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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Piñera, un Presidente mediocre

"Pero eso es mucho pedirle a un simple economista que quiere mostrarse como estadista antes que tratar de serlo realmente. Piñera es una gran mezcla entre dogmatismo económico, dichos mal entendidos y falsas certezas. ¿No es acaso su discurso la gran demostración de esto?".

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Francisco Méndez es Columnista.

Su cuenta pública lo confirmó una vez más: Sebastián Piñera es un Presidente mediocre. Por más que vistiera su discurso con palabras pomposas, propias de un mal resumen de historia, filosofía y literatura, lo concreto es que su mediocridad quedó plasmada en cada anuncio, cada aplauso de ministros aburridos, o con cara de estarlo, que asisten al Congreso para manifestar su apoyo a un proyecto que no motiva a nadie.

Él, como siempre, creía estar haciendo historia. Levantaba la voz y movía las manos como si estuviera realizando algo realmente importante, poniendo énfasis en cosas que no son más que la confirmación de que este gobierno no viene a cambiar nada. Habló de Carabineros, de la seguridad ante una delincuencia descontrolada que sólo vive en las cabezas de quienes creen que el Estado es una gran comisaría. Pero nada más. O, mejor dicho, nada que diera a entender que había algo más allá aparte de repetir constantemente dos o tres lugares comunes.

Según varios medios, sus palabras tuvieron un gran “contenido social”, lo que, si revisamos el texto, claramente que no fue así. Si bien habló hasta el cansancio de “nuestros niños”, y de acuerdos en esta materia, lo cierto es que esas palabras no son más que vistosos recursos retóricos que no dicen nada. ¿Por qué? Pues porque no se preguntan sobre el modelo bajo el que viven esos niños del Sename y, por ende, la razón por la que se encuentran ahí.

Pero eso es mucho pedirle a un simple economista que quiere mostrarse como estadista antes que tratar de serlo realmente. Piñera es una gran mezcla entre dogmatismo económico, dichos mal entendidos y falsas certezas. ¿No es acaso su discurso la gran demostración de esto? A mí me parece que sí. Es muy triste ver la poca profundidad de quien vuelve a La Moneda, una vez más, debido solamente al fracaso político de sus contendores. Pero no es triste por él, sino que por Chile y los cuatro años que vienen.

Esto no es todo: como si fuera poco, el Presidente trató de ocultar sus falencias mirando al anterior gobierno. Dio a entender que la administración de Bachelet había dejado una situación fiscal espantosa, con tal de no reconocer que no quiere bajar los impuestos a las empresas por temor a más conflictos sociales. Es decir, tras la excusa de la responsabilidad, escondió su miedo a no poder manejar ciertos problemas futuros.

Hacer todo esto, como sabemos, es fácil cuando tienes a diarios que no cuestionan tus anuncios y la forma en que los planteas a la ciudadanía. Algunos editoriales fueron más allá e intentaron darle la prestancia que la cuenta pública no tuvo. Muchos columnistas hablaron de un Mandatario inexistente, otorgándole más carácter del que demostró en el Congreso el pasado viernes. Le reconocieron atributos que no tiene, llenándolo de virtudes que nunca se han asomado siquiera por su figura, como si sus graves defectos no estuvieran a vista y paciencia de todo ciudadano medianamente inteligente.

Porque no es difícil notar la poca prolijidad de este gobierno. Menos cuando Piñera levantó, nuevamente, un relato más fuerte que sus capacidades. Habló de “tiempos mejores”, de “unidad” y “consenso”, con el objetivo de florear su poca destreza y así hacernos desviar la mirada hacia una épica rasca y repleta de vacíos políticos. Por esto, la tarea para la oposición, si es que se pone a trabajar, no es tan difícil. No requiere de mucho sacrificio desarmar la modesta construcción intelectual de una administración como esta. Sólo se necesita tener ganas de hacerlo.

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