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Actualizado el 16 de Agosto de 2019

Kel Calderón ofició de oradora y relató su viaje a Corea: “Aprendí a leer coreano, pero no entiendo lo que leo”

La influencer relató su experiencia ante un poco más de cincuenta personas en un íntimo encuentro que desató risas y mostró una faceta de cercanía con sus fans de la hija de Raquel Argandoña.

Por Rodrigo León
Kel Calderón
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Son pasadas las siete de la tarde y la terraza del Novotel, ubicado en la comuna de Las Condes, alberga a poco más de 50 personas que esperan impacientes la presentación de Kel Calderón para Education First (EF). La hija de Raquel Argandoña estuvo dos semanas viviendo en Seúl, Corea del Sur, invitada por la empresa para aprender el idioma asiático, donde vivió más de una experiencia que quiso compartir.

Su público es principalmente adolescente, quienes, en algunos casos, llegaron acompañados de sus padres. Aunque el evento estaba programado para las 19 horas en punto, una entrevista al programa Intrusos que concedió la influencer atrasó todo. Fue cerca de las 19:30 y tras sortear una serie de inconvenientes técnicos como problemas con el micrófono y el proyector, Calderón comenzó.

Según comentó Calderón a EL DÍNAMO, quiso que la charla fuera “divertida” y no tan “latera”. A Kel se le vio relajada y logró captar la atención de los asistentes con su tono coloquial a la hora de relatar su experiencia en una ciudad donde el idioma se presentó como su gran inconveniente.

Kel Calderón viajó acompañada de Óscar Andrée, su fotógrafo personal, con quien asistió a diversas clases en las dependencias de EF en Seúl, a quienes agradeció cada vez que pudo por la oportunidad de realizar este viaje. Según contó, allí “se parte con esto de conocer el abecedario, cómo se dividen, cuáles son las vocales y consonantes”.

Yo aprendí a leer coreano, pero no entiendo lo que leo, estoy en esa etapa. Aprendí cómo funciona su abecedario, la logística, el método. Puedo hablarles, si alguien entiende me va a entender, pero yo no voy a poder”, aseguró, desatando la risa de todos los presentes.

También se dio el tiempo de contar diversas anécdotas como cuando se perdió siete horas en la capital coreana, cómo enfrentó las once horas de diferencia que existen con Chile, las altas temperaturas y los detalles que daban cuenta de cómo la cultura coreana dista mucho de la latinoamericana.

Eso lo sumó a algunas recomendaciones, como por ejemplo comprarse un chip para el celular y así descargar las aplicaciones que existen en Corea. ¿La razón? Ni WhatsApp, ni Google Maps o Uber son opciones viables al otro lado del mundo. “Google Maps no funciona, Whatsapp no lo usa nadie. Ellos funcionan con sus propias aplicaciones a través de una red que se llama Cacao: Cacao Mensajes, Cacao Taxis, etc.”, relató.

¿Datos freak? En Corea trabajan en promedio diez horas diarias de lunes a domingo, se cuidan en exceso del sol, exigente puntualidad, grandes distancias en la misma ciudad y mucho respeto por el espacio personal.

Finalizada la charla, Kel Calderón no tuvo problemas en conversar de manera más íntima con quienes llegaron a compartir con ella. Y claro, más de alguno se terminó tomando una selfie con su ídola.

-¿Qué te motivó hacer este viaje a Corea?
-Hace mucho quería viajar a Corea. Yo trabajo con Óscar (Andrée, su fotógrafo) y un equipo que son todos medios fan de la cultura coreana. Siempre las reuniones son en algún lugar coreano en Santiago, nos gusta mucho el Kpop y somos fans del Kbeauty. De repente, EF (Education First) me propuso hacer un viaje a Londres inicialmente, pero me dijeron ‘si te tinca otro lugar, lo podemos conversar’. Viendo el catálogo aparece Corea del Sur y me pareció una muy buena opción. Hay muchas escuelas que ofrecen aprender inglés, pero me pareció de EF que tiene otros idiomas que son más extraños para el chileno. Soy una convencida que la cultura coreana está creciendo aquí en Chile: a través de la comida, de la música, de la cosmética. Entonces, intuía que iba a haber buena recepción porque hay muchas personas que les interesaba saber más de un país que está tan lejos de nosotros. Lo propusimos, aceptaron y decidimos ir a aprender coreano, lo que uno alcanza a aprender en muy poquitos días, pero mostrar la experiencia de estos cursos que se imparten y que se pueden hacer, y de lo bonito que es hacerlo en la ciudad misma que te hace aprender mucho más rápido, te expone a distintos desafíos que estudiarlo a distancia.

-¿Cómo te enfrentaste a este choque cultural entre dos países tan distintos?
-Es súper impresionante. Creo que siempre uno tiene que viajar con mucha humildad de que es un lugar distinto al tuyo y tienen sus propias costumbres, y no juzgar, porque si llegas juzgando es muy complicado que puedas conocer el lugar al que estás viajando. Son muy distintos a nosotros, no creo que mejor o peor, pero sí es muy diferente, hacen las cosas de manera muy distinta con el tema de la edad -por ejemplo-, o las mismas formas que tienen para relacionarse. Nosotros los latinos somos muy de toquetearnos y somos cariñosos, ellos son más respetuosos del espacio personal; son muy colaboradores en la calle, la comida es distinta. Y así un montón de cosas, estar en una ciudad de 25 millones de habitantes es tremendo porque te puedes perder muy fácil.

-Otra de las cosas que mencionaste en la charla es que trabajan cerca de diez horas diarias, prácticamente de lunes a lunes. ¿Cómo viste ese estilo de vida allá?
-Creo que es una población en general que está muy acostumbrada a largas horas de trabajo. Tienen esta filosofía del “pali pali” que es hacer todo rápido y todo para ayer y muy efectiva. Son súper puntuales, súper trabajadores, súper competitivos también. Desde chicos se les enseña a los niños a ser el mejor en lo que sea que hagan. Creo que su idiosincracia funciona bajo esa regla y no me parecieron que fueran personas particularmente estresadas, pero no comparativamente con otros países que tienen un problema con esto. Sí son personas que disfrutan mucho de su trabajo, les gusta mucho trabajar, son muy efectivos. No sé qué harían con más tiempo libre. Creo que por eso tienen el país que tienen, que es impresionante en cuanto a tecnología, es súper seguro.

-¿Cómo te sentiste en este rol de oradora donde un grupo de más de 50 niñas vienen a escucharte y te ven como un ejemplo a seguir?
-Me siento como una interlocutora, como un canal entre una cosa y otra. Yo sentía, y tenía esta inquietud, de que había mucha gente que le podría interesar este destino en particular, lo hice y me invitaron a una charla a contar mi experiencia. Trato de hacerlo lo más divertido y no latera posible, contar cosas que sean útiles porque para buscar el dato duro de una ciudad, lo puedes googlear. Creo que la gracia de la charla es contar desde la experiencia qué datos sirven. Si la gente tiene ese interés es deber de uno, que tiene la posibilidad de hacer de canal. Me impresionó que habían algunas que vinieron con la mamá a ver si mandaban a sus hijas para allá. Uno tiene una responsabilidad tremenda, en general soy muy cuidadosa con las cosas que recomiendo porque soy consciente de que al otro lado hay niños que están recibiendo tu mensaje. Es bonito cuando uno recomienda cosas que tú sabes que funcionan, que es bueno porque lo probaste, así que ojalá les sirva y las personas que veían Corea como algo súper lejano y mítico, está ahí, a la mano.

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