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27 de Abril de 2011

Messi resuelve un partido volcánico y polémico con un 2-0

Leo Messi resolvió la ida de semifinales de la Liga de Campeones en un partido volcánico, caótico, polémico, repleto de estrés, tensión y odio, que da ventaja al FC Barcelona para el partido de vuelta donde se decidirá el finalista que irá a Wembley el 28 de mayo. Una rigurosa expulsión de Pepe envolvió de nuevo un ambiente irrespirable, que sólo Leo Messi, con su talento supo aprovechar.

Por Redacción
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Leo Messi resolvió la ida de semifinales de
la Liga de Campeones en un partido volcánico, caótico, polémico, repleto
de estrés, tensión y odio, que da ventaja al FC Barcelona para el
partido de vuelta donde se decidirá el finalista que irá a Wembley el 28
de mayo. Una rigurosa expulsión de Pepe envolvió de nuevo un ambiente
irrespirable, que sólo Leo Messi, con su talento supo aprovechar.

Ni Real Madrid ni FC Barcelona optan este año al premio al Juego
Limpio de la UEFA. Eso seguro. El partido fue un accidente, que acabó
con tres expulsados -Pinto, Pepe y Mouriho-. Dos de ellos -Pinto y
Mourinho- sin estar en el césped.

El Real Madrid nunca quiso
el balón. José Mourinho lo tuvo claro desde el inicio. Fue a por el 0-0.
Sin complejos. El FC Barcelona batió un nuevo récord de posesión de la
pelota. En algunos momentos, con el 82 por ciento, cifra jamás vista en
el Bernabéu.

El Madrid, tranquilo, esperó su oportunidad. Su
receta: una contra o sus famosas acciones a balón parado que tanto
respeto infunden a los futbolistas de Pep Guardiola.

Puyol fue
titular. Siempre dispuesto a jugar donde sea. Hoy le tocó en el lado
izquierdo. Cumplió Mascherano de central al lado de Piqué. Cristiano
apenas si entró en juego. Hubo un momento incluso que se enfadó con
aspavientos con sus compañeros porque nadie presionaba la salida del
balón de Piqué. El entendió que se fajó en solitario.

Sin
embargo, el Barça, a pesar del dominio, llegó poco al portal de Iker. Un
eslalon de Villa a los diez minutos, una buena acción de Xavi a los 25.
Y poco más, en la faceta ofensiva.

Hubo miedo, respeto, y
nada de fútbol. Una decepción de partido. Hasta la recta final del
primer tiempo que el encuentro se convirtió en un volcán, en un barullo,
en un caos, que acabó con tánganas continuas. Wolfgang Stark, el
árbitro, al pitar el descanso se encontró con una pelea callejera en la
boca del túnel, que acabó con la expulsión de Pinto.

Todo
llegó por un incidente con Alvaro Arbeloa que recogió todo el poso
negativo que dejó la final de Copa en Mestalla. Una obstrucción suya a
Pedro comenzó a calentar el ambiente. El Barcelona no perdona que
Arbeloa zarandeara a David Villa en la final de Valencia. Había cuentas
pendientes. Y se vieron en el campo.

Tras este ‘parte de
guerra’, curiosamente, el Real Madrid volvió a sentirse cómodo en el
lío. Justo en el 45 dispuso de la mejor ocasión. Ozil, sólo ante Valdés,
no pudo abrir el marcador. Con el 0-0 y la crispación como argumento,
acabó el primer asalto.

En el segundo tramo, Mourinho dio su
primera vuelta de tuerca. Mandó a la ducha a Ozil. Entró Adebayor. Fue
su apuesta invernal. Y en un momento clave como una semifinal europea,
tenía que tener su papel. Buscaba velocidad Mourinho, en un envite donde
Pepe, volvió a ser el mediocentro avasallador del Clásico disputado en
Liga. Su objetivo siempre fue Xavi. Con el trivote de Mourinho -Lass,
Pepe, Xabi-, fue éste último -Xabi Alonso-, el gran perjudicado en la
elaboración.

Mejoró el Real Madrid. Adebayor le puso pasión al
juego. Ozil anduvo muy frío. Apretó, presionó e intimidó Adebayor a
Víctor Valdés. El Clásico derivó en un escándalo permanente ya al
decidir el colegiado expulsar a Pepe. Fue por una entrada a Dani Alves.
Excesivo castigo a Pepe, polémica determinación que podría haber sido
resuelta seguramente con una cartulina amarilla. A partir de ese
momento, un nuevo envite. Era el minuto 61.

Bronca en la
grada, histerismo en ambos equipos y Mourinho también expulsado tras el
incidente. Sin fútbol, el espectáculo estuvo en la atmósfera de una
grada que convertida en un infierno que animó más que nunca a su equipo.
Jamás un Clásico tuvo tan pobre nivel de juego.

El Real
Madrid, con diez, no pudo aguantar y se fue del partido. Pep Guardiola
refrescó la banda derecha. Y Afellay, por fin para el FC Barcelona, se
asomó a un día decisivo. Se fue de Marcelo y puso un balón de oro a
Messi, que no desaprovechó. Ahí acabó el partido. Leo Messi, en la recta
final, dejó su tarjeta de visita con un soberbio gol en acción
individual. El Clásico seguirá en las salas de prensa durante toda la
semana.

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