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Actualizado el 17 de Octubre de 2018

“Utopía distópica”: la exhibición centrada en las violaciones a los DDHH en Colonia Dignidad

La artista María Verónica San Martín ahonda en la postmemoria de uno de los lugares que actuó como centro de detención y tortura.

Por Consuelo Olguín
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Por medio de bisagras y el movimiento del cuerpo, 25 cuadrados de metal construyen y deconstruyen símbolos de poder: suásticas, SS, cruz cristiana, cruz roja que, a su vez, representan los búnkeres que se encontraban en Colonia Dignidad y que operaron como centros de detención y tortura durante la dictadura. Las esculturas vienen dentro de cajas, haciendo la analogía de las innumerables veces que la justicia ha abierto y cerrado los casos.

Pero en la instalación y performance “Colonia Dignidad/Utopía distópica” que está en el Archivo Nacional y que fue creada por la artista visual María Verónica San Martín confluyen más elementos.

Crédito: Alejandra Undurraga y Catalina Riutort.

El eje central de la exposición es un audio de espionaje, situado en 1978, entre Paul Shaffer y jerarcas del nazismo donde se habla de una cuenta bancaria en Bonn y de traer armas y tecnología a Chile. Todo hablado en código, donde la palabra niño significa en realidad militar; boda significa guerra y juguete significa arma.

“Si lees frases, te das cuenta de la pérdida de semántica, porque hablan constantemente en un lenguaje banal y de repente meten el código. Entonces el lenguaje como de Segunda Guerra Mundial se transporta a Chile”, dice Verónica San Martín.

Ese es un audio de las 55 cintas electromagnéticas que el abogado de las víctimas de Colonia Dignidad, Winfred Hempel, pudo extraer del entretecho de  lo que ahora se conoce como Villa Baviera, en 2012, y que fue entregado a San Martín con fines artísticos.

Además del audio, la exhibición cuenta con documentos de Colonia Dignidad asociados a la dictadura que fueron confiscados por la PDI hace 13 años, y que ahora son parte de la colección del Archivo.

No es primera vez que San Martín explora en la postmemoria. Empezó en 2012, cuando decidió reinterpretar libros de artistas a través de un acto performático, y siguió escarbando con una reinterpretación del Informe Rettig, donde el final queda abierto. De igual manera, trabajó exhibiendo los contrapuntos de Villa Grimaldi, donde convivía el horror y la belleza exterior que la circundaba.

Y siguió en “The right to know”, donde dibujó retratos de DD.DD. con carboncillo sobre cortinas de baño, cuyos rostros se desdibujaron con la lluvia. Además de “Make the economy scream”, donde puso rostros de víctimas en pequeñas cajas de cobre que al abrirlas muestran el reflejo de uno mismo. Siempre aludiendo a que ese pasado también es un presente que involucra a todos.  

“Me sorprende mucho que Colonia Dignidad aún no sea un sitio de memoria y que haya 10 fosas de detenidos desaparecidos. Es un sitio privado, sigue todo muy hermético. En el fondo, sigue funcionando igual que un enclave”, dice San Martín, quien visitó el lugar devenido en centro turístico. “Hay un hotel donde puedes dormir, hay motos para hacer paseos, te hacen un tour arriba de una camioneta antigua y te cuentan la historia, pero no te cuentan que en el río tiraban los cuerpos”.

A modo simbólico, la artista llevará un dossier con toda la documentación que recopiló ante La Haya, Holanda. Hasta allá, al Museo Meermaanno, se trasladará la exposición que profundiza en las violaciones cometidas por los jerarcas de Colonia Dignidad, y que, hasta hoy, siguen impunes.

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