¿Y si paramos la tontera?
"Los conocimientos y habilidades del siglo XXI para el trabajo tienen que ver con el desarrollo de capacidades de orden superior, las cuales están vinculadas al uso y no memorización de la información (cualquiera esta sea)".
Tomás von Bischoffshausen es Cientista político.
Echemos a correr la imaginación. Imaginemos la próxima reforma educativa. En educación escolar ya se terminó con el lucro, la selección y el copago; y contamos con un sistema de desarrollo profesional docente, así como con una nueva institucionalidad para la educación pública ¿Significa eso que mejoró la calidad de la educación? No. Significa que ya contamos con un piso mínimo para comenzar a mejorar la educación. ¿cómo hacerlo? Vamos por la escuela del siglo XXI.
Para nadie es un secreto que las escuelas del país, y varias del mundo, siguen un modelo institucional creado en el siglo XIX que servía a una economía industrializada. La alfabetización, el desarrollo de ciertas habilidades matemáticas y el conocimiento en torno a ciertas áreas de productividad era fundamental. Así, en el siglo pasado, estudiar, obtener buenas notas y obtener un título profesional aseguraba una carrera profesional en una empresa en la que podías pasar toda tu vida ascendiendo hasta el puesto más alto. Esos tiempos son parte del pasado.
Hoy asistimos a la era del conocimiento, caracterizada por la rapidez y accesibilidad a la información y las telecomunicaciones. El resultado más visible de este fenómeno sobre la economía es la precarización de empleos que requieren de mano de obra no calificada (que han ido siendo reemplazado por maquinas y que lo harán por completo en el corto plazo), el aumento exponencial de emprendedores ligados a la tecnología, el aumento de trabajadores independientes no asalariados, y un aumento del requerimiento de técnicos especialistas –ya no solo con un oficio, sino con la capacidad de analizar información brindada por maquinas-.
En el caso de Chile, la llegada de la era del conocimiento arribó junto a un aumento exponencial de estudiantes de educación superior que luego no encuentran trabajo en lo que han estudiado; una competencia brutal entre estos estudiantes –los cuales deben financiarse magister, doctorados y postdoctorados para diferenciarse-; la disminución de los sueldos de éstos en razón de la sobre oferta de profesionales –unos más calificados que otros-; y la continua correlación positiva entre el estrato socioeconómico al que pertenecen los alumnos que entran a las mejores universidades del país.
Por otro lado, seguimos siendo un país que depende del cobre, los índices de cesantía son altos –sin considerar incluso que aquellos ocupados no necesariamente están trabajando en lo que estudiaron-; y hay que reconocer que la mayor cantidad del empleo lo generan las PYMES, a las cuales extrañamente nadie les da la mano, siendo que son éstas las que podrán eventualmente diversificar la matriz productiva del país, continuar generando empleo, redistribuir la riqueza y hacer de Chile un país más prospero en el marco de esta era del conocimiento.
En fin. Recapitulemos. Somos un país que vive del cobre, en donde la mayor cantidad de empleo lo producen las pymes, estamos insertos en la era del conocimiento –que promueve la innovación y la creación de empresas individuales, pequeñas y medianas-, PERO no hacemos nada para fomentar la innovación y apoyar a los pequeños y medianos empresarios ¿Qué tiene que ver esto con la educación? TODO.
La educación del siglo XXI solo puede ser entendida y planificada en razón de la economía del siglo XXI. La economía es, teóricamente, la mejora forma de asignar bienes y servicios a una sociedad en post de su bienestar. Entonces, PRIMERA PREMISA: un sistema educativo no puede concebirse sin al mismo tiempo, definir un plan de desarrollo económico de mediano y largo plazo ¿Por qué? Porque los sistemas educativos (que en adelante deberían pasar a ser sistemas de aprendizaje) tienen en lo esencial la misión de: desarrollar los conocimientos y habilidades para el trabajo y la vida de las personas. Estas últimas tienen que ver con el respeto, la colaboración, la tolerancia a la frustración, la identidad, la formación ciudadana, el autoconocimiento emocional, y otros. La primera (habilidades y conocimientos para el trabajo) requieren de un acople a lo que la matriz productiva del país va a definir.
Pero ¿cómo saber las habilidades y conocimientos que necesita un ciudadano en Chile hoy si no tenemos una planificación productiva (cuestión que hacen otros países desarrollados). Pues bien, más allá del contenido exacto de dicho plan, algo es claro, los conocimientos y habilidades del siglo XXI para el trabajo tienen que ver con el desarrollo de capacidades de orden superior, las cuales están vinculadas al uso y no memorización de la información (cualquiera esta sea). En términos concretos la capacidad de buscar, seleccionar, discriminar, sintetizar, analizar y presentar información Y planificar estratégicamente proyectos de cualquier índole; de la mano de habilidades como la resiliencia, la paciencia y la capacidad de reinventarse en un mundo vertiginoso.
