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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La propagación de la ignorancia

El "mercado reacciona" con oferentes o consultores, que tampoco dominan en profundidad el problema y hacen un match perfecto con las bases de las licitaciones, mediante propuestas genéricas y con palabras como "Sustentabilidad", "Responsabilidad Social" o "Trabajo con la comunidad.

Por Alex Godoy
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Hace algunas semanas tuve la oportunidad de participar nuevamente en la conferencia de innovación verde en el estado de Wisconsin y que este año llevó por tema “Calefaccionando el Medio Oeste”, congregando a empresas de biomasa, organizaciones civiles, representantes estatales e investigadores durante dos días.

Uno de los detalles que siempre ha llamado mi atención, es que el tipo de asistentes de la empresa privada varía desde expertos técnicos a gerentes y presidentes de compañías, quienes no se van después de las dos primeras charlas del primer día, sino que se quedan hasta el final de las ponencias.  Y es que aprovechan los espacios comunes como áreas de socialización  para preguntar acerca de los más diversas temas. Allí no hay espacio para muchas fotos o para el “Fashion Conference”. Es más, en los cursos pre y post conferencia, a los cuales he sido invitado como profesor internacional, las más altas cúpulas empresariales destacan como los principales asistentes, además asombra el dominio que poseen no solo del negocio de sus compañías, sino también técnico, un dominio al más alto nivel de lo que en Chile se denomina “la alta gerencia”.

En Chile, y basado en mi experiencia, al conversar con una masa no menor de tomadores de decisión en servicios públicos y empresas privadas, la realidad es completamente opuesta. Al preguntar cuando fue la última vez que se asistió a un programa oficial de formación, las respuestas varían desde “no he tenido tiempo”, “yo mando a mi gente” o hasta confundir charlas de invitados internacionales con fuentes de aprendizaje o eventos de divulgación; y aún peor, a muchos he escuchado hablar con propiedad acerca de temas que solo han leído en revistas de divulgación masiva o informes digeridos por otros, dando pie al “yo no necesito capacitarme” o “la capacitación es para otros”. Incluso, ni siquiera se conversa con otras áreas de las organizaciones las que pueden aportar a la creación de sinergias.

¿En qué parte de la formación profesional olvidamos la relevancia de los procesos de educación continua? Algunos llegan hasta a mirar de mala manera la sola idea de socializar que están realizando algún curso, programa de postgrado o diploma por temor a ser vistos “mal por otros pares”. La única excepción está dada por que el interlocultor sea considerado un par dentro de una suerte de club. De hecho, conversando con colegas de otras casas de estudio, la percepción es similar, repitiéndose un patrón interesante que al final nos conduce a la “propagación de la ignorancia”. ¿A que me refiero?

A través de los años han sido pocas las veces en que he aceptado la invitación a ser consultor en algún tipo de proyecto o postular a algún tipo de licitación debido a diferentes razones que tienen relación con lo que esta ocurriendo en Chile con el tema de la sustentabilidad.

En numerosas columnas he escrito acerca de la visión reduccionista en la que las organizaciones e individuos han caído al abordar estas temáticas, lo que, a mi juicio, genera un círculo que refuerza y propaga la ignorancia.Tal círculo reforzatorio no sólo se reduce a los temas en sustentabilidad, también alcanza a muchos otros ámbitos de la sociedad, donde al final la cultura en la que estamos inmersos es la que propagar tal ignorancia.

Hace poco mas de un año me di el tiempo de leer los llamados a licitación o consultorías de diversas organizaciones en Chile. Para mi sorpresa, lo solicitado por el proponente – en no pocas ocasiones- condujo a lo que, según mi mirada, debieran ser temas que las propias organizaciones tendrían que manejar ya que apuntan al corazón del negocio. Un ejemplo es la solicitud de consultores externos para servicios de evaluación ambiental, los que debieran ser básicos en organizaciones que manejan recurso naturales y que además se autodenominan como sustentables.

Investigando lo anterior, logré dar con el modelo de propagación.  Cuando numerosas organizaciones se ven enfrentadas a problemas y desafíos nuevos, quien toma la decisión muchas veces no posee los conocimientos suficientes para analizar el problema en su conjunto e identificar qué pedir. Por ello, se remite a su experiencia en la creación de bases y condiciones que muchas veces no solucionan el problema de fondo.

Al respecto, el “mercado reacciona” con oferentes o consultores, que tampoco dominan en profundidad el problema, y hacen un match perfecto con las bases de las licitaciones, mediante propuestas genéricas y económicamente atractivas para hacer más de lo mismo pero camuflado de palabras como “Sustentabilidad”, “Responsabilidad Social” o “Trabajo con la comunidad” y así se propaga la ignorancia. Esto deja fuera a otros que si dominan el tema, pero que dado su lenguaje más complejo y nuevo, lucen a ojos del proponente como algo que no existe y que no posee evidencia, cuando en realidad los que sobran son los analfabetos en sustentabilidad basados en el “Copy and Paste”. Ahora estos nuevos actores que si dominan el tema, para sobrevivir, deben ajustarse a las bases haciendo más de los mismo, incubando frustraciones y generando una alta movilidad de expertos con poco avance en materias de desarrollo.

La propagación crece como una bola de nieve, alcanzando hasta la comunidad que empieza a creer que de verdad las organizaciones están trabajando de forma conjunta, cuando en realidad prima la ignorancia y  las mesas de trabajo tienden a no avanzar dado que el origen de las fallas es mucho más profundo. Es más, cuando los problemas no son solucionados se cae en la importación de conocimientos, pidiendo más lo mismo pero a “expertos internacionales” que finalmente responden a lo solicitado.

Tal visión reduccionista ha llevado a que todo sea evaluado bajo un prisma económico y en donde ejemplos como la planta de Freirina o HidroAysén no avanzaron a pesar de tener un flujo positivo en el papel, siendo el origen de su caída mucho mas profundo. La visión reduccionista ha llevado a creer a las empresas que por tener un reporte de sustentabilidad GRI o por aparecer en indicadores como el Sustainability Dow Jones se convierten en sustentables, es como si ser miembro OCDE nos volviera desarrollados.

Lamentablemente, los desafíos actuales nos fuerzan a desarrollar una visión holística que va totalmente en contra de la visión reduccionista a que estamos acostumbrados, y lo que es peor, es que el conocimiento anterior ya no nos está siendo útil, obligándonos a una actualización continúa en donde hasta hoy ha primado la propagación de la ignorancia.

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