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Actualizado el 22 de Agosto de 2020

La reconstrucción del escándalo de Nano Calderón

El pasado martes, el joven de 23 años fue formalizado por tenencia ilegal de armas, parricidio frustrado, daños y amenazas.

Por
Hernán Nano Calderón
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La atención de la opinión pública se ha volcado en la última semana y media a conocer mayores detalles del caso de Hernán “Nano” Calderón, quien desde el pasado martes se encuentra cumpliendo prisión preventiva como medida cautelar dictada por el Cuarto Juzgado de Garantía tras la audiencia de formalización por los delitos de tenencia ilegal de armas, parricidio frustrado, daños y amenazas.

Solo en los últimos días se han conocido nuevos detalles de la disputa que terminó con el abogado Hernán Calderón Salinas internado en la Clínica Alemana tras ser acuchillado por su hijo. Su actuar, sin embargo, habría sido causado por un supuesto abuso sexual de su padre a su pareja Rebeca Naranjo.

A continuación reconstruimos paso a paso lo que ha sido este escandaloso caso que dejó a Nano Calderón internado en una clínica siquiátrica hasta que esté “compensado” para luego ser trasladado a Santiago 1.

La mudanza

Todo comenzó cuando Nano Calderón junto a su pareja, Rebeca Naranjo, se mudaron al departamento de Hernán Calderón Salinas, luego de que este último se los propusiera. Y es que la pareja tenía planificado un viaje y no podían costear vivir solos, por lo que decidieron dejar en arriendo el inmueble.

Según consignó Naranjo en su querella por abuso reiterado contra el abogado, la relación con él se mantuvo lejana los primeros meses por las largas jornadas laborales. Pero con el paso del tiempo, comenzó a cuestionar las conductas que tenía con ella. Cuando él estaba de viaje, “me llamaba mucho, pero yo siempre lo tomé como un padre preocupado y como Nano no lo atendía, yo le respondía las llamadas. Me preguntaba por Nano y por mí. Hasta ese momento nunca lo tomé incómodo”, explicó en el Bienvenidos.

“En un principio, yo consideré que era una actitud de padre preocupado, no obstante, al pasar el tiempo los llamados fueron incrementando, esta vez preguntando específicamente por mí y mi ubicación. Frente a esto, yo le consulté la razón de sus llamados constantes y él me señaló que como vivía en su departamento yo le debía explicaciones, lo que en ese momento entendí como una regla de su hogar”, complementó en el documento judicial.

Cuestionables actitudes

Ya en marzo de 2020, la situación comenzó a agravarse. El 8 de marzo “se acerca a mí mientras yo estaba cocinando, él me agarra por las caderas, me da un beso en cada mejilla y me dice ‘descansa’. Aquello para mí fue bastante incómodo, sentí que fue inapropiado”. Once días más tarde, mientras buscaba unas cajas en la habitación de invitados, “estando yo agachada, siento que me tocan el cuello y los brazos, yo instantáneamente pensé que era mi pareja, pero grande fue mi sorpresa al percatarme que era su padre. Yo estaba muy nerviosa y me quedé completamente paralizada, comencé a cerrar las cajas para irme a mi pieza, y antes de que pueda levantarme el Sr. Calderón Salinas me dice ‘tienes la piel rica, suavecita’”.

“Luego de eso me paro rápidamente y antes de que pueda irme de la pieza me pregunta ‘¿Qué tienes allí?’, señalando la parte posterior de mi short, me doy vuelta a mirar para ver a qué se refiere y en esos instantes siento que don Hernán Calderón Salinas me está levantando el short y pone la palma de su mano en mi glúteo. Lo único que pude hacer fue correr a mi pieza, tenía mucho miedo, temblaba, me sudaban las manos, no sabía qué hacer. Quedé en blanco y comencé a llorar, me tuve que bañar para quitarme el olor a su perfume”, contó Naranjo en la querella.

Tras estos episodios, pasó unos días en la casa de su hermana. A una hora de haber salido del departamento, Calderón Salinas la llamó y le envió mensajes para preguntarle sobre su paradero. “Finalmente decido responderle que tenía el celular en la cartera, y automáticamente el querellado elimina los mensajes que me había enviado”, destacó.

