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25 de Agosto de 2018

Escenas del Superclásico más desigual del mundo

Sólo el “Chaco” sabe por qué llora al extender la racha del Superclásico más desigual del Mundo.

Por Luis Marambio Torres
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Sólo el “Chaco” sabe por qué llora.

Su emocionada imagen copará páginas deportivas por las siguientes horas. Su llanto es privado y público a la vez. No cuenta el motivo. Nadie más que él entiende razones. Bueno, también sus grandes amigos, sus compañeros. Especialmente Agustín Orión.

“El fútbol me dio más de lo que esperaba”, le dijo hace unos años a El Gráfico de Argentina. Es creyente el “Chaco”. Siempre la agradece a Dios.

Su rostro ahora se hace familiar para los fanáticos oportunistas.

Los hinchas intermitentes, esos que ni siquiera saben pronunciar su apellido, ahora lo aplauden.

El “Chaco” extendió un año más una historia que convierte al Superclásico de Chile en el más desigual del Mundo.

Colo Colo suma 84 victorias contra 48 derrotas ante la U.

Nada igual en el fútbol competitivo. Lo más cercano es la hegemonía de Juventus sobre Inter en Italia o la paternidad del Benfica ante el Sporting de Lisboa en Portugal.

Por un año más se hablará de los años que llevan los azules sin ganar en el Monumental.

“Cumplimos la mayoría de edad”, le dice un hincha a una joven periodista de Radio ADN a la salida del sector Océano.

18 años se habrán cumplido para el siguiente Superclásico en Pedrero.

Todo se transformó en ese largo período.

El mismo fin de semana que la U ganó por última vez en la cancha David Arellano, el papá de Esteban Paredes sufría en Santa Laura porque Jorge Aravena hacía ingresar a su hijo en los últimos minutos frente a Palestino.

No lo quería el “Mortero” al volante en Santiago Morning. Lo hizo entrar sobre el final por el “Pato” Ávila, solo por cumplir y Roberto Bishara les ganó el partido en el último minuto.

987 personas fueron testigos de ese encuentro en Independencia, ahora casi 40 mil en el estadio y un par de millones desde sus casas, estaban atentos a los movimientos del delantero.

Paredes ya escribió su propia historia en 18 años. Se mueve con seguridad en la cancha. Sabe que cada uno de sus movimientos desconcierta al brasileño Rafael Vaz y a Christian Vilches, el mismo que el 2011 celebró junto al histórico goleador sobre la reja del sector norte del Monumental.

Esteban le había marcado de penal a Johnny Herrera esa tarde.

Ya no hay rejas en ese lugar del Monumental. Si las hubiesen lo más seguro es que el “Chaco” estaría ahí, trepando.

Hace calor en Macul y todos viven el partido a su manera. Un niño de 11 años flamea una bandera de Colo Colo que lleva la imagen de Lucas Barrios y Esteban Paredes, quienes en la cancha no entran en sintonía.

Un pequeño de unos dos años come galletas de arroz, luego un joven de barba que parece su padre lo levanta. En su espalda, el número 11 de la camiseta noventera de Ivo Basay.

El espectáculo de los barristas, la pirotecnia y la odiosidad exacerbada no son el mejor ejemplo para los niños. Sí la protección del padre que lo abraza ante la irracional escena.

Herrera va dónde Julio Bascuñán, el árbitro. Hace 18 años era el cuarto  juez en esa misma cancha. Era abril del 2000, jugaban Santiago Morning y Coquimbo Unido, también el debut profesional de un tal Esteban Paredes.

Todo cambió en ese período. Menos lo que ahora reclama el arquero de la U. Los fanáticos no dejan que se reanude el partido. Bascuñán lo sabe y le pide a las autoridades de la ANFP que intervengan. El meta azul sigue reclamando. El árbitro se da cuenta de que lleva una cadena que no está permitida. Se la tiene que sacar. Perdió su amuleto.

El “Chaco” nunca había enfrentado a los universitarios en el Monumental y ahora capturó un rebote en el vertical izquierdo tras el pivoteo de Barrios. Sus lágrimas reflejan algo más que la emoción por ganar un Superclásico. Sólo él sabe el significado profundo.

Todo se transforma en más de tres lustros. Hay cosas que no cambian. Colo Colo vuelve a ganar, la U suma 5 años sin ganarle en cualquier cancha por Torneos Nacionales y más de una década sin anotar de jugada en Pedrero.

Kudelka reconoce un “equipo acéfalo en delantera”. No quiere ser “acusatorio” con sus jugadores pero define a su ataque de “quieto”. Un eufemismo que oculta el pánico escénico de un equipo que no apuntó remates al arco de Agustín Orión.

Se equivocó Bascuñán en no expulsar a Damián Pérez en el primer tiempo por infracción sobre Rodrigo Echeverría. El técnico de la U lo sabe y lo explica, aunque aclara que nada justifica los errores que cometieron, especialmente no ejecutar el plan con el que llegó a Pedrero: atacar y buscar el triunfo.

Los números se reinventan en 18 años. El ganador sigue en el mismo lado.

Sólo el “Chaco” sabe por qué llora al extender la racha del Superclásico más desigual del Mundo.

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