de la Dictadura Militar que se verían beneficiadas con una reparación económica de tres millones de pesos.

Fue a raíz de ese hecho que el parlamentario UDI recibió de manos del diputado Pablo Vidal (RD) una carta de parte del sacerdote Alejandro Fabres, quien fue víctima durante ese periodo y cuyo caso es parte de las comisiones Valech I y II, consignó Cooperativa. Tras recibirla, Urrutia la miró, la dobló en cuatro partes y luego la guardó en su chaqueta.

“Me pude comunicar los días posteriores con el padre Alejandro y acordamos que yo le iba a entregar esta carta al diputado Urrutia para que tuviera la opción de leeerla, ya que se viralizó ampliamente por redes sociales”, explicó Vidal, quien agregó que “espero que ojalá haya entrado en su conciencia lo inaceptable y lo doloroso que fueron los dichos que profirió”.

Esta es la misiva que hace unas semanas se viralizó en redes sociales:

Ayer, me vinieron a la memoria una serie de hecho que pensé estaban olvidados. O por lo menos zanjados. Pero gracias a su intervención acusando de TERRORISTAS, a quiénes somos parte de los documentos de la comisión Valech I y II, en el hemiciclo de la Cámara me di cuenta que no. Y también quiero comentar algunas cosas, para todas y todos los que me postearon diciéndome que hay que olvidar, que la justicia divina y que no se qué…

Mucho se habla en nuestro país de tortura, cuya definición es: “Castigo físico o psíquico infligido a una persona con el fin de mortificarla o para que confiese algo”.

Otros, piden que se olvide, que se deje de lado hablar de eso, que debemos avanzar….

Hay veces es que es complicado olvidar. A veces uno quiere hacerlo, pero cuando aparecen personajes como usted, que nos enrostran el apelativo de TERRORISTAS, por habernos opuesto a una dictadura cívico militar, y habernos defendido de quienes nos intentaban eliminar a toda costa, los recuerdos se mantienen.

Espero de verdad y de todo corazón, que ningún hijo suyo, nieto, bisnieto, tataranieto, deba pasar por lo que significa un cuartel de tortura. Espero de verdad que si alguno de sus descendientes sale a protestar, jamás lo tomen del pelo, entre cuatro gorilas, lo empujen al interior de un local y lo comiencen a asfixiar colocándole el pie, con un bototo, sobre su garganta mientras otro le patea la columna vertebral. Espero que tampoco cuando lo saquen de ese lugar para meterlo en el furgón de Carabineros venga un funcionario y trate de agarrarle los genitales con el fin de apretárselos para hacerlo gritar de dolor y que usted no pueda decir ni su nombre ni su carné de identidad.

Espero que si alguno de sus parientes es llevado a un centro a constatar lesiones, el doctor que lo vea no emita el certificado sin ni siquiera haberlo revisado.

Confío en que lo lleven a un lugar seguro donde su nombre figure en la lista oficial de detenidos, sea en uno o dos o donde lo hayan llevando, para que su familia pueda ver en las condiciones en la que su pariente se encuentra y no que no se sepa de su paradero.

Espero que no los metan a una celda de aislamiento aparte de los demás compañeros con los que fue detenido. Y que en mitad de la noche no llegue personal de civil a buscarlo, le pongan una capucha y lo tiren en un auto, lo lleven a un local que no sabe cuál es, le lean un expediente político suyo y de su familia, le comiencen a mostrar fotos de amigos y le comiencen a golpear, la cara, la espalda, las piernas, que no le echen la cantidad de garabatos que se han aprendido no se donde, que no lo amenacen con que vendrán y traerán a su madre a su hermana y a su abuela y las violarán delante suyo porque son todas unas perras comunistas que es lo que les gusta y se merecen.

Espero que no le hagan un fusilamiento simulado detonándole una pistola tiro por tiro en su cabeza y su nieto, hijo o lo que sea espere que salga el tiro final… Espero que no lo escupan y espero que no deba pasar por muchos otros vejámenes

Cuando lo hayan devuelto a la comisaría donde deba estar, espero que la funcionaria no le diga a su hijo que lo van a llevar a la cárcel donde van a abusar de él y le van a dejar el hoyo así de grande… Y que luego cuando él pregunte por qué le dicen esas cosas la funcionaria de Carabineros se ría y le diga “porque me gusta“…

Si lo llevan a la cárcel, espero que no deba ir con el miedo que eso genera, y que sea tratado como un ser humano, que cuando le devuelvan sus cosas estén todas y no que le hayan sacado algunas…

Y si lo llevan a declarar a la fiscalía militar espero que no vea como golpean en las manos con una culata a su madre cuando esta trata de tocarlo…

Que el fiscal lo trate de manera digna, y no con expresiones burlescas, y que no lo amenace con que lo han soltado porque los comunistas se movilizaron pronto para sacarlo de ese lugar, y que lo estarán vigilando.

Que si después de eso, obtiene alguna reparación esta sea un poco más digna de 170.000, aprox. que la tarjeta de salud no lo iguale a un indigente y que ni siquiera le permite comprar un bono de atención de salud, y que la beca para estudiar le cubra lo necesario.

Esto que le cuento no me lo contaron… me sucedió a mi, cuando tenía 16 años, 16 años señor diputado, 16 años… No era terrorista, era un menor de edad, 16 años…

16 años…

Espero que le llegue esta carta a usted, que la lea en la mesa con su familia. Espero que el hombro que le dañó la diputada Jiles le sane prontamente.

Sin más que agregar, se despide un hombre de 47 años, que aún tiene la escoliosis dejada por el trato de esos servidores públicos miembros de la Central Nacional de Informaciones, que me detuvieron aquel 16 de octubre de 1986 en Dieciocho frente al número 17.

Ah y hoy no soy terrorista… Soy sacerdote.

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