Formación de jóvenes líderes, clave para la incidencia ciudadana en Latinoamérica
Los principales desafíos comunes apuntan a disminuir las brechas socioeconómicas, fortalecer la educación inicial, mejorar la calidad de los aprendizajes y generar políticas que traspasen los gobiernos de turno.
Nicole Cisternas es Directora de Política Educativa de Educación 2020
A pesar de que los países de Latinoamérica han experimentado avances en materia educativa, aún el continente presenta importantes rezagos en sus resultados. Los principales desafíos comunes apuntan a disminuir las brechas socioeconómicas, fortalecer la educación inicial, mejorar la calidad de los aprendizajes y generar políticas que traspasen los gobiernos de turno. ¿Cómo avanzar en esto? Basados en nuestra experiencia, desde Educación 2020 creemos que la ciudadanía y, sobre todo, los jóvenes líderes son claves para impulsar cambios en la política educativa.
Este mes nuestra fundación cumplió una década de vida. Lo que comenzó como un movimiento empujado principalmente por estudiantes universitarios ha experimentado, en estos años, distintos ajustes, cambios, crisis y en especial aprendizajes, con los que hemos logrado incidir significativamente en cambios educativos históricos en nuestro país. Se trata de una experiencia que nos ha llevado a generar un modelo de incidencia que —en alianza con Unidos por la Educación, Jóvenes Unidos por la Educación y el apoyo de Fondo Chile— compartimos con jóvenes líderes de Panamá, en un programa pionero denominado Laboratorio Internacional de Incidencia Ciudadana (LIIC).
En total, fueron 50 los estudiantes que participaron en esta experiencia, donde aprendieron —de la voz de integrantes de la fundación y otros expertos— sobre el estado de la educación en Latinoamérica, política educativa, estrategias comunicacionales para la incidencia, rol ciudadano en la agenda y planificación estratégica, además de desarrollar habilidades del siglo XXI, como el liderazgo, el trabajo en equipo, la creatividad y la comunicación. A partir de esto, construyeron proyectos para transformar la calidad educativa de su país, en áreas de su propio interés y motivación, como la educación medioambiental, educación sexual y deserción escolar.
Se trató de una experiencia que no sólo fue provechosa para los estudiantes participantes, que han manifestado que hoy sienten que son ciudadanos más responsables, conscientes de las problemáticas sociales y que cuentan con las herramientas para impulsar mejoras en Panamá, aspecto relevante si consideramos que la formación ciudadana está al debe en el continente. También resultó ser una evidencia valiosa que confirma nuestra convicción de que los jóvenes son los principales llamados a liderar las transformaciones sociales que el continente requiere. El fortalecimiento del liderazgo a temprana edad es, por tanto, fundamental, y en esto las organizaciones de incidencia tenemos un papel importante que cumplir.
Intercambiar experiencias, compartir los conocimientos adquiridos y las herramientas que —tras necesarios ejercicios de prueba y error— han resultado más exitosas no es sólo una práctica correcta en el rol que nos cabe como organizaciones con sentido social, sino que además es, a todas luces, estratégica en miras del objetivo esencial que nos mueve: incidir para construir un mejor futuro para el país y Latinoamérica. Replicar experiencias como la del LIIC y avanzar hacia la generación de alianzas internacionales es, por lo tanto, un desafío que debemos y queremos asumir.