El ganador del premio Puskas regresó a Brasil para trabajar en un café con su madre
Tal como un delantero asume que la euforia del gol siempre debe terminar, Wendell Lira tiene claro que su minuto de fama está pasando y que debe volver a la cocina.
Para Wendell Lira todo lo que ocurre a su alrededor parece un sueño. Aún con el trofeo en la mano, del que no quiso separarse en ningún momento, este delantero brasileño de 27 años mira con sorpresa y algo de timidez sus 15 minutos de fama.
Hace un par de días viajó hasta Suiza para ser parte de la ceremonia donde la Fifa premió a los mejores futbolistas del mundo. Él se quedó con el Premio Puskas al mejor gol del año, un galardón donde superó a Lionel Messi, quien se quedó con el Balón de Oro 2015.
Un reconocimiento que lo transformó en un héroe en Goiania, donde cientos de personas llegaron hasta el aeropuerto para recibirlo en medio de una bienvenida oficial donde estaba planificado un paseo en autobús descubierto, algo que finalmente no se pudo realizar debido a la lluvia.
Sin embargo, a pesar de todo el revuelo, el jugador piensa que esto es solo parte de la fama del momento. Por eso al ser consultado por la prensa, afirmó que sus planes siguen intactos y por ahora solo piensa en trabajar con su madre vendiendo comida a la espera que aparezca alguna oferta por su pase.
“Mi foco principal es tener mi propia casa. Creo que puedo rendir más. Si aparece alguna oferta buena para mi y para el Vila Nova (su club) lo pensaremos”, señala el jugador que aún vive con sus padres y que complementa su carrera con el trabajo en la cocina de un café.