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5 de Junio de 2018

Benedicto Villablanca, el fugaz campeón del mundo

El 5 de junio de 1982 nunca lo olvidará. Ese día se puso el cinturón de campeón y ni siquiera tenía entradas para su familia.

Por Luis Marambio Torres
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5 de junio de 1982. Benedicto Villablanca está molesto. Muy molesto. Camina de un lado a otro y demuestra su rabia. Está en un camarín minúsculo del Teatro Caupolicán y escucha, a la distancia, el rumor de los hinchas que esperan de pie el comienzo de la pelea, que no es una pelea cualquiera. Él lo sabe y por eso aprovecha la ira para motivarse.

Muchas veces le dijo a Ricardo Liaño, su promotor, que las entradas eran muy caras. La gente no pagaría tanta plaza. Parece que tenía razón. El teatro no se llenó y el boxeador pagó las consecuencias. Literalmente. No hay entradas para su esposa, tampoco para el resto de sus familiares y sus amigos. Todos deben ir a la boletería y pagar.

Así empieza la historia del sexto chileno que buscó el título mundial de boxeo. Antes lo intentaron el Estanislao Loayza, Alejandro Romero Castillo (Routier Parra en los registros oficiales desde que adquiriró la nacionalidad estadounidense), Arturo Godoy, Godfrey Stevens y Martín Vargas.

Se dijo que al “Tani” Loayza le fracturó el tobillo el juez Gumboath Smith y que a Martín lo sedaron en la pelea con Yoko Gushiken en Japón. Y así, mil historias, algunas épicas cómo la de Godoy que resistió 15 asaltos en el Madison Square Garden de Nueva York ante Joe Louis.

Por eso tanta expectativa aquel 5 de junio de 1982.

Cuando el excéntrico Ricardo Liaño anunció que Villablanca pelearía el título mundial nadie le creyó. Pero ahí estaba Benedicto, discutiendo por un par de entradas con su promotor y a las puertas del cuadrilátero del Caupolicán.

En eso estaba cuando apareció su sparring, el panameño Enrique Maxwell.

– “Campeón, te defraudé. Perdí la pelea”, le dijo a Villablanca tras caer en el semifondo contra el puertorriqueño José Rivera (sparring de Samuel Serrano, su rival de esa noche).

– “No te preocupes. Yo te vengaré y voy a ganar la pelea”, prometió Benedicto y le dio un fuerte abrazo.

Así, lleno de rabia e inspiración entró el chileno para retar al vigente campeón mundial de los peso ligero junior.

Serrano era el favorito por su experiencia y su largo jab. Así lo demostró sobre el ring hasta que comenzó a sangrar en el round 6. La pelea siguió pero en el undécimo asalto el árbitro venezolano Jesús Celis detuvo la pelea por el corte de “Sammy”. Villablanca ganaba por nocáut técnico y se convertía en el primer chileno poseedor del título mundial.

Lo que vino de ahí en adelante fue una locura, más cercana a la comedia que al drama: Carabineros sobre el ring y reclamos del puertorriqueño que seguía sangrando, acusaba, por un cabezazo del púgil local.

En la batahola también se confundió la historia oficial del primer chileno en ganar el título mundial. Una versión dice que Liaño amenazó al juez venezolano fingiendo portar una pistola.

La escena del veedor Nick Karasiotis levantando la mano de Villablanca fue un símbolo del primer título mundial de boxeo para Chile.

Con el cinturón puesto, Benedicto gritó a todo pulmón en el Caupolicán: “Viva Chileeeeeee…”.

Semanas después, la Asociación Mundial de Boxeo le restituyó el título a Serrano por considerar que las imágenes eran evidentes. Un cabezazo produjo el corte.

Ya pasaron 36 años y hace pocos días acompañé a Benedicto Villablanca al Teatro Caupolicán. Desde el día de la pelea que no entraba al recinto. “No voy dónde no me invitan”, me explicó.

El ex boxeador hoy es funcionario de la PDI e insite en que fue el primer chileno en ganar el título mundial.

El 5 de junio de 1982 nunca lo olvidará. Ese día se puso el cinturón de campeón y ni siquiera tenía entradas para su familia.

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