“Despatriarcalizar la educación”: docentes españolas abogan por nuevas pedagogías feministas
Las clases cuestionan el amor romántico y revisan la escasa presencia de mujeres en los libros, entre otros.
Irene Martínez es profesora asociada de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense y autora de “Construcción de una pedagogía feminista para una ciudadanía transformadora”, trabajo que busca introducir nuevas pedagogías feministas en los programas académicos de las escuelas españolas.
“La educación no es neutral y es la responsable de reproducir sociedades desiguales, donde lo masculino está asociado con poder y superioridad intelectual o física, y lo femenino con sumisión y dependencia“, explica a El País. Desde hace un año imparte el taller “Despatriarcalizar la educación“, dirigido a docentes, en el que se revisan tanto las metodologías que se emplean en la sala de clases como los contenidos desde la perspectiva de género.
Por su parte, el colectivo Pedagogías Invisibles ofrece el curso online “Yo, tú, él, ella… conciencia de género en el espacio educativo”, en el que revisan las metodologías, las relaciones profesor-alumno y los contenidos.
“Analizamos las pedagogías invisibles, lo que aprendemos sin darnos cuenta sobre género, raza… lo que llamamos el currículum oculto”, señala Eva Morales, doctora en Educación Artística y miembro del colectivo. Según explica, ese es el currículum oculto adoctrina, con lo masculino siempre por encima. “Los programas académicos son androcentristas, el hombre ocupa una posición central en el mundo, las sociedades, la cultura y la historia”, critica.
“El lenguaje tiene mucha importancia. Todo lo masculino es neutro. Ahí se está ejerciendo una influencia”, señala. Morales no cree que la fórmula sea utilizar el femenino plural en todos los casos, ya que puede haber gente que no se sienta cómoda, pero sí, por ejemplo, sustituir “los alumnos” por “el alumnado”.
Morales agrega que el sexismo también se da en el reparto de tareas dentro de la clase. “Las y los docentes suelen escoger a los hombres para las tareas relacionadas con la fuerza, como mover una mesa, o con el control, como asegurarse de que nadie arme alboroto en ausencia del docente. En cambio, a las chicas se les encarga lo que está más vinculado con el orden o la limpieza, como reponer tizas o borrar la pizarra“.
La propuesta de María Acaso, presidenta del comité asesor en arte de la Fundación Daniel y Nina Carasso y autora de “Art Thinking”, y de María Llopis, autora del libro “Maternidades Subversivas”, va un paso más allá al incidir en la educación afectivo-sexual, lo que ellas llaman las políticas de la vergüenza.
“El patriarcado nos hace pensar que el placer en nosotras es malo y en la escuela los pocos talleres sobre sexualidad giran entorno a la contracepción y a la prevención de enfermedades, que es muy importante pero no tiene que dejar fuera el tema de la estimulación“, apunta Acaso.
“La razón de muchas cuestiones políticas está en la sexualidad y el colegio no lo pone fácil: hay que enseñar a las niñas a no sentir culpa sobre su propio deseo”, indica Llopis. Entre otros mensajes, su idea es hablar de la masturbación femenina sin tapujos.”Es incomprensible que todos los centros se estén volcando en la innovación pedagógica y ninguno hable de feminismos“, añade.