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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

¿Y voh creí que somos weonas?

"No vamos a festejar hasta que las compañeras puedan estudiar en colegios, centros de formación técnica y universidades libres de profesores y estudiantes acosadores, no vamos a festejar hasta que cambie la sociedad que a muchas las obliga a quedarse en la casa por falta de oportunidades. No descansaremos hasta que exista una despenalización social y legal del aborto, hasta que podamos decidir plenamente sobre nuestros cuerpos".

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Karen Denisse Vergara Sánchez es Periodista e investigadora en temáticas de género y violencia

Hace unos días Revista Caras subió su portada del mes con la imagen de rostros políticos y de la TV usando botines femeninos de taco cuadrado, hablando de “ponerse” en nuestros zapatos. Yo me pregunto ¿Hasta cuándo tenemos que soportar que los medios intenten quitarle sustento a las movilizaciones feministas?

En una breve descripción, los protagonistas de la portada del especial “Hombres” hablan de “equiparar la cancha”,
preocuparse un poco más del lenguaje inclusivo, hablan de sus esposas e hijas, como si formar una familia te diera un sello de distinción. Mucho discurso por la “igualdad”, que en lo práctico se traduce en nada si esos mismos animadores, políticos, actores y periodistas siguen replicando en sus espacios el machismo y la banalización de los discursos y demandas, recibiendo acosadores y violentadores en sus espacios y satirizando temas de nuestras demandas como lo ha sido el acoso y violencia en la calle.

Hay que reafirmar un punto. No encontraremos aliados reales entre los opresores. Cada portada, cada entrevista televisada ha buscado mantener en pausa las demandas reales del movimiento feminista, tratando de volver las consignas y manifestaciones como algo “amable y bonito”, obviando la necesidad de legislar, de designar y cambiar las reglas ahora. Las campañas pro equidad a nivel internacional siguen hablando de “pasarnos el balón” entre hombres y mujeres, como un gesto simbólico de repartirnos tareas, obligaciones y deberes, pero en la práctica ¿se traduce en algo? Solo nos reafirman que las transformaciones vendrán “pero más adelante, cuando estemos preparados”. ¿No estamos preparados y preparadas ya, después de tantos años de violencia machista?

Una amiga me decía anoche, “yo no voy a festejar hasta que entre a Colina I el primer violador y abusador denunciado públicamente”. Por mi parte no voy a festejar hasta que se saque al ministro Santelices después de haber intentado boicotear la implementación de la Ley de Aborto en 3 Causales.

No vamos a festejar hasta que las compañeras puedan estudiar en colegios, centros de formación técnica y universidades libres de profesores y estudiantes acosadores, no vamos a festejar hasta que cambie la sociedad que a muchas las obliga a quedarse en la casa por falta de oportunidades. No descansaremos hasta que exista una despenalización social y legal del aborto, hasta que podamos decidir plenamente sobre nuestros cuerpos.

Hablamos de la revolución feminista de 2018, pero sin cambios, solo pasará a ser una postal de la cual muchos se colgarán posteriormente amparados en la facilidad para olvidar y torcer la historia que tradicionalmente ha tenido la ciudadanía chilena.

Ya conocemos los peligros de la posverdad, el mismo presidente de la República la reafirma en su discurso de la Cuenta Pública, hablando de cambios que aún no se materializan, de “desatar los nudos de la libertad”, misma libertad que el Gobierno nos ha negado a conciencia, al evitar legislar sobre la Ley de Identidad de Género, adopción homoparental, un aborto libre o al menos con las 3 causales garantizadas realmente. No vamos a festejar hasta que las demandas se materialicen en actos concretos, en acciones reales. No vamos a celebrar por la portada de un diario, que un día nos destaca y al otro día nos criminaliza o se burla. Menos por falsos compromisos sin sustento.

Cuando Felipe Harboe, Jean Phillippe Cretton, Iván Valenzuela, Jaime Bellolio o Nicolás Oyarzún sean capaces de incidir realmente en sus espacios, cuando cuestionen en vivo el relato de un victimario o cuando dejen de defender a su camarada denunciado, cuando dejen de hablar de “cacería de brujas”, recién sentémonos a conversar, sin zapatos de taco de por medio, por favor, otra tiranía del “vestir formal” que a muchas mujeres ha dejado con roturas de ligamentos y dolores de por vida. Yo no quiero que pidan disculpas. Quiero que se hagan cargo de cómo han contribuido desde sus espacios a naturalizar distintas formas de violencia en el día a día, y que se den cuenta antes de emitir un comentario del error en que pueden incurrir, como el de esa portada, por ejemplo.

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