El golpe de suerte de Braulio Leal
El futbolista llegó con dos aneurismas a la operación. Sin saberlo, la caída en el estadio de la Universidad Católica le salvó la vida.
La vida está llena de golpes, el fútbol también. En un entrenamiento cae un jugador, en un partido chocan dos. Y así continúa la secuencia infinita. Es tan natural como un problema cotidiano. Braulio Leal lo asume. A los ocho años comenzó a jugar a la pelota y nunca más paró. En este siglo se convirtió en futbolista profesional y ya superó los 600 partidos. La última vez que entró a una cancha fue el sábado 4 de noviembre en San Carlos de Apoquindo y salió tras un choque con Luciano Aued, volante de Universidad Católica . La caída fue dura.
Braulio Leal está acostumbrado a recibir golpes, también a caerse y pararse. Esta vez, el golpe le salvó la vida.
Casi tres semanas después del choque en San Carlos, Braulio comenzó a sufrir convulsiones en su parcela en Pirque. Algo malo pasaba. Su esposa de inmediato asumió que no era normal. Ella es enfermera y no dudó en llevarlo a una clínica en Providencia donde ella hizo un internado y conoció a un excelente equipo de neurocirujanos.
Verónica no se equivocó.
El diagnóstico fue mucho más duro que el golpe: una malformación vascular congénita. Braulio fue sometido a una operación que corrigió la mitad de la anomalía cerebral.
El lunes, el cirujano Badilla, ingresó a la habitación 222 que mira a la avenida Santa María y le habló directo a su paciente. El golpe que recibió tras caerse en el partido con la UC provocó algo en la malformación que ya tenía. Es decir, la caída derivó en las convulsiones de las semanas siguientes y en el diagnóstico oportuno. Si seguía entrenando, le dijo el médico, pudo darle un derrame cerebral en la cancha.
Braulio Leal llegó con dos aneurismas a la operación. Sin saberlo, la caída en San Carlos le salvó la vida.
La semana pasada cumplió 36 años. En enero debe someterse a otra intervención para corregir el cincuenta por ciento restante de la malformación vascular. La recuperación tardará unos doce meses. Braulio Leal no sabe si volverá a jugar al fútbol. Ya hizo el curso de entrenador y se tituló.
En su parcela de Pirque camina feliz con sus hijos. Ellos le escribieron “Bienvenido Papá” y el significado hoy es mucho más potente. Agredece a la vida por un golpe en una cancha. Valora estar aquí en su casa y por sobre todo a su esposa Verónica. Ella también le salvó la vida con una decisión correcta.
Braulio Leal solo quiere disfrutar con ellos y comer una pizza. Así de simple. Extraña a sus compañeros de San Luis de Quillota y al cuerpo técnico. También son su familia. El doctor le recomendó dos semanas de reposo total. Su panorama es ver por televisión los partidos de su equipo, en el que no sabe si volverá a jugar.
Hoy poco importa. Estar en la casa con sus familia y un pedazo de pizza vale una vida entera.
Braulio Leal tuvo una caída en la cancha, un golpe de suerte gracias al fútbol.