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19 de Febrero de 2013

Jorge Segovia, el fin de sus 30 años de romance con Chile

La renuncia del empresario español a la ANFP es final traumático para 30 años de relación dulce con este país. Llegó a invertir en el negocio de la educación y alcanzó a convertirse en el controlador de Unión Española y a aspirar a liderar el negocio del fútbol con un estilo controvertido de negociación.

Por Juan Sharpe
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El escándalo dela Comisión Nacional de Acreditación acabó con la carrera de Jorge Segovia en la educación y en el fútbol chileno. El frustrado presidente de la ANFP acabó por renunciar desde Madrid por carta y contarlo por Twitter, al último cargo que ostentaba desde que hace 2 años fue inhabilitado para ejercer la presidencia del fútbol, después de ganar la elección a Harold Mayne Nicholls.

Como controlador de la universidad SEK, enfrenta un duro escenario judicial. Declaró como imputado en diciembre en el juicio por corrupción en la CNA, entidad que dirigió Luis Eugenio Díaz, hoy en prisión preventiva.  La acreditación dela SEK había sido rechazada en diciembre de 2011 y aceptada en enero de 2012, y la fiscalía ha presentado escuchas telefónicas que confirmarían los contactos entre ambos durante el período de acreditación, violando la legislación.

Segovia, licenciado en Arte y con un posgrado en Educación en Boston, está acusado de obtener con sobornos la acreditación que la SEK obtuvo en 2012. Desde entonces, se encuentra en España, y diversas fuentes creen que no volverá a Chile. La versión oficial es que viajó a España por la muerte de su padre, con quien mantuvo un larguísimo historial de litigios por la marca SEK.

Es final traumático para 30 años de relación dulce con este país, desde que llegó a invertir en el negocio de la educación y en los que alcanzó a convertirse en el controlador de Unión Española y a aspirar a liderar el negocio del fútbol.

Invitado a invertir en Chile

El primer dato que relaciona al recién renunciado vicepresidente dela ANFP con Chile está registrado en 1982, cuando conoció a Juan de Dios Carmona, embajador de Pinochet en España y padre de un alumno del colegio SEK de Madrid.

Carmona, satisfecho por la formación católica ortodoxa recibida por su hijo, lo invitó a invertir en Chile, donde la educación estaba intervenida por el régimen de Pinochet.  Las credenciales ideológicas de Segovia (Madrid, 1962) para formar generaciones de chilenos eran inmejorables.

Sus abuelos Felipe y Carmen habían comprado a un cura en 1935 el primer colegio SEK, así llamado en honor a San Estanislao de Kostka, un santo polaco muerto en 1568, y habían desarrollado un exitoso grupo de colegios, gracias a sus buenos vínculos con la Falange Española, brazo doctrinario de la dictadura de Franco, fundada en 1933 por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador Miguel Primo de Rivera. Los colegios SEK tienen prestigio en España y figuran habitualmente entre los mejores del país.

Juan de Dios Carmona le ofreció abrir sus escuelas en el Chile pinochetista y Jorge Segovia decidió emprender la conquista de América: “el embajador me dijo que acá estaban todas las condiciones, aceptamos y acertamos”, contó en abril de 2008, poco después de tomar el control de Unión Española.

La oferta de Carmona coincide con la época en que había iniciado sus batallas contra sus padres por el rumbo que debían tomar sus colegios y la oferta del embajador pinochetista era una buena salida para iniciar su propio camino. Abrió el primer colegio en Santiago y en cinco años fundó otros en Ecuador (Quito y Guayaquil), Costa Rica, Panamá y Paraguay.

La historia de los litigios de Jorge Segovia contra sus padres y Nieves, su hermana, incluyó una demanda de Jorge por “problemas mentales” contra Felipe, su padre. El asunto explotó cuando Jorge Segovia creó una universidad con la marca SEK en España y ganó (2007) el juicio a sus padres, que debieron cambiar el nombre a la suya: Universidad Camilo José Cela.