Luego de haber regresado, Naranjo le propuso a Calderón Argandoña ir unos días a Pelarco. Esto se concretó a principios de abril. Días después, volvieron al departamento tras recibir una invitación a un asado en el que estuvo presente la pareja del abogado, Patricia Ramírez. Durante esa instancia, “empezamos a hablar de mi negocio de venta de bikinis y yo señalo que el modelo que más vendía eran los pequeños tipo colales”.

“Ante mi comentario don Hernán Calderón Salinas me dice que me pruebe uno para ver qué tan pequeños eran; ante esto doña Patricia le llama la atención y su hijo le dice que es un comentario inapropiado y fuera de lugar. Yo sólo guardé silencio. Me atrevería a señalar que este fue el momento en que Hernán Calderón Argandoña comenzó a percatarse del comportamiento lascivo de su padre hacia mí”, agregó.

El 22 de mayo, tras pelear con Nano, Naranjo durmió en la habitación de invitados. Cuando ya estaba acostada, Hernán Calderón entró, por lo que decidió hacerse la dormida. Aún así, “el querellado se da cuenta de que estoy despierta y me pregunta cómo me sentía después de la discusión con su hijo. Sorpresivamente, siento su mano dentro de mi pijama al nivel del pecho, me estaba tocando los senos, en ese momento logré reaccionar y le quité bruscamente su mano de mi busto. Él se retiró, pero en mi cabeza siempre estaba el miedo de que los episodios se volvieran a repetir”.

El comienzo de la violencia

Finalmente en junio decidió irse de una vez por todas del departamento. Cuando esperaba a Laura, la asesora del hogar que había ido a buscar un carro para llevar sus cosas al auto, Calderón se acercó y le pidió que no se fuera. “Yo quería que tú fueras mía, ¿no te atreves?”, le dijo, tomándola del brazo.

El 5 de junio se reunió con Nano Calderón para poder ir a buscar unas pertenencias, cuando le preguntó qué era lo que pasaba y por qué no volvía. Ante su consulta, decidió contarle la verdad de su padre. Pero el estudiante no reaccionó de buena manera y volvió al departamento.

Minutos después la llamó por teléfono y en alta voz le pidió que repitiera lo que había dicho. Ante las acusaciones, Calderón Salinas desmintió todo.

Ese mismo día, según consta en la querella del abogado contra su hijo, Nano Calderón amenazó a Hernán mientras estaba tomando un baño de tina e incluso lo apuntó con una pistola en el pecho. “¡Te voy a matar weón! ¡Maldito concha de tu madre, te voy a matar!”, le decía enfurecido. Pese a la amenaza, el joven terminó disparando contra un espejo en el dormitorio. Además, Calderón Argandoña le exigió el pago de 11 millones de pesos, pero reunió sus cosas y se retiró de la vivienda.

Al día siguiente volvió nuevamente para pedir el pago de dicho monto. Su padre le explicó que solo podía hacer transferencias de cinco millones de pesos, monto que finalmente le depositó esperando que esto lograra calmarlo, lo que no ocurrió. Su hijo decidió destrozar todo lo que encontró a su paso con una cortapluma mariposa. Rompió “diversas vasijas y floreros que se encontraban en la mesa del living arrojándolas violentamente por los aires contra la mesa de vidrio del comedor y la lámpara de lágrimas suspendida encima, destruyendo todo (vasijas, floreros, lámpara de lagrimas, sillas de comedor y mesa de vidrio) por completo”. A eso se sumaron varios ternos que tenía colgados y que dejó inutilizables. Hernán Calderón aseguró que intentó detener a Nano, pero terminó recibiendo varios golpes en su rostro.

Durante la audiencia de formalización de este martes, la Fiscalía aseguró que Calderón Salinas no había denunciado a su hijo “por vergüenza”.

11 de agosto

La tarde de ese 11 de agosto, Nano Calderón le pidió su celular a Rebeca Naranjo y minutos más tarde salió raudo. Ella, según contó en su querella, recibió “una llamada telefónica de Laura, la asesora del hogar del Sr. Calderón Salinas, y contesta ‘ok Laurita, voy para allá’. En ese instante Hernán Calderón Argandoña toma su celular y le toma foto a mi teléfono, yo le pregunto qué hace, él no respondió, yo solo pude observar que en mi celular estaba abierta la conversación de WhatsApp con su padre. Él me entrega mi celular, me dice que nos vemos en un rato y se retira del departamento”.

