Menos horas de ciencia y poca visión en reforma curricular del Mineduc
“¿Por qué se gasta 76 horas (anuales) en la enseñanza de religión –las mismas de Ciencias-, siendo el estado chileno un estado laico, y no se usa ese tiempo para la alfabetización científica de la población escolar, tan necesaria hoy como se argumenta en el propio documento?”
La propuesta curricular para tercero y cuarto de Enseñanza Media, que se discute en estos días en el Mineduc, reúne a las ciencias, entre ellas la física, en una sola asignatura bajo el nombre de Ciencias Naturales. Y, enfatizando el desmedro de la ciencia en el currículo, esta asignatura (Ciencias Naturales) tiene sólo 2 horas semanales, para ser compartida entre biología, física y química, la misma cantidad de horas que la asignatura de religión.
Recuérdese que la dictadura militar hizo optativa la enseñanza de la física en enseñanza media, mientras instauraba como obligatoria la asignatura de religión. Gonzalo Gutiérrez, físico de la Facultad de Ciencias, ha sido duro en su crítica: “¿Por qué se gasta 76 horas (anuales) en la enseñanza de religión –las mismas de Ciencias-, siendo el estado chileno un estado laico, y no se usa ese tiempo para la alfabetización científica de la población escolar, tan necesaria hoy como se argumenta en el propio documento?” Sin perjuicio de la importancia que algunas personas, por sus creencias, puedan darle a la enseñanza de la religión, el aprendizaje de la ciencia es, en el mundo de hoy, de importancia para todos y no solamente para algunos. Es parte inseparable de la cultura y, sin exagerar, un asunto de seguridad global. Baste como ejemplo señalar cómo la ignorancia respecto de las evidencias de la responsabilidad humana en el cambio climático permite que el presidente de EEUU desautorice sin más el acuerdo de París, y ponga en peligro el futuro de la humanidad.
En nuestro país, no parece haber más conciencia de esta insoslayable contribución a la cultura y a una ciudadanía responsable del conocimiento del mundo natural y sus leyes. Junto a la minimización de la exposición de los jóvenes al aprendizaje sistemático del conjunto de las ciencias, a propuesta de curriculum, en el área así llamada Ciencias Naturales y Sociedad, es solamente un conjunto de generalidades y lugares comunes. Aún mencionando la intención de un interesante “abordaje sistémico” al área, no se explica en concreto lo que se quiere decir con ello. Más aún, en las consultas realizadas a unos pocos miembros de la comunidad científica, nunca se trabajó en equipos multidisciplinarios, lo cual contradice ese enfoque “sistémico”. Lo que colma este escenario inconsistente y, agreguemos, desprolijo, es notar que los propósitos formativos y objetivos de aprendizaje, en física, biología o química, son, mutatis mutandi, exactamente los mismos (esto es, una metodología de “cut and paste”).
Eduardo Menéndez, físico de la U de Chile, hacía notar que el propósito formativo de “profundización y aplicación de conocimientos clave de la física para el entendimiento de la naturaleza en su complejidad inherente”, contenida en el documento, constituye una declaración desproporcionada y vacía, ajena a las posibilidades reales de aprendizaje de la enseñanza media. Agrega que el énfasis debiera estar orientado en torno a “estimular la curiosidad, la duda y el pensamiento crítico a través del estudio de algunos problemas del mundo actual y de interés ciudadano”. En ello, juega un papel relevante la capacidad de razonar, y hacer inferencias lógicas a partir de la evidencia. Tan importante como los contenidos son el aprendizaje de las formas de conocimiento de la ciencia, el uso de la experimentación para obtener información o verificar teorías y el empleo de la matemática como el medio para construir modelos o, como ocurre en la física teórica, deducir las leyes de la naturaleza a partir de posibles postulados fundamentales.
Jaime Roessler, físico de la U de Chile de larga trayectoria como investigador, y profesor de muchas generaciones, decía que es un lugar común señalar que “lo relevante en la enseñanza de la física no es un listado de definiciones y fórmulas, sino que la ligazón lógica entre los diferentes conceptos involucrados”. Pero, ello debe reflejarse en las experiencias de aprendizaje que se proponen. Y, dando un ejemplo hipotético sobre los satélites de Júpiter, se preguntaba que se puede decir “que pueda ser útil, desde la perspectiva del espíritu crítico que queremos inculcar a los estudiantes” y que no sea enumerar los nombres de sus 67 lunas conocidas.
Un elemento subyacente a este programa tan reducido en el área de ciencia está el desconocimiento de la importancia del aprendizaje en ciencia y de comenzarlo cuando se es muy joven. Fernando Lund, físico y premio nacional de Ciencias, señalaba hace ya 35 años frente a la posibilidad de hacer optativa la asignatura de física en la enseñanza media: “Es necesario aprovechar la irreverencia juvenil de modo de tener mentes creativas con entrenamiento adecuado para resolver problemas de hoy y de mañana.” Esto, además, en el contexto de que la física forma parte esencial del bagaje de profesionales formados en Chile “que sean capaces de resolver problemas técnicos sofisticados y que también puedan comprender las soluciones que se producen hoy y se produzcan mañana en otros lugares del mundo”.
La Sociedad Chilena de Física cuenta con la experiencia de 50 años de fomentar la investigación y valoración de la física para el progreso del país, cultural y tecnológicamente. La comunidad de físicos que representa ha estado siempre motivada por colaborar en mejorar la enseñanza de la ciencia en nuestras escuelas básicas y medias. ¿No es natural recurrir a esta fortaleza, conocimiento y compromiso para producir una reforma curricular que tenga una mirada crítica, con perspectiva y capacidad para navegar en la incertidumbre del futuro?