La Rebeldía Solar
El sistema energético chileno es caro, sucio, concentrador y usurero y su deslegitimación ante la ciudadanía es evidente.
Manuel Baquedano es Sociólogo de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, fundador y presidente del Instituto de Ecología Política, IEP, y autor de La Batalla de Ralco y Tu Huella Ecológica.
Si hay un movimiento innovador, silencioso pero muy eficaz en lograr sus aspiraciones, es el de los rebeldes solares. No sacan proclamas, no participan en manifestaciones, pero son cada día más y más los ciudadanos que de distintas maneras están practicando la rebeldía, la no cooperación con el sistema energético actual, que pese a bajar a nivel internacional en un 50 % el precio del petróleo en los últimos meses, nos anuncia para el próximo mes un aumento para los hogares chilenos de la tarifa eléctrica de cerca del 8%.
El sistema energético chileno es caro, sucio, concentrador y usurero y su deslegitimación ante la ciudadanía es evidente a tal punto que ya no es considerado por la mayoría de la población por su rol de interés público que cumple sino como una fuente de lucro y del cual no se puede prescindir y que hay que aceptar.
Por todas estas razones es que un sector importante de la población le agradaría prescindir de él y obtener de forma autónoma la energía que necesita, sin recurrir a las empresas que la generan y distribuyen. La revolución científico tecnológica y la reducción de los costos económicos que ha ocurrido en el sector de la energía solar ha abierto un ancho camino por el cual ahora transitan los rebeldes solares.
¿Quiénes son los rebeldes solares? Son todos aquellos que deciden aumentar crecientemente sus espacios de autonomía y libertad, procurándose por medio de la energía solar la necesaria para desarrollar sus actividades y satisfacer sus necesidades, prescindiendo sistemáticamente de esta manera del sistema energético existente en la sociedad. Es el joven que comienza cargar sus baterías con el sol, la mujer que comienza a utilizar cocinas solares, las familias que deciden instalar paneles solares para producir su propia electricidad en sus casas, sin pedirle permiso a nadie.
Muchas de estas actividades no son ilegales, pero tampoco son legales. Ellas se mueven en el amplio espacio de la “alegalidad” y donde sus aplicaciones dependen exclusivamente de los usuarios. Las distribuidoras eléctricas sólo pueden llegar hasta el medidor de la casa. Lo que ocurre hacia adentro es responsabilidad exclusiva de sus moradores.
Si ser un rebelde solar es utilizar el sol como un medio de independizarse de las fuentes externas de energía, entonces esto requiere una práctica cotidiana y sostenida de su uso incorporándola en el máximo de las actividades posibles. Por ejemplo, se puede prescindir de las pilas desechables, reemplazándolas por las pilas y baterías recargables ya no con la corriente eléctrica, sino con el sol directamente, incorporando a tu hogar un cargador solar.
Muchos alimentos se pueden preparar utilizando el sol como fuente de calor primaria. Existe ya una variedad importante de cocinas solares, muy eficaces. Lo que falta ahora son las recetas apropiadas, pues el tiempo de cocción es distinto según la fuente de calor que se utilice.
Tengo muchos conocidos que ya obtienen el agua caliente de su casa y la electricidad de instalaciones fotovoltaicas ubicadas en el techo de sus hogares.
¿Se necesita ser un rebelde para realizar estas actividades? Ciertamente que no, podría hacerlo cualquier persona. En este caso, la rebeldía se expresa en la voluntad sistemática de ir ampliando su uso independiente de los costos y dificultades que tiene la adopción de esta tecnología innovadora, y no deteniéndose hasta lograr la plena autonomía.
La rebeldía solar es una forma privilegiada que pueden tener los ciudadanos para participar en la creación de un nuevo sistema energético limpio, más económico y que distribuya más equitativamente los frutos del uso de las energías renovables.