Breve reflexión sobre educación: aprender a aprender
"Ahora bien, para poder analizar información, es necesario, previamente, tener el mayor número de distinciones posibles, es decir, el mayor número de lentes/perspectivas posibles".
Tomás von Bischoffshausen es Cientista político.
La educación está en todas partes. Toma lugar en instituciones como el jardín infantil, la escuela y el liceo, la universidad y el instituto técnico. Pero no solo lo hace en esas instituciones, la educación también está presente en los medios de comunicación como la radio, la televisión, internet, los libros, las revistas, el diario y el cine, y otros; en las relaciones interpersonales, en la medida en que aprendemos a relacionarnos con nuestros padres, hermanos, otros familiares, nuestra pareja, nuestros hijos, y nuestros amigos.
Un individuo es susceptible de aprender cualquier materia, actitud o habilidad, ya sea de forma pasiva o interactuando con el objeto de conocimiento, integrando información y creando. Todos los días nos estamos educando, adquiriendo conocimientos, generando ideas y produciendo cosas materiales.
Una persona podría pensar que si es así, es decir, si la educación está en todas partes, y si el acceso a la información hoy en día es ilimitado, entonces las instituciones formales educacionales no tienen razón de ser ¿Para qué ir a instituciones de educación parvularia, escolar y universitaria o técnica si el proceso de aprendizaje toma lugar en todo el mundo todo el tiempo?
Pues porque más allá de que la información abunde y esté disponible, es importante saber aproximarse a esa información: aprender a aprender. Para conocer y pensar es necesario contar con conocimientos disciplinares y premisas respecto de la realidad que nos permitan elaborar distinciones conceptuales y metodológicas.
La escuela, el liceo, la universidad y el instituto técnico, no hacen ni más ni menos, que enseñarnos a pensar de una forma determinada. Estas instituciones nos enseñan (o deberían enseñar) a trabajar sobre la información de manera analítica, es decir: buscándola, cuestionándola, discriminándola, sistematizándola y presentándola (proceso de curación de información).
Ahora bien, para poder analizar información, es necesario, previamente, tener el mayor número de distinciones posibles, es decir, el mayor número de lentes/perspectivas posibles. Esto solo es posible en la medida en que se poseen mayores conocimientos en términos de contenido respecto del mundo. En la medida en que uno más cosas sabe, independientemente de que sean reales o no, más preguntas puede hacerse respecto de algún objeto de estudio. A mayor cantidad de distinciones posibles, más rico es el mundo en el que habita una persona.
Es como, por ejemplo, cuando un arquitecto y un “no arquitecto” miran una cúpula. El “no arquitecto” puede asombrarse, emocionarse y encontrarla muy bella, mientras que el arquitecto, además de eso, pensará, por ejemplo, que quien la construyó rompió con los esquemas de diseño implementados hasta esa fecha, en cómo se sostiene la estructura, en las líneas de proyección de la estructura con las estructuras que la rodean, etc. El arquitecto es capaz de ver muchas cosas más que el “no arquitecto”, porque le enseñaron a hacer todas esas distinciones, a mirar todas esas variaciones, lo que hace que a la hora de mirar esa obra, su mundo sea mucho más rico en términos de lo que logra ver y lo que logra imaginar. El ejemplo se aplica a cualquier escena en la que hay dos personas con distintos tipos de conocimientos que les permiten analizar un objeto o una situación desde los conocimientos y la forma de pensar que tienen.
De eso se trata la educación, de enseñar a aprender, a hacer distinciones, para luego interrelacionar esa información con otras y operar y tomar decisiones con el mayor número de variables sobre la mesa. Cada cual, verá luego, de acuerdo a su proyecto de vida, qué temas ahondará por sobre otros. Lo importante es que tenga la capacidad de hacerlo, y para hacerlo, debe tener una base conceptual que está dada por el conocimiento disciplinar.
Lograr que la mayoría de los estudiantes desarrollen estas capacidades analíticas genera inmediatamente una mejora de capital social, con todos los beneficios económicos, culturales y sociales que las sociedades con altos capitales sociales ostentan. La piedra en el zapato de Chile en torno al Desarrollo se encuentra justamente en nuestro capital social.
Si bien es necesario seguir avanzando hacia metodologías de enseñanza que permitan al educando aprender a aprender; la promoción de habilidades, actitudes y ejes temáticos contenidos en el currículum nacional actual son fundamentales para dar paso a planificaciones de clases que contemplen prácticas que permitan a los estudiantes pensar y no ser meros contenedores de información. Se podrá discutir respecto de la extensión del currículum, pero lo que es claro es que éste es necesario.
Un siguiente desafío está en generar las capacidades profesionales para que los equipos directivos y los docentes que sobresalgan en la generación de prácticas que promuevan el pensamiento analítico, sean capaces de irradiar al resto de los docentes de la comunidad escolar estas planificaciones de clases. Sistematizar estas prácticas para ponerlas a disposición de los docentes de Chile es menester.
Asimismo, las evaluaciones no pueden estar orientadas únicamente a constatar el grado de conocimiento disciplinario (éste es importante, sí, pero no suficiente); las evaluaciones deben estar orientadas también a la medición de la capacidad del educando de trabajar con la información disponible curándola.
Por último, si el lector comparte las ideas planteadas en esta columna, estará de acuerdo en que los docentes, además de los conocimientos disciplinarios y pedagógicos que reciben en la actualidad, debiesen tener experiencia en cuestiones relativas a la psicología, la neurociencia, la epistemología, la filosofía y la tecnología.