 Control de Unión Española y ANFP

En Chile, Segovia controlaba la naciente universidad SEK (en el lugar 48 entre 57 universidades chilenas, según ranking de Qué Pasa, 2011) y había puesto 2 mil 500 millones de pesos para rescatar de la quiebra a Unión Española. Comenzó por restaurar el estadio Santa Laura, rebautizado Universidad SEK, cuya concesión obtuvo por 30 años, y a reflotar un club hundido.

Así empezó su ascenso en la casta dirigente del fútbol, que lo llevó a encabezar la lista que destronó a Harold Mayne Nicholls en noviembre de 2010, y que provocó la espantada de Marcelo Bielsa, que anunció un par de días antes en su celebrada rueda de prensa del 3 de noviembre: “No puedo ni voy a trabajar con el señor Segovia. Es imposible que yo lo haga”

Aquel día, Bielsa invocó dos razones que reflejan la doctrina Segovia en los negocios, incluido el fútbol. Una fue el caso Estévez, el popular Pipa, delantero argentino de gran temporada en Unión en 2009, apartado del equipo por los dirigentes después de un conflicto con Rubén Israel, su entrenador de entonces.

El club mandó a Estévez de vacaciones y quiso privarle del sueldo, pero el jugador fue a los tribunales, y Segovia evitó el juicio, ofreciendo pagar para evitar que vieran luz los detalles del doble contrato, que involucraba a SEK.

Un duro con palabra

El Pipa tenía un contrato con Unión Española SDAP por  un sueldo de $2.202.020, y otro con el Colegio Internacional SEK, por “la cesión de los derechos de imagen” por USD 130.000, ambos firmados el mismo día. Segovia se vio obligado a reintegrar a Estévez al plantel.

Ésta práctica en teoría ilegal, frecuente en otros clubes chilenos y también en los grandes contratos de las estrellas mundiales, es una modalidad que disminuye las obligaciones tributarias y previsionales para el empleador.

La otra mención de Bielsa para alejarse de Segovia fue su pretensión de instalar el draft mexicano en Chile. El draft, una bolsa donde los clubes ponen a sus futbolistas para ser rematados al mejor postor, es una medida de presión empresarial para empleados rebeldes: “cómo podría convivir con alguien que tiene esa posición ante el futbolista, que es con quien yo trabajo”, dijo el entrenador rosarino.

Este anuncio, en el programa de Segovia, produjo la inmediata reacción de Carlos Soto, presidente del Sifup, que le advirtió que “el franquismo se había terminado”, que el Sifup no aceptaría la mexicanización del fútbol chileno y que los futbolistas “no eran animales para ser transados en la feria”.

Otro episodio en el que Segovia prefirió pagar a ceder en los derechos de los futbolistas fue el caso de sus jugadores Rojas, Vergara y Salcedo, también caídos en desgracia.

Como la legislación prohíbe separar a los futbolistas del plantel, Segovia negoció con el Sifup en privado y acordó pagar los contratos con la condición de “no volver a verlos nunca más por el club”, según Carlos Soto. “Es un tipo duro que impone sus condiciones. El trato fue de palabra y lo cumplió”, recuerda el sindicalista.

Otro rasgo del carácter reservado y frío del empresario lo cuenta una periodista que trabajó en su equipo de prensa: “Es un tipo extraño, para mi siniestro, de trato distante, que nadie podía tocar, digo físicamente. Una vez, en un acto creo que de presentación de la camiseta, mientras todos le extendieron la mano, Manuel Neira le propinó un abrazo, a lo que reaccionó mal, no delante de él, pero si con sus asesores, quienes tuvieron que casi convencerlo de que le diera una oportunidad porque era el “goleador”, lo que en primera instancia no le importó. Aceptó dejarlo, pero entre “ceja y ceja”.

