Porque el Señor así lo quiere
"¿Pro vida de la adolescente violada y con embarazo inviable? No, claro que no. Seguro que ella usaba faldas demasiado cortas y debe haber sido cómplice de su violación".
Una adolescente chilena de 13 años, que habría sido violada, presenta un embarazo inviable. Es decir, el feto no va sobrevivir por que tiene deformaciones en el corazón. Pero como el Señor quiere que esa guagua nazca de todas maneras, la jovencita oriunda de Carahue, Región de la Araucanía, no tiene derecho a un aborto terapéutico.
Ni aunque se cumplan dos de las tres situaciones sobre las que se hace rato se discute la despenalización de este tipo de aborto en nuestro país: violación e inviabilidad del feto. Menos le interesa al Señor que la chica haya sido posiblemente violada por uno de sus familiares. Lo único que importa es la vida del ser que está por nacer.
¿Aunque su vida se extinga a los dos minutos de haber sido parido? Tal cual. Porque el Señor ama la vida de los inocentes, aunque esa vida sea sólo un acto simbólico, una especie de estornudo de realidad, un pestañeo de existencia. Hay que indicar con el dedo, dice el Señor, a quienes piensan que interrumpir este embarazo es una alternativa de humanidad y compasión.
Y, claro, hay que penalizar duramente a quienes lo hagan. Ni siquiera importa que la madre esté en riesgo. Lo único que cuenta es la vida del inocente, dice el Señor. Tampoco cuenta que el sistema de adopción en Chile sea tan pero tan perverso, que es mucho más posible que un niño sea abusado en los hogares del SENAME que entregado a nuevos padres que sí lo quieren. Da lo mismo, además, que los principales opositores al aborto terapéutico sean personas que tiene muchos hijos pero que rara vez adoptan uno.
Ellos son pro vida y eso es lo que espera el Señor. ¿Pro vida de la adolescente violada y con embarazo inviable? No, claro que no. Seguro que ella usaba faldas demasiado cortas y debe haber sido cómplice de su violación. Lo que cuenta, nos dice el Señor, es esa criatura inocente que debe estar nueve meses en el vientre de su madre y debe nacer. Porque el Señor, así como ama, exige, da órdenes y es taxativo. Ese feto angelical que no podrá vivir ni un día es lo que importa, dice el Señor.
No así las personas que ya existen y que sufren y que han sido violentados y que hasta pueden arriesgar su vida. Esos, que se las arreglen solos. Que paguen por pecadores. Porque el Señor así lo quiere. Alabado sea.