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20 de Mayo de 2011

El desastre de San Carlos: la UC fuera de la Libertadores

Lo que vivió anoche Universidad Católica fue un desastre. De esos que no se olvidan nunca. Y no por cómo jugó, ni por el papel que mostró en la Copa Libertadores. Los dirigidos de Juan Antonio Pizzi fueron uno de los equipos más regulares del torneo, y merecieron un poco más.

El desastre está en la forma. Los cruzados tenían un partido durísimo frente a Peñarol. Si jugarle a los uruguayos ya es complicado, partir con el marcador 2-0 abajo lo hace casi imposible.

Por José Antonio Giordano
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Lo que vivió anoche Universidad Católica fue un desastre. De esos que no se olvidan nunca. Y no por cómo jugó, ni por el papel que mostró en la Copa Libertadores. Los dirigidos de Juan Antonio Pizzi fueron uno de los equipos más regulares del torneo, y merecieron un poco más.

El desastre está en la forma. Los cruzados tenían un partido durísimo frente a Peñarol. Si jugarle a los uruguayos ya es complicado, partir con el marcador 2-0 abajo lo hace casi imposible.

Católica tenía que demostrar que podía jugar de una forma a la que no estaba acostumbrada: sin esperar, sin dar tantas vueltas, sin manejar el resultado y el ritmo del partido para dar la estocada precisa en el momento correcto.

No. Ayer la UC debía salir con todo. Y de alguna forma lo hizo, pero sin claridad. Se notaba el apuro, el nervio, a veces incluso la desesperación. Con eso, Peñarol se vio mucho mejor que los locales. Claro, la presión estaba al otro lado.

Los uruguayos se generaron, desde el comienzo, más peligro que Católica. Incluso, a los 14 minutos, lograron meter la pelota en la red, pero todo quedó invalidado por una clara mano de Alejandro Martinuccio.

Universidad Católica iba con más ganas que nada, pero los movimientos de Peñarol sin pelota eran sencillamente espectaculares: siempre habían seis o siete hombres cubriendo los espacios de los tres o cuatro receptores cruzados.

Hasta que llegó una genialidad de Lucas Pratto, que aguantó la pelota y casi sin mirar la cruzó para Fernando Meneses, quien con un violento derechazo puso el marcador 1-0 para los cruzados. Pero todavía faltaba un gol más…

Ya en la segunda mitad, los uruguayos salieron con todo, y la UC terminó sacando un gol de la línea antes del minuto cinco. El partido siguió el ritmo desordenado, con mucho pelotazo, y siempre con el temor cruzado de que les anotaran un gol.

Roberto Gutiérrez, quien había ingresado por un regular José Luis Villanueva, se las arregló para girar y puso el 2-0 para Católica, cuando faltaban 21 minutos por jugar.

En todo el partido, los cruzados no tuvieron mucha claridad, nunca se entendió bien cual era el libreto al cual apostaban, pero todo eso daba lo mismo: consiguieron el segundo gol que emparejaba la serie, y si todo terminaba así definían en los penales. Todo era fiesta en San Carlos.

Pero ahí vino el desastre. Minutos antes, Fernando Meneses salió reemplazado por Marcelo Cañete, que entró para jugar otro partido nada que ver. Entonces, cuando Luis Aguiar recibió la pelota para sacar un centro, Rodrigo Valenzuela se demoró en llegar a marcarlo: ya no estaba Meneses, el que lo ayudaba con la marca un poco más adelante.

Centro largo,eterno, y Paulo Garcés no supo si salir  o quedarse y terminó a mitad de camino y por el segundo palo apareció solo Fabián Estoyanoff para poner el 2-1 que sentenciaba el partido. Quedaban cinco por jugar, y la UC debía marcar dos goles más para avanzar.

La fiesta no había alcanzado ni a empezar, cuando apagaron las luces, cortaron la música y echaron a la gente. Una vez más.

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