Cuál es el panorama de matrículas y cómo enfrentan la "competencia" las universidades sin gratuidad
Las cifras para la mayoría de los planteles fuera de la gratuidad son positivas. En general han aumentado la matrícula o se han mantenido, y la estrategia -aseguran- apunta a reorientar los beneficios estudiantiles y a generar un mejor relacionamiento con los colegios.
Este año fue el segundo en que el Gobierno determinó aplicar la gratuidad en la educación superior mediante glosa presupuestaria, con los mismos requisitos que el año pasado para que las instituciones pudieran acceder a ella. Si en 2016 fueron 30 planteles universitarios, esta vez esa cifra sumó las dos nuevas universidades estatales -de O’Higgins y Aysén- más seis institutos profesionales y seis centros de formación técnica.
Este modelo de financiamiento -que se aplica mientras se discute el proyecto que regulará la educación superior gratuita- ha dejado fuera a varios planteles, ya sea porque no cumplen requisitos o porque decidieron no adscribir a él.
En el primer año de gratuidad, varias instituciones cuestionaron que se haría más difícil atraer alumnos sin este beneficio estatal, ya que el perfil de alumnos que accedió en esta modalidad era similar al que optaba al Crédito con Aval del Estado (CAE) y a varias de las universidades que apuntan a la clase media.
Pese a esto, las cifras son positivas en general para todos los planteles. Esto porque el aumento de alumnos en la educación superior es sostenido -de 2015 a 2016 creció en 2400 alumnos- y también porque la mayoría de las instituciones ha aplicado diversas estrategias para enfrentar un periodo de admisión con un “atractivo”, desde becas totales o reorientación de la oferta.
En algunos casos el alza es incluso superior a la de planteles con gratuidad. En la Universidad Católica, por ejemplo, crecieron de 4.941 en 2015 a 5.095 en 2016 y 5.313 en 2017; en la U. Alberto Hurtado, pasaron de tener 1.412 matrículas en 2015, 1.594 un año después y 1.509 para este 2017.
Universidad Central
Para evitar una baja de matrículas, la Universidad Central ha implementado desde 2015 una estrategia de posicionamiento directo con escolares y sus familias, para mostrar los atributos de la oferta académica del plantel y que éste sea escogido dentro de las preferencias de quienes no tuvieron gratuidad. De esta forma, el 60% de los alumnos que tiene hoy esta institución tiene CAE, becas estatales u otros beneficios del plantel.
La estrategia de profundizar el relacionamiento en colegios y sintonizar con los estudiantes pareciera haber dado resultados: en 2015, el plantel tuvo 2.261 alumnos de pregrado, un año más tarde -ya vigente la gratuidad- obtuvieron 2.337 estudiantes. En 2017, la cifra va en 2.367, aún sin la admisión cerrada.
Este año, el plantel vivirá su proceso de acreditación nuevamente, ya que hasta hoy tenían credenciales por tres años, lo que les impedía postular a la gratuidad. Ahora, aseguran que “es muy probable” que logren una acreditación de cuatro años, pudiendo ingresar al beneficio si las reglas se mantienen como en los últimos dos años y no se despacha la reforma a la educación superior.
U. San Sebastián
El caso de la Universidad San Sebastián es similar. La matrícula del plantel prácticamente se ha mantenido sin variaciones significativas, aunque en 2016 tuvieron una baja de 44 alumnos que el rector Hugo Lavados vincula a una disminución de cupos en algunas carreras y no a una menor demanda.
“Nosotros no hemos sido afectados porque San Sebastián está distribuida en distintas sedes y no es Santiago nuestro foco, sino que Concepción que es la sede más grande. La gratuidad apuntó principalmente a la capital y no a otras regiones, entonces a nosotros no nos golpea. Sin embargo, en una mirada global, en algunas áreas los estudiantes sí han preferido instituciones con beneficio”, asegura.
El rector explica que para paliar una eventual baja desde un tiempo aplicaron una estrategia de “mejor utilización de las becas disponibles, asignándolas de forma más adecuada para lograr resolver los problemas económicos de cada estudiante”. Esto en un universo donde más de la mitad de los alumnos tiene CAE y un 90% algún tipo de becas, sean estatales o propias del plantel.
Las matrículas en la USS se han mantenido: en 2014 tuvieron 5.905 estudiantes; en 2015, 6.250; y en 2016, 6.206 alumnos. De acuerdo a Lavados, este año “vamos a estar con una cifra muy parecida a la de los últimos periodos”.
En esa línea, la máxima autoridad del plantel asegura que si la forma de financiamiento sigue el próximo año de la misma manera, “resulta difícil sumarnos al beneficio” porque generaría una merma económica como la que han vivido universidades como la Diego Portales, debido a que el arancel referencial de gratuidad financiado por el Estado es menor al dispuesto por las instituciones.
U. Andrés Bello
El panorama en la UNAB -del Grupo Laureate- es igual de optimista. Para 2017 se espera la misma proporción de alumnos que el año pasado -aunque aún no tienen cifras oficiales ya que el proceso de admisión sigue abierto-, donde tuvieron 11.492 de pregrado, mil alumnos más que en 2015.
Para enfrentar la gratuidad, esta casa de estudios desde el año pasado ha destinado ayudas estudiantiles de hasta 100% del arancel de la carrera dependiente de la condición socioeconómica del estudiante, para apoyar principalmente a quienes tengan CAE o becas del Estado y requieran apoyo adicional para financiar parcial o totalmente su copago.
“En 2016 se creó la Beca Académica Andrés Bello, que cubre en hasta un 100% del arancel de la carrera, un símil a la gratuidad. Gracias a esto el 70% de nuestros alumnos de primer año el año pasado contó con uno de estos beneficios en el arancel o matrícula, total o parcial”, explica Iván Cárcamo, director de Financiamiento al Estudiante.
Universidad de las Américas
“Nosotros no tomamos medidas distintas a las de otros años en nuestra campaña de admisión, sino que hemos enfocado esos esfuerzos en nuestro compromiso con la mejora continua y la calidad”. Así se refieren en la Universidad de las Américas al proceso de matrícula 2017, en el que aseguran que ya tienen más de siete mil alumnos matriculados para primer año. “Tuvimos una buena admisión”, dice Juan Cristóbal Morandé, director general de Admisión.
Las cifras son la más altas de los últimos años. En 2014, la UDLA fichó a 6.206 estudiantes, aunque esa cifra cayó en mil para 2015, debido a que ese año el plantel perdió la acreditación y muchos alumnos con CAE o becas escogieron otros planteles -ya que la ley exige que un plantel esté acreditado para utilizar las ayudas económicas-, y pese a las facilidades financieras que se dispusieron. En 2016 se recuperaron y llegaron a 6.108 alumnos.
“Este año enfrentamos un proceso de admisión en un entorno con muchos cambios en relación al año pasado. Por un lado, tenemos un sistema de gratuidad expandido, ya que este año incluyó centros de formación técnica e institutos profesionales adscritos, y la nueva Ley de Carrera Docente obligó a muchos alumnos a redireccionar su decisión sobre dónde estudiar”, explica Morandé, al destacar las cifras positivas del proceso actual.