Sin palco

Ganó la elección  a la ANFP y cayó en desgracia: fue el cabeza de turco elegido por la sociedad para descargar la indignación por la conjura, aunque solo era una pieza del llamado Grupo Santa Brasa, liderado por Gabriel Ruiz Tagle, actual director de Chiledeportes, y que inició la ofensiva para desalojar a Mayne Nicholls y Bielsa mientras fue uno de los dos principales accionistas de Blanco y Negro. El otro había sido Sebastián Piñera.

Santa Brasa es el nombre de un restaurante de Antonio Bloise, presidente de Everton, donde se fraguó la lista que encabezó el dueño de la SEK.

Segovia no llegó siquiera a ocupar el cargo, inhabilitado por mentir en su declaración de intereses, una argucia legal invocada por los perdedores. Se quedó en la puerta del horno. Sergio Jadue fue el elegido y el madrileño obtuvo una vicepresidencia de consuelo.

“Era el candidato perfecto para los clubes grandes, que no querían tomar ellos el control sino teledirigirlo. No necesitaba dinero, dirigía un club saneado, era un español frío y ambicioso que no conocía nadie en su país y que aspiraba  a sentarse algún día en un palco junto al rey de España y al presidente de la Federación española”, cuenta un dirigente del fútbol chileno.

Le resultó a medias. La única vez que pudo sentarse en un palco español fue como segundón de Jadue. Fue el 8 de febrero pasado, en el estadio del Atlético de Madrid, para presenciar el Chile-Egipto, en el debut de Jorge Sampaoli al mando de la Roja, cuando pudo compartir palco con el poderoso Ángel María Villar, mandamás de la Real Federación española.

Borghi, Guardiola, Aragonés

A Segovia se le reconoce también su ambición para pensar en grandes nombres para dirigirla Roja, y su ojo para ser el primer dirigente en reconocer abiertamente que con Claudio Borghi las cosas acabarían mal para la Selección, quizá porque nunca fue su candidato.

Él mismo difundió el año pasado una supuesta entrevista con Pep Guardiola en Nueva York, donde el ex entrenador del Barcelona pasa un año sabático, para ofrecerle la Selección chilena. Este contacto nunca fue confirmado por Guardiola, pero es creíble para muchos que conocen a Segovia, quien siempre pensó en las estrellas mundiales del banquillo para la Selección chilena.

Antes de que fuera elegido Borghi, el candidato de Segovia era Luis Aragonés, el veterano entrenador que construyó la actual selección española y que ganóla Eurocopaen 2008 para España.

Carlos Soto recuerda la noche en que Luis, llamado El Sabio, se lo contó en marzo de 2011, durante una cena del sindicato de futbolistas español: “me llamó Aragonés y dijo ‘estuve a punto de irme a la Selección de Chile’, me lo ofreció un español –no se acordaba del nombre- y me lo pensé bastante pero eligieron a uno más barato”. Cuenta Soto que Luis Aragonés estaba muy interesado en saber cómo había sido la dictadura y si Chile había cambiado desde el pinochetismo.

El adiós

Ese partido entre Chile y Egipto fue el acto final de su fracasado plan para controlar el fútbol chileno. En diciembre pasado había renunciado al directorio del Canal del Fútbol (CDF) y al Instituto Nacional del Fútbol (INAF), y con la renuncia a la Anfp, recibida con alivio por la actual directiva, se cierra su ciclo en la cúpula del fútbol pero no su influencia en Unión Española, club que sigue dirigiendo desde Madrid, y donde tiene sus mejores defensores. “Dejo la ANFP con la institución ordenada, las cuentas saneadas y clasificados al Mundial Sub-20. Gracias y suerte a todos”, fue su mensaje de despedida.

Queda pendiente su suerte en la justicia, donde podría vivir todavía el bochorno de ser encontrado culpable de soborno en la acreditación de su universidad SEK, el negocio que lo encumbró a la élite empresarial y que lo podría sentenciar a prisión. Si vuelve, claro.

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