Las nuevas ventajas competitivas: responsabilidad social y sustentabilidad
Los conceptos de responsabilidad social y sustentabilidad son también una tendencia global irrefrenable e irreversible, sobre todo en virtud de la amenaza del cambio climático y como está afectando el medio ambiente y la disponibilidad de recursos naturales tales como el agua y la tierra.
Fernando Yanine es Académico externo de Industrias USM Vitacura. Dr. en Ciencias de la Ingeniería
Antiguamente bastaba con tener un negocio que tuviera una buena rentabilidad por la inversión realizada y que legalmente estuviera todo en regla, sin preocuparse mayormente de la comunidad o por las externalidades negativas que las operaciones de la empresa pudiesen generar. Así empresas como Pizarreño, y otras altamente contaminantes como las empresas de manufactura que empleaban químicos, solventes, caucho, ácidos y metales de diversa índole, entre otros productos, podían contaminar el ambiente sin mayor problema.
Hay suficientes casos en la historia -no sólo en Chile- que ilustran esto. Sin embargo, la cosa ha cambiado; las empresas y otras organizaciones están buscando desarrollar sus ventajas competitivas teniendo como ejes dos principios: responsabilidad social y sustentabilidad. Esto no solamente ocurre en los países desarrollados sino también en Chile, donde existe un buen número de organizaciones con programas y políticas en esta materia.
Hoy por hoy, existe un nuevo orden en la creación de estas ventajas competitivas empresariales. Los conceptos de responsabilidad social y sustentabilidad son también una tendencia global irrefrenable e irreversible, sobre todo en virtud de la amenaza del cambio climático y como está afectando el medio ambiente y la disponibilidad de recursos naturales tales como el agua y la tierra.
El concepto de sustentabilidad evolucionó a lo largo de los años ‘70 y ’80 hasta convertirse en lo que conocemos hoy y fue descrito formalmente por los 27 principios de la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo en 1992. Por otro lado, sabemos que las empresas responsables buscan minimizar los impactos negativos y potenciar los positivos dentro de sus operaciones y relaciones con terceros incluyendo la autoridad.
Sin embargo, y mirando más de cerca, en Chile aún falta lo principal: una política de Estado de sustentabilidad y de responsabilidad social (RS) con una legislación moderna que incorpore específicamente un conjunto uniforme de normas, regulaciones e incentivos para avanzar en esta dirección, como un eje del desarrollo del país.
Hay diversos otros aspectos, criterios y relaciones que van más allá del medio ambiente y que también son parte de estos dos principios fundamentales. No debemos olvidar que la sustentabilidad abarca tres dimensiones: social, económica y ambiental y también sus interrelaciones. Más allá de esfuerzos e iniciativas aisladas de algunas empresas chilenas, universidades y otras organizaciones, hoy necesitamos una política de Estado en materia de sustentabilidad y RS. Una política donde las universidades pueden jugar un rol crucial ya que actúan en dos frentes: forman personas y crean y difunden conocimiento en la sociedad.
Son ellas las que al ir desarrollando sus programas de sustentabilidad asociados a distintos sectores de la sociedad y de la economía, pueden también ser un gran aliado del gobierno para cambiar este país y acercarlo más hacia una sociedad desarrollada, más justa e integrada y más equitativa y solidaria para todos sin importar clase social. En definitiva una sociedad donde cada uno importa, no solo aquel que compra mi producto y servicio y a quien cobro por él.