Cerca de las 17 horas, el estudiante de Derecho llegó en su Camaro al edificio donde vive su padre. Subió con un bolso por el ascensor y entró al departamento, pese a las advertencias de Laura.

El abogado señaló en “ante el ruido que se producía y sabiendo que se trataba de mi hijo, quien me había agredido reiteradamente en el pasado (…) Me acerqué al hall de entrada y le dije: ‘Hernán basta, está la Pati’, refiriéndome a mi pareja, para que intentara guardar compostura”.

“‘Mejor que esté. Contigo quería hablar’, dijo, increpando a mi pareja. ‘Mira con el conchatumadre con el que estay (sic)…’”, a lo que comenzó un forcejeo entre ambos. Patricia Ramírez intentó intervenir, pero el joven la lanzó, provocando que se golpeara la cabeza “en una mesa de arrimo, yo no podía creer lo que veía, mientras intento ayudarle, mi hijo vuelve al ataque en mi contra, profiriéndome múltiples puñetazos hasta que finalmente logra arrojarme al piso”.

Calderón Argandoña sacó un cuchillo corvo de su pantalón, “me ataca de frente, intentando apuñalarme en el estómago, fallando sólo por mi reacción, dándome el ataque en mi antebrazo izquierdo mientras me gritaba ‘¡Ahora sí que te voy a matar maldito concha de tu madre! ¡Vay a ver wea culiao como ahora sí te mato! (sic)’”. En ese momento, Calderón padre tomó a su hijo de la cintura para sacarlo, recibiendo una puñalada en la mano derecha. “Acto seguido, ambos caímos al piso quedando los dos boca abajo con los pies al interior del departamento y el torso en el pasillo del edificio, Hernán Calderón Argandoña sobre mí”.

Acto seguido, inmovilizó a su padre en su “mano derecha con su mano izquierda, y con la derecha donde sostenía el cuchillo, procede a apuñalar múltiples veces mi mano derecha gritando: ‘te voy a matar’. De esa forma intentó desgarrar la mayor cantidad posible de tejido de mi mano, con el fin asumo -dado su movimiento y acción- de amputarla”.

Ante el revuelo que estaba causando la pelea, maestros aparecieron en el pasillo desde otro departamento, logrando detener al joven, quien tomó el ascensor para retirarse. Según el video que se difundió el día martes, Calderón Argandoña se tomó una selfie donde recalcó las manchas de sangre que habían quedado en su ropa.

La búsqueda

Tras este episodio, Hernán Calderón Salinas presentó una denuncia que provocó que Nano fuera buscado por Carabineros, manteniéndose prófugo durante seis días. En ese periodo, su departamento fue allanado por uniformados, quienes encontraron armas, municiones y drogas de consumo personal.

En esos días, además, se habló de la defensa que le entregó un amigo a través de redes sociales. “Injusto que se aprovechen de que no esté una persona, se metan a su casa y violen la propiedad privada, siendo que no es necesario y la circunstancia no lo amerita. Y sacan cosas de uso particular que están debidamente inscritas y hacen malos comentarios de aquello”, declaró en un video.

“No sé cómo puede haber tanta maldad detrás de un padre. Es fuerte lo que dije”, dijo, para luego agregar que “no corresponde lo que están haciendo” con su amigo y que “uno ahora se cuestiona por qué la ley es así”.

Finalmente, el lunes 17 de agosto se informó que Nano Calderón había sido internado en la clínica psiquiátrica El Cedro, ubicada en la comuna de La Reina. Hasta ese lugar llegó Carabineros para notificarlo de su detención y de la formalización que se llevaría a cabo al día siguiente en el Cuarto Juzgado de Garantía.

Prisión preventiva

Cerca de las diez de la mañana, Nano Calderón fue trasladado por Carabineros hasta el Centro de Justicia, para dar inicio a un nuevo episodio del escandaloso caso. A las 12:25 hrs. se inició la audiencia de formalización, donde se mostraron todas las pruebas que existían en su contra.

Aunque su defensa intentó derribar la postura del Ministerio Público, finalmente la jueza Andrea Díaz determinó que Hernán “Nano” Calderón Argandoña era un peligro para la sociedad, por lo que determinó la medida cautelar de prisión preventiva. Sin embargo, en primera instancia el joven no la cumpliría en un centro penal, sino que en la misma clínica privada donde se encontraba. Eso, hasta que su médico tratante considere que fue “compensado”, para luego ser trasladado hasta Santiago 1.

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