Muy bonito hasta el momento. ¿PERO COMO? ¿Cómo hacemos que los estudiantes de todo Chile adquieran estas habilidades? Vamos por un ejercicio nuevamente: Imaginemos un sistema educativo en el que la educación pre-básica es obligatoria; en donde recién a los siete años los estudiantes entran a educación básica, en donde los cursos no superan los veinticinco alumnos, en donde no hay materias separadas (matemática, ciencia, etc..)¡el mundo no está seccionado en materias!
Una escuela en donde los alumnos tienen el mismo profesor o profesora desde el comienzo de la básica hasta el final de ésta (de manera de que conozca perfectamente sus trayectorias de aprendizaje); una escuela en donde se confía en el trabajo de los profesores, y en donde el currículum nacional no es más –ni menos- que una guía de elementos básicos –como hoy lo son los objetivos de aprendizaje- para que el docente, en razón de sus estudios pueda elaborar sus clases sin verse asfixiado por pautas de actividades y programación de clases anuales que no les permiten tener un ritmo de enseñanza correspondiente al ritmo de sus estudiantes
¿Y por qué horas de 45 minutos? ¿Y por qué tantas horas de clases a la semana? ¿y qué pasa con las actividades extracurriculares de la JEC –música, baile, teatro, ajedrez, deporte? Sabemos que esas horas están siendo usadas en reforzamientos tediosos para mejorar pruebas como el SIMCE o la PSU ¿quieren eso los profesores? ¿Quieren eso los estudiantes y sus familias? NO, lo que quieren es adquirir los conocimientos para ser dueños de su futuro, que no es lo mismo que rendir una buena PSU: los resultados de cesantes ilustrados están a la vista.
Una escuela que confiará en sus docentes porque los mecanismos de selección serán altos (con nueva carrera docente no superan los 600 puntos apróximadamente en régimen) y en donde se les exija el grado de magister en pedagogía a los futuros docentes (pagado por el Estado y con una acreditación acuciosa) tres años de pregrado más dos de magister. Una escuela que no evaluará constantemente a los docentes, porque sus estudios ya demostraron su capacidad; y porque, en caso de mostrar un bajo desempeño, será el equipo directivo el encargado de desvincularlo.
Una escuela en donde al menos durante la educación básica no hayan notas ¿DE QUE SIRVE UNA NOTA? El aprendizaje y los intereses personales de los estudiantes no mejora ni son considerados, respectivamente, por evaluar con un número a un estudiante; el aprendizaje mejora en la medida en que el propio estudiantes es capaz de ver lo que no ha visto y de conocer cómo conoce (el profesor no puede enfocarse en eso si tiene que estar evaluando con una nota y pautas impuestas todo el tiempo). Al mismo tiempo, el tener que medir el aprendizaje hace que los recursos pedagógicos estén orientados a mostrar que el estudiante aprendió y memorizó (respuestas correctas e incorrectas). Estamos coartando el aprendizaje. ¿CUÁL ES EL AFAN DE INTENTAR MEDIR TODO? Señoras y señores, el aprendizaje, lamento decirles no es susceptible de ser medido con una prueba de alternativas, hay neurocientíficos que han pasado décadas intentando descifrar el cerebro y créanme que no usan preguntas de alternativas con a,b,c,d.
Las habilidades del siglo XXI requieren de una escuela en donde el docente sea un guía y el estudiante el protagonista de sus procesos de mejora. Para esto la educación basada en proyectos, los experimentos, los ensayos, el uso de las TICS, las salidas a terreno, la vinculación con el medio son fundamentales. Así con la educación básica.
Y llega la educación media. Los alumnos tienen en promedio 16 años ¿para qué seguir haciéndoles perder el tiempo con materias generales? Si lo que esos estudiantes quieren es descubrir su identidad –la que no dejamos nunca de descubrir-, pero en su caso el desarrollo de habilidades y conocimientos pueden ser técnicos, generalistas humanistas, científicos, artísticos, deportivos…¿por qué coartarles esa elección?
¿Cómo hacerlo? Como en la mayoría de los países desarrollados, una vez que los estudiantes entran a la educación superior escogen entre una educación vocacional -3 años- (profesionalizante –en convenio con empresas que los emplearan-); educación generalista para entrar a la universidad o educación técnica especializada para entrar a la educación superior técnica (ambas 4 años). La malla está compuesta por un mínimo de cursos obligatorios y una serie de cursos voluntarios relacionados con los intereses personales de cada estudiante. Existe la capacidad de convalidar los cursos en los casos en que los estudiantes cambien de opinión.
Y llegamos a la educación superior, pero ya está muy larga la columna, así que solo diré: pruebas de entrada pertinentes, solo se pueden impartir carreras acreditadas ¿cómo es eso de impartir carreras que no están acreditada -¿no es eso una estafa derechamente?-; marco de cualificaciones; obligación de las universidades de informar la empleabilidad real de la carrera para que el postulante tome su decisión a conciencia; Y FUNDAMENTAL, alineamiento de la oferta de carreras con un PLAN DE DESARROLLO PRODUCTIVO NACIONAL.
Ese sistema educativo existe, adivinen cuál es.