La matemática del amor: cuentas, ecuaciones y teorías sobre el fin de la pasión
Frente al altar, prometemos querernos siempre. Creemos que esa unión a la que llegamos tan ilusionadas es un compromiso toda la vida. Malas noticias: la termodinámica y sus reglas nos confirman el fin del mito del amor eterno.
Tras años de noviazgo, siendo astrológicamente compatibles y teniendo mucho en común, llegar al altar y dar el sí parecía ser el camino obligado. Entre ilusiones, vestidos blancos y lágrimas, juramos amor eterno, nos pensamos juntos para toda la vida. Pero, antes de lo que creíamos, todo ese cariño desaparece, la pareja queda en la historia y la lista de “ex” suma un nombre. Buscamos causas, consecuencias, posibilidades, culpas. Y nada. Porque las explicaciones, en este caso, no las tiene un terapeuta, ni un coach emocional, ni un amigo que nos aconseja.
Y entonces, ¿quién? José Manuel Rey, profesor del Departamento de Análisis Económico de la Universidad Complutense de Madrid. ¿Cómo? El español elaboró un modelo matemático basado en la segunda ley de la termodinámica y en las ecuaciones de control óptimo normalmente utilizadas por los ingenieros de la NASA para explicar por qué se terminan las relaciones sentimentales.
El matemático publicó su investigación en la revista PloS One. En el artículo, propone una “segunda ley de la termodinámica de las relaciones de pareja”, según la cual es necesario un cierto esfuerzo para mantenerse juntos. Sus resultados, afirma Rey, indican que mantener el amor a largo plazo “es algo muy costoso y, con excepciones, casi imposible”.
Entonces, ¿nada es para siempre?
No. Las relaciones pueden durar pero para lograrlo es necesario mantener el equilibrio, que ambos miembros se esfuercen y, en ningún momento, descuidar el vínculo porque (y acá entra la matemática en el juego) “la dinámica de las cosas y la inercia, hacen que uno tienda a relajarse y a esforzarse cada vez menos”.
Y ahí llega el fracaso, que también tiene su explicación científica. De acuerdo al investigador, el esfuerzo es siempre mayor al principio de la relación y eso explica lo que él denomina la “paradoja del fracaso”: por qué muchas personas se casan enamoradas y comprometidas a vivir juntas para siempre pero no lo consiguen.
Desalentador, el modelo matemático es demasiado realista y un tanto cruel, “especialmente si lo aplicamos a la sociedad en la que vivimos, en la que prevalecen las políticas de poco esfuerzo y mucha recompensa“, finaliza Rey.
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