Conoce las 10 historias más insólitas del fútbol
Desde un técnico que daba indicaciones con pañuelos de colores, hasta un jugador sordomudo acusado de insultar a un árbitro. Anécdotas que repasan momentos increíbles tanto del fútbol profesional como el amateur.
En la revista Soho, Luciano Wernicke entregó una muestra de las anécdotas más exóticas que se ha dedicado a investigar durante años. Una lista donde la realidad, literalmente, supera la ficción.
El técnico que dirigía con pañuelos de colores
El 17 de octubre de 1943 se disputó la primera fecha del flamante torneo profesional de México. Esta nueva era del fútbol azteca, sostenida por mecenas acaudalados y grandes empresas, atrajo, como la miel a las moscas, a muchos veteranos futbolistas argentinos, ávidos de ganar una buena suma para su retiro. Uno de ellos fue el centrodelantero Marcos Aurelio, quien dejó Vélez Sarsfield para sumarse al club León. Allí, Aurelio tuvo un entrenador que utilizaba un complejo método para darles instrucciones a sus dirigidos, basado en pañuelos de diferentes colores. Si el técnico agitaba uno de color azul, todos debían ir al ataque. Por el contrario, si exhibía uno verde, los once tenían que defender. Y, si el pañuelo elegido era rojo, “había que retener la pelota”. La novedosa estrategia se puso en práctica, pero las cosas no salían nada bien: por más que el “míster” cambiaba los colores, los goles rivales caían uno tras otro. Con el partido desfavorable por 5 a 1, Aurelio se acercó al banco y, dirigiéndose al técnico, le sugirió: “¿Qué le parece si saca un pañuelo blanco y nos rendimos?”.
El mudo que ‘puteó’ al árbitro
El 8 de noviembre de 1972, por el torneo argentino, Huracán superaba como local a Estudiantes de La Plata 2 a 0. Los “pinchas” pugnaban por el empate, y, poco antes del final del primer tiempo, el árbitro Washington Mateo cobró un penal para los visitantes. Sin embargo, a instancias de uno de los jueces de línea, Mateo se retractó y marcó un tiro libre para Huracán. La decisión disgustó a los jugadores albirrojos, que desaprobaron el cambio con enérgicos gestos y términos soeces dirigidos hacia el hombre de negro. En medio del revuelo, el referí sacó su tarjeta roja y se la mostró al volante central Carlos Alberto de Marta, de quien creyó haber escuchado un claro y grosero insulto. El match prosiguió y Huracán, con la diferencia numérica a su favor, se impuso por 5 a 1. Mateo elevó su informe y una semana después De Marta fue citado a declarar por el Tribunal de Disciplina. El jugador se presentó en la sede de la entidad y, un día después, lo que pudo haber sido una dura sanción se diluyó en una simple amonestación. ¿Por qué? El tribunal consideró que De Marta difícilmente pudo articular una injuria claramente audible por Mateo, no solo por el bochinche que imperaba en ese momento en el estadio, sino porque el volante era sordomudo de nacimiento.
Infidelidad en directo
El Genoa luchaba por el ascenso a la Serie A italiana. El 28 de abril de 2000, en casa, frente al Atalanta de Bérgamo —uno de los punteros del campeonato—, había que ganar o ganar. El choque, cargado de roces, nervios y pierna fuerte, se evaporaba igualado en un tanto, hasta que el veloz delantero Davide Nicola trazó una diagonal fulminante que definió con maestría ante la salida estéril del arquero visitante, Alberto Fontana. Para celebrar su conquista, el goleador extendió su alocada carrera hasta un costado del campo, donde estaba sentado un grupo de policías, y se arrojó sobre una rubia y bella agente del orden, a quien besó apasionadamente. Era —reconoció luego el futbolista al periodista de la televisión situado en el campo de juego— una “amante” que había “caído en la red”. Nicola no fue amonestado por tan apasionado festejo, pero quien sí vio la tarjeta roja fue la policía: su esposo, que miraba el partido en directo por TV, la llamó de inmediato al teléfono celular y la expulsó del terreno conyugal.
El peor descuido de un arquero en la historia
Atlético de Madrid llegó una sola vez a la final de la Copa de Campeones de Europa y estuvo a cuarenta segundos de obtener el título más importante del fútbol del Viejo Continente, pero un increíble descuido de su arquero Miguel Reina lo privó del preciado galardón. La final del torneo, que enfrentó al conjunto madrileño con Bayern Munich de Alemania, se llevó a cabo el 15 de mayo de 1974 en el estadio Heysel de Bruselas, Bélgica. Al término de los noventa minutos reglamentarios, el marcador continuaba en blanco, por lo que el juez local Louis Loreaux hizo jugar el alargue de dos tiempos de quince, tal como lo establecía el anterior reglamento. A los 113 minutos, el delantero español Luis logró la apertura del marcador con un tiro bajo que superó al legendario portero Sepp Maier. Parecía que la gloria quedaba en poder de la escuadra española. Sin embargo, a segundos del final, ocurrió lo inconcebible: aún con la pelota en juego, Reina se quitó los guantes, abandonó su lugar y se los regaló a un fotógrafo que se encontraba detrás del arco. El inadmisible descuido fue aprovechado por el defensor alemán Georg Schwarzembeck quien, al notar que la meta estaba libre, efectuó un violento disparo de zurda desde treinta metros que llegó hasta las redes sin oposición. Igualado el duelo, se pactó un encuentro definitivo para dos días más tarde, en el mismo estadio, y el entrenador Juan Carlos Lorenzo decidió mantener a Reina. Nuevo error: los alemanes se impusieron por 4 a 0.
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