Ruso condenado en Chile por narcotráfico busca una nueva vida en el fútbol y entrena en Santiago Morning
Maxim Molokoedov, nacido en San Petersburgo, podría cumplir su sueño de niño de ser futbolista, al punto de haberse formado como tal en la cantera del Dínamo, de su ciudad natal y haber jugado en el Pskov 747, de la segunda división rusa en 2009.
Un ruso de 24 años, condenado en Chile por narcotráfico, busca una nueva vida en el fútbol gracias a su habilidad en este deporte, que le permitió unirse al Santiago Morning, de la segunda división local, cuyo entrenador, Hernán Ibarra, lo aprobó tras verlo en acción.
Maxim Molokoedov, nacido en San Petersburgo, podría cumplir en Chile su sueño de niño de ser futbolista, al punto de haberse formado como tal en la cantera del Dínamo, de su ciudad natal y haber jugado en el Pskov 747, de la segunda división rusa en 2009.
Condenado a tres años y un día de prisión tras ser descubierto con varios kilos de cocaína ocultos en libros infantiles en el aeropuerto internacional de Santiago, durante una escala de un viaje que hacía entre Ecuador y España, Molokoedov ha cumplido una buena parte de su condena, lo que le permite acceder a beneficios por buena conducta.
También ha aprendido a hablar español, aunque lo que en realidad domina es el “coa” (jerga de delincuentes), por el ambiente en que está desde que cayó preso, en 2010. “En la cana hablamos otro idioma, aquí no puedo hablar como allá porque no va a cachar nadie”, dijo este martes tras cumplir su primer entrenamiento con el Santiago Morning (“En la cárcel hablamos otro idioma, aquí no puedo hablar como allá porque nadie entendería”).
“Quedé un poco pa’la cagá (quedé algo agotado)”, fue su comentario acerca de la dureza del entrenamiento.
En la penitenciaría, Molokoedov ganó fama como centrocampista en larguísimos y cotidianos partidos en que muchos de los más de 3.000 internos del recinto matan el tiempo. Su fama llegó a conocimiento del exinternacional chileno Frank Lobos, que trabaja en un programa de rehabilitación y es el entrenador de la selección de la penitenciaría santiaguina, que ganó el último torneo entre combinados de distintos penales.
“Unos internos nos comentaron que había un ruso bueno para la pelota, así es que lo convocamos para jugar el campeonato anual”, dijo a la prensa local Flavio Huenupi, preparador físico del equipo. “Hizo cadetes, jugó en segunda división, tiene mentalidad y carácter europeos. Cuando le dan un objetivo lo cumple, no ‘saca la vuelta’ (flojea de forma disimulada)”, añadió.
Lobos se contactó después con el vicepresidente del Santiago Morning, Luis Faúndez, lo que marcó el inicio de una nueva vida para el ruso, que una vez recibió hasta un elogio de Claudio Borghi, el seleccionador de Chile, invitado a presenciar el torneo carcelario.
Molokoedov tiene ahora permiso para salir de lunes a viernes, entre las 07.30 y las 15.00 horas para entrenarse con la plantilla del Morning, cuyo entrenador, Hernán Ibarra, aprobó su cometido en la primera práctica. “Tocó doce o trece veces el balón, no lo entregó nunca mal, es inteligente para jugar. Tiene condiciones”, sentenció.
Admirador del centrocampista chileno del Palmeiras brasileño Jorge Valdivia, Molokoedov tuvo la opción de un indulto que le suponía regresar a Rusia de inmediato. Pero prefirió luchar por su rehabilitación en Chile. “Él quiso quedarse para demostrar lo que vale y reinsertarse a través del deporte. Es un caso único en el mundo”, dice Frank Lobos.
“Me gusta jugar fútbol y, como todos los cabros (muchachos) me tienen fe, preferí quedarme y jugar, porque sé que voy a triunfar”, explica el propio Maxim, que suelta otro chilenismo al ser preguntado porqué está preso: “Por huevón”.
Faúndez dijo que el club gestionará la posibilidad de inscribirlo para que juegue en el torneo de Clausura, cuyo plazo está vencido, y si no resulta jugará con el equipo la Copa Chile, que tiene una reglamentación distinta.
En todo caso, debutará formalmente con el equipo en un amistoso programado el próximo sábado con el Palestino, líder de la primera división. Aunque deberá solicitar un permiso especial a las autoridades penitenciarias para poder salir ese día.