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18 de Marzo de 2020

Italia no puede llorar a sus muertos: fallecidos por coronavirus no tienen funerales ni despedidas

Son más de 2 mil cadáveres y los ataúdes se amontonan ante la falta de recursos de las morgues y los crematorios.

Por Gabriela Romo
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Italia tenía más de 2 mil 500 fallecidos desde la llegada del coronavirus, convirtiéndose en el segundo país del mundo más afectado por esta pandemia.

El aislamiento decretado en Italia para las personas contagiadas con coronavirus y sus familiares, ha llevado al país a vivir situaciones límites como el de una mujer en Liguria (noroeste) que tuvo que quedarse encerrada con el cadáver de su marido tras haber dado este positivo por el virus.

El hombre, que padecía síntomas similares a los del COVID-19, murió durante la noche de 12 de marzo, por lo que su esposa llamó inmediatamente a los servicios sanitarios, que al llegar al domicilio se negaron a entrar y advirtieron de la necesidad de realizar una prueba por coronavirus.

Tal como informan medios de Italia, son necesarias 24 horas para conocer el resultado de la prueba, antes de las cuales los fallecidos no deben ser trasladados a ninguna parte, situación que el alcalde de la localidad ha definido como “surrealista”.

Otro dramático caso es el de Renzo Carlo Testa, de 85 años de edad quien murió la semana pasada en un hospital en el norte de la ciudad de Bérgamo en Italia.

Su cadáver pasó cinco días en la iglesia del cementerio local esperando ser cremado. Su esposa, Franca Stefanelli, pidió a las autoridades locales poder despedirlo, solicitud que fue rechazada al estar ella y toda su familia en período de cuarentena.

“Es algo extraño”, dijo Stefanelli a The New York Times. “No es enojo, es impotencia por este virus”, dijo.

Uno de los grandes problemas que se está presentando en Italia es la acumulación de fallecidos.

Ya son más de 2.500 muertes y los ataúdes se amontonan ante la falta de recursos de las morgues y los crematorios.

Tampoco hay suficientes máscaras o guantes para manejar los cuerpos.

“Desafortunadamente, no sabemos dónde colocarlos”, explicó Marco Bergamelli, uno de los sacerdotes de la iglesia de Todos los Santos en Bérgamo, donde los ataúdes se acumulan día tras día.

El hombre precisó que mueren diariamente centenares de personas en la zona, y que se necesita más de una hora para incinerar un cuerpo.

“Para nosotros, es un trauma, un trauma emocional”, manifestó al medio estadounidense Alberto Ceresoli, quien edita el periódico local L’Eco di Bergamo, donde los obituarios publicados se multiplicaron a niveles nunca vistos: de una página a diez diaria.

“Estas son personas que mueren solas y que están enterradas solas. No tenían a nadie que les sostuviera la mano y los funerales tienen que ser pequeños, con una oración rápida del sacerdote. Muchos de los parientes cercanos están en cuarentena”, relató.

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