Les falta alimento: Cisnes de cuello negro abandonan laguna El Peral
José Luis Brito, perito en fauna silvestre del Museo de Ciencias Naturales en San Antonio, explicó que la huida de las especies podría indicar que el cuerpo de agua del humedal ya no tiene comida para estas aves, además se espera que los kitesurfistas que ingresan a molestar a las aves no los hagan huir.
El pasado sábado 6 de abril, los guardaparques del Santuario de la Naturaleza Laguna El Peral en Las Cruces (Quinta Región), detectaron que los pocos ejemplares de cisnes de cuello negro que aun quedaban en el humedal, literalmente se estaban “saliendo de la laguna”, optando por caminar fuera de la seguridad del lugar.
El sitio ya había sido clausurado en marzo de 2012 por la Conaf de la Quinta Región, dados sus altos niveles de contaminación, consigna La Tercera.
De hecho dos de ellos debieron ser capturados, dando aviso al Centro de Rescate y Rehabilitación de Fauna Silvestre de San Antonio, cuyos funcionarios los retiraron y trasladaron para su recuperación; esto luego de que se detectara que se trataba de animales jóvenes y estaban muy flacos.
En estos momentos sólo queda un cisne en el sitio, que aparentemente podría ser hermano de los dos capturados.
José Luis Brito, perito en fauna silvestre del Museo de Ciencias Naturales en San Antonio, explicó que la huida de las especies podría indicar que el cuerpo de agua del humedal ya no tiene comida para estas aves, lo que sería sin duda una subconsecuencia del evento de eutroficación que tuvo esta laguna el año 2012.
“Ya murieron 50 especies y en 2012 también migraron del sector patos, garzas y cisnes. Los últimos regresaron por las lluvias a fines del año pasado, pero este fin de semana se volvieron a ir”, agregó el experto.
Por ahora los guardaparques de Conaf de ese Santuario, permanecen expectantes ante la posibilidad que el joven cisne que aún queda en el humedal salga a caminar, corriendo serios riesgos.
Los ejemplares en el Centro, serán engordados y una vez rehabilitados serán liberados en la desembocadura del río Maipo, esperándose que los kitesurfistas que ingresan a molestar a las aves de este humedal les permitan vivir y no los hagan huir de uno de los pocos lugares seguros que tienen en la zona, a no ser por el flagelo descrito.
