Andrés Aylwin Azócar
"Su compromiso fue con las personas, con los que sufrían, con los más pobres, con los perseguidos. Sin dobles intenciones. No persiguió reconocimiento, ni honores. Estaba ahí, para quien lo necesitara, con su sencillez, su acogida y su valentía".
Mariana Aylwin es Profesora de origen, política por vocación y a mucha honra. Directora Corporación Educacional Aprender.
Es una coincidencia que Andrés Aylwin parta de este mundo cuando en nuestra patria se ha instalado un debate sobre las violaciones a los derechos humanos, como preservar su memoria y cómo los explica la historia. Significativo, porque se trata de un hombre comprometido hasta la médula de sus huesos, con la defensa de la dignidad humana, donde quiera que ésta estuviera conculcada y por cualquier circunstancia.
Su compromiso fue con las personas, con los que sufrían, con los más pobres, con los perseguidos. Sin dobles intenciones. No persiguió reconocimiento, ni honores. Estaba ahí, para quien lo necesitara, con su sencillez, su acogida y su valentía. Era puro corazón, el dolor ajeno lo conmovía. Fue un político mucho más sentimental que racional, un político testimonial. Lo movían la pasión, la indignación y la fe en la capacidad humana de construir un mundo mejor.
Su ejemplo puede ser simbólico hoy día. Ojalá pudiera contribuir a derribar las barreras que existen para una comprensión genuina y profunda del valor de los derechos humanos. Las barreras que impiden aún a muchos chilenos admitir la verdad y aceptar la justicia, o de quienes intentan empatar los crímenes cometidos durante la dictadura con la violencia política de otras épocas. Eliminar las barreras de aquellos que usan y abusan de la causa de los derechos humanos como un medio y se rehúsan a admitir que el valor de la dignidad humana es la misma siempre y en todo lugar. No vale la condena de las atrocidades en un lugar y su justificación en otro.
Chile le debe mucho a Andrés Aylwin. Fue de los primeros en asumir la defensa de los detenidos desaparecidos cuando le tocó, a los pocos días del golpe militar conocer el caso de los campesinos desaparecidos en Paine que, años después, aparecieron en los hornos de Lonquén. Por sus denuncias y cercanía a los familiares de personas detenidas y desaparecidas y las organizaciones de derechos humanos, fue relegado en un caserío llamado Guallatiri cerca de la frontera con Bolivia, donde a causa de la altura y el frío, estuvo en riesgo vital.
Fue un parlamentario destacado, como diputado cercano al mundo campesino, antes y después del golpe militar. Fue también un apoyo y consejero fundamental de su hermano, el Presidente Patricio Aylwin cuando, a comienzos de la transición, se dieron los primeros pasos para establecer la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas de la dictadura. Él tendió puentes, advirtió, buscó el diálogo y generó encuentros que con seguridad ayudaron a que, en un momento de incertidumbre cuando no estaba escrito que la historia se escribiría como se escribió, se pudiera avanzar en el delicado tema de establecer la verdad de lo ocurrido , a pesar de la resistencia de as fuerzas armadas.
Fui su sobrina. Lo recuerdo de chica como el más divertido de mis tíos, en una casa donde había alegría pero no demasiado sentido del humor. El último día de la Campaña del NO lo acompañé hace 30 años a los actos en Melipilla, Talagante y otros lugares. En uno de ellos cantó Gervasio. Al atardecer, me despedí y él siguió recorriendo lugares. Esa noche, al volver se quedó dormido y tuvo un accidente, en el cual perdió un ojo y no pudo ir a votar. Fuimos compañeros en la Cámara de Diputados, muchas veces lo pasaba a buscar para irnos juntos a Valparaíso, cuando no se iba en bus. Conversábamos de lo humano y lo divino. Las últimas veces que lo vi seguía interesado de todo, comentaba las teleseries y las noticias políticas con igual interés. Leía con una lupa. Se quedó sólo con la partida en febrero de la mujer de su vida. Hoy estarán juntos y, tal vez, haciendo recuerdos de San Bernardo con su hermano mayor. Descansa en paz Andrés Aylwin, te lo mereces.