Este gobierno no ha hecho nada
"Cuando se lo acusa de 'sequía legislativa', el gobierno se vuelve loco. Se siente pillado, descubierto por el adversario sin saber qué hacer. Por esto es que antes de ponerse a trabajar, sale la vocera a explicarnos en qué consiste gobernar sin que lo hayan hecho realmente".
Francisco Méndez es Columnista.
Este gobierno no ha hecho absolutamente nada. Ha revertido algunas cosas y mantenido otras, pero lo cierto es que en materia legislativa no sabe qué hacer porque no tiene ideas. Mejor dicho, sí las tiene, pero están ya implementadas en este modelo.
Como no tienen un proyecto claro, en La Moneda solamente se han dedicado a no solucionar nada, profundizando las crisis. En La Araucanía, en vez de intentar dar una solución política a lo que sucede, prefieren aumentar la violencia del Estado mostrándose aguerridos y fuertes, como si realmente estuvieran logrando un avance, cuando concretamente eso no sucede. Solo lograrán un poco de felicidad para el “momierío” que tiene sueños húmedos con militares y armas, pero nada más.
Intentan estar siempre preocupados de todo y nada a la vez. Dicen que solucionarán hasta el último problema, sin tener la más mínima idea de cuáles son, y están en permanente movimiento para que así quede la idea de que están constantemente en acción, aplicando la vieja receta de quienes no quieren hacer evidente su incapacidad: mostrarse como si estuvieran más activos de lo que realmente están.
A algunos esto les complace. Les gusta un gobierno que dice hacer lo que no hace. Se sienten más seguros con una administración que está más cerca de las comisarías que del Congreso, ya que encuentran que es algo así como una muestra de autoridad bastante excitante. ¿Para qué legislar tanto? ¿Para qué meterse en problemas engorrosos si es que es mejor visto lucirse con determinaciones coloridas y gritonas? Los trámites legislativos nadie los entiende; las acciones policiales, en cambio, son simples y mejor vistas y logran que quede la sensación de que hay un aparato estatal en movimiento.
También que es mejor visto llamar a los parlamentarios a trabajar que hacerlo uno. Deja a los simpatizantes de la derecha tiritando orgásmicamente el hecho de que un Presidente hable fuerte y diga, entre líneas, que los políticos son todos flojos.
Cuando se lo acusa de “sequía legislativa”, el gobierno se vuelve loco. Se siente pillado, descubierto por el adversario sin saber qué hacer. Por esto es que antes de ponerse a trabajar, sale la vocera a explicarnos en qué consiste gobernar sin que lo hayan hecho realmente. Acusa al de la otra vereda de malintencionado, de no velar por Chile y su futuro, y así pasan las semanas y siguen sin moverse.
Es fácil ser de derecha y gobernar en Chile. Los medios, al igual que tú, no quieren hacer nada para que nada cambie, por lo que no te presionan. Por el contrario, aplauden tu inmovilidad floreada con parafernalia; aman tus gestos vacíos y violentos, como si todo dependiera de la potencia con la que el jefe de Estado golpea la mesa. Ahí, según dicen, se nota la calidad política de quien comanda Chile, ya que la retórica de los derechos y las certezas no soluciona lo inmediato.
Ese es el gobierno bajo el que vivimos. Así se ha desempeñado en estos meses, haciendo mucho show comunicacional para que así no nos demos cuenta de que, tras su campaña, no había una esperanza de “tiempos mejores”, sino la intención de que los tiempos que se avecinaban ideológicamente no dejaran a Chile Vamos y a la estructura social y política bajo la mesa. Ellos son los que vienen a defender lo que algunos queremos cambiar. Y el problema es que no saben qué hacer para que no se les note tanto.