La “U” impotente para ganar la Recopa
Herrera detuvo un penal a la mega estrella brasileña al filo del primer tiempo, alimentando ilusiones sobre una hipotética reacción pero segundo tiempo de los azules fue menor, rebajado y consciente de su incapacidad de remontar una montaña como el gran equipo paulista, legítimo heredero de la inmensa tradición cargada en su camiseta.
A la U le falta colmillo para ganar títulos. Salió en Pacaembú respetando el mandamiento de su técnico, traducido en un ritmo infernal desde el principio, que alcanzó a sorprender a Santos, irritado por la presión adelantada que ejercía el equipo azul, obligando al equipo paulista a jugar estirado, incómodo, siempre aguijoneado en cualquier sector de la cancha. El manual de estilo de Sampaoli, que encumbró al equipo como orquesta afinada no tiene ahora los mismos violinistas de hace un año.
Mientras mantuvo a raya a los paulistas, mordiéndoles el cogote en su propia casa, mientras mantuvo su insolencia, sostuvo el marcador, pero bastó una sublime contra, iniciada por el veterano Leo (37 años) en la izquierda de su defensa, con caño incluido a Matías Rodríguez, conducida Felipe Anderson, reemplazante del huido Ganso y un espléndido futbolista, y gobernado por Neymar, que usó a André como pivote para recibir una pared de manual y batir a Herrera con un delicioso toque ajustado al palo. El sol sentó las bases sobre quien mandaba en el partido.
La U tenía buena pinta, presionaba y atacaba, recuperaba balones en todos los sectores y jugaba al espacio vacío como indica su credo, pero ya no tiene ese punto de calidad individual capaz de desequilibrar a cualquier rival, que lo encumbró por las canchas americanas.
Ante equipos solventes y habituados a las batallas decisivas, el ritmo vertiginoso de los azules muere en el balcón del área rival, sin lucidez ni contundencia. Tuvo más posesión y merodeó por la zona rival pero fue incapaz de generar ocasiones claras. Abusó de los centros aéreos, señal de su impotencia para llegar con ventaja para sus delanteros y medios, como en sus añoradas triangulaciones capaces de dejar a su gente en franquicia frente al arco rival.
Excepto un cabezazo desviado de Matías en la primera parte, y una deliciosa pelota servida por Marino a Castro en el segundo tiempo, que habría supuesto el empate, la U no tuvo ocasiones claras de gol, signo del fracaso de sus puntas, voluntariosos y jornaleros, pero escasos de luces y de colmillo. De esa jugada –minuto 60-, nació la falta que originó el segundo gol paulista que hundió a los azules, incapaces de sobreponerse a la superioridad rival. Gutiérrez y Ubilla trabajaron sin tregua pero no dispusieron de ninguna oportunidad real de batir a Rafael. Lorenzetti condujo a su gente con una aceleración imprecisa y la pérdida de Charles Áranguiz para la segunda parte descosió al equipo, que perdió su hilazón.
La U murió en los centrales santistas, que devolvieron cien pelotas, agradecidos frente a la ingenuidad atacante del chuncho. Este partido revela que el equipo de Sampaoli, magníficamente reconstruido después de la última devastación sufrida con las pérdidas de Marcelo Díaz, Junior y Ángelo Henríquez, ha perdido calidad y evidencia que un sistema de ese rigor táctico necesita de cierta continuidad en sus figuras, imposibles de reemplazar cada seis meses.
Azul Azul ha reunido dinero para empezar a construir su estadio pero ha sido cicatera para reforzar su equipo, dilapidando una oportunidad histórica de mantenerse en la élite, y ahora deberá remar contra la corriente, ante rivales avisados de su estilo insolente pero acuciada en todos los frentes, sin esa soltura ni autoridad que la llevó a la cima local y continental.
El Santos que ganó l Libertadores 2011 es el mismo o mejor equipo que entonces, la U que conquistó la Sudamericana 2011 es un equipo rebajado, disminuido. No hubo sitio para heroísmos. Hace seis cruces internacionales (Libertad, Boca, Kashima, Santos) que el chuncho no gana un partido, demostración inequívoca de su condición aspiracional. Bastante ha hecho su cuerpo técnico y su plantel para plantar cara a rivales de mayor empaque
El equipo sigue sustentado por su vocación atacante y su rigor táctico pero no es lo mismo disponer de solistas como Edu Vargas, Junior o Díaz que sus reemplazantes, dignos combatientes pero artistas menores, por ahora aspirantes a violinistas de altura.
La U se sostuvo a pesar de encajar el elegante gol de Neymar, un futbolista superlativo que condiciona a su equipo y al rival, y contó nuevamente con su arquero, en la picota pública esta semana, y nuevamente ninguneado por el seleccionador nacional.
Herrera detuvo un penal a la mega estrella brasileña al filo del primer tiempo, alimentando ilusiones sobre una hipotética reacción pero segundo tiempo de los azules fue menor, rebajado y consciente de su incapacidad de remontar una montaña como el gran equipo paulista, legítimo heredero de la inmensa tradición cargada en su camiseta.