Es hora de respetar a las mujeres
En dos segundos, la Lawrence pasa a ser lo mismo que una conejita Playboy, que ese poto que viste ayer en Providencia, que la actriz porno que tanto te gustaba en tu adolescencia. Y eso es injusto. Es cobarde. Es desleal.
Oye hacker, durante dos segundos te seguí la corriente. Vi las fotos de la preciosísima Jennifer Lawrence desnuda que tú filtraste y que algún amigo me mandó por whatsapp y, era que no, como buen macho bruto, se las reenvié a otro amigo para que “disfrutara”.
Somos cómplices los dos, tú por ser un gran hijo de su chingada madre y yo por caer en tu juego. Soy casi tan basura como tú, es cierto, pero al menos me di cuenta rápido del error. Haber ayudado a viralizar las fotos de esta gran actriz me convierten en otro hombre más que colabora con la misoginia, el sexismo y la cosificación de la mujer. No fui consciente del tremendo daño que implica transformar el cuerpo de una fémina en recreo de colegio, en completada de Club de Toby, en fiesta onanista.
Jennifer Lawrence es actriz. Es ultra talentosa. Se ganó un Oscar por “El lado bueno de la cosas”, actuó como los dioses en “Escándalo Americano” y ha hecho una carrera notable con apenas 24 años. Pero cuando la reducimos a un cuerpo desnudo, cuando únicamente escudriñamos su anatomía, entonces nos olvidamos de sus méritos, de su currículum, de toda la pega que hay detrás de su éxito profesional.
En dos segundos, la Lawrence pasa a ser lo mismo que una conejita Playboy, que ese poto que viste ayer en Providencia, que la actriz porno que tanto te gustaba en tu adolescencia. Y eso es injusto. Es cobarde. Es desleal. Porque ella no vive de su cuerpo. Porque ella no aceptó ser expuesta. Porque su privacidad fue violada y destruida. Porque, una vez más, queda demostrado cómo las mujeres siguen siendo subestimadas y despreciadas en nuestra cultura.
Soy tu cómplice, hacker inseguro y cagón, porque ayudé a lograr tus morbosos y resentidos objetivos. Porque me pareció chori devorarme esas fotos recién llegadas a mi celular cual pan recién salido del horno. Porque contribuí a que más personas te aplaudieran por “compartir” tamaña mercancía.
En vez de denunciarte, te hemos hecho popular. En vez de hablar de un crimen flagrante, que es lo que hiciste y que espero te signifique pagar muy caro, millones de hombres (y, de seguro, algunas mujeres) interpretamos tu acto como un chiste. Yo no. Al menos, ya no. Así como alguna vez me prometí dejar de publicar en redes sociales a mujeres guapas por el solo hecho de ser guapas, ahora me comprometo a no volver a compartir fotos hackeadas. Aunque sea por whatsapp. Aunque sea a un solo amigo. No más. Es hora de respetar a las mujeres. Como le gustaba decir al ex presidente Piñera, 24/7.