No solo es tema aquí: Derrame del Golfo de México contamina area del fondo marino mayor que Luxemburgo
A cuatros años del derrame, gran parte de los restos de crudo no salió a la superficie y aún está esparcidos en una zona de 3.200 kilómetros cuadrados en torno al pozo Macondo. Revisa la comparación con el caso de Quintero.
Una de las mayores incógnitas tras un gran vertido de petróleo es saber qué pasa con el crudo en aguas profundas. Así ha sucedido tras el accidente en la plataforma petrolera Deepwater Horizon en el Golfo de México.
En este último desastre medioambiental, ocurrido en abril de 2010, se vertieron al mar cinco millones de barriles de crudo. Unos dos millones de barriles nunca salieron a la superficie y, desde entonces, nadie tenía muy claro dónde habían ido a parar.
Cuatro años después del vertido, un estudio señala que los restos de crudo aún están esparcidos en una zona de 3.200 kilómetros cuadrados en torno al pozo Macondo. Es un área de fondo marino mayor que Luxemburgo y donde los investigadores calculan que hay unas 1,8 toneladas de hepano, uno de los componentes del crudo que menos se degrada. Los nuevos datos son la antesala de una nueva incógnita. La cantidad de crudo encontrada supone solo entre el 4% y el 31% de todo el petróleo que quedó “atrapado” en el fondo marino durante los 86 días que duró el vertido, consigna El País.
“Nuestra estimación es de mínimos, sabemos que no hemos conseguido detectar parte del crudo”, explica David Valentine, investigador de la Universidad de California en Santa Bárbara y director del estudio. “Lo más lógico es que el resto del petróleo esté esparcido en un área más grande o concentrada en otros puntos calientes fuera de ella”, añade el científico.
Parte del crudo que no afloró a la superficie se ha biodegradado gracias a la acción de los microbios marinos y otra parte sigue ahí cuatro años después. “En la próxima fase de este estudio esperamos averiguar cómo de rápida será la biodegradación del crudo que queda y si hay factores medioambientales que puedan acelerar el proceso”, apunta Valentine.
El equipo revisó más de 3.000 muestras de sedimento tomadas en 534 puntos alrededor del lugar del accidente. Tras usar el hopano como índice de la presencia de petróleo, ls resultados muestran que los restos se han acumulado de forma irregular en el primer centímetro del fondo marino en forma de “salpicaduras”, explica Valentine.
En su estudio, publicado en PNAS, los expertos señalan un patrón irregular en el que hay zonas más contaminadas que otras y a unas profundidades de entre 900 y 1.700 metros. La peor parte se registra en las zonas más cercanas al pozo.
Cómo estudiar los desastres ambientales y el caso de Quintero
Los datos confirman que hay comunidades de corales en el área afectada por el vertido submarino. Los investigadores apuntan en sus conclusiones que las zonas más contaminadas podrían ser las mismas en las que se han visto peores impactos en la fauna. Además, señalan que esta nueva forma de estudiar las partes menos visibles de los vertidos puede servir para entender mejor el comportamiento del crudo y cuánto tardan las comunidades de microbios en degradar los residuos. “Llegados a este punto lo único que podemos hacer es observar el proceso natural y pensar en cómo podemos evitar incidentes como estos en el futuro”, apunta Valentine.
En Chile, de cara al derrame protagonizado por el buque Mimosa, el pasado 24 de septiembre en la bahía de Quintero y que abarcó según los datos de Enap a 22 mil litros de crudo, el experto en sustentabilidad y académico de la Universidad de Barcelona y visitante del Departamento de Industrias USM, Patricio Rubio, ha destacado que en una primera etapa los más afectados han sido todos los elementos vivos (peces, algueros, moluscos, crustáceos, aves, entre otros) que luego transmitirán mediante la cadena trófica algunos contaminantes a seres y plantas que aún no nacen en el área. Por ello subrayó la importancia de “hacer una evaluación permanente durante los próximos años, sobre todo si se piensa en que algunos de estos productos pasen a ser consumidos por personas. Luego están los elementos inertes, en los cuales se adosa o integran las moléculas del contaminante que lentamente bajará los límites de concentración”.
Asimismo subrayó que “dejar todo en manos de la capacidad de resilencia del medio marino litoral (recuperación natural) en este caso alargaría el proceso de recuperación, ya que es una costa sometida a una fuerte presión de actividades antrópicas y tiene un nivel de degradación previo a este grave accidente”.