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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

¿Falta de Ritalín o de creatividad docente?

"Se sigue implementando las metodologías conocidas, aplicadas año tras año, sin tomar en cuenta las necesidades e intereses propios de los estudiantes de hoy".

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Carola Quinteros López es Directora Escuela Educación Diferencial. Universidad San Sebastián

En los últimos años, se ha visto con asombro el aumento exponencial de niños en edad escolar, diagnosticados o sobre diagnosticados con TDAH y, por añadidura, un aumento de niños medicamentados con Metilfenidato (Ritalín, Concerta, Aradix). Esta situación es transversal en nuestra sociedad, independiente al nivel socioeconómico, y donde obviamente las razones y los contextos pueden variar. Es así como, en un extremo, podemos ver con asombro colegios que requieren y promueven el exitismo académico ante cualquier otra situación; donde tenemos un número reducido de estudiantes con más de una profesional en el aula, recursos tecnológicos, mobiliarios y didácticos adecuados al servicio del aprendizaje; pero donde todavía persiste la búsqueda constante del estudiante “deseable”, donde las estrategias metodológicas empleadas sean adecuadas para todos, se planifica y se aspira a logros académicos al unísono, asumiendo un alumno “promedio” que realmente no existe, donde no queda espacio para un niño que no presta la atención esperada a los estímulos presentados, que su atención a los temas académicos no es sostenida ni selectiva y que si pregunta demasiado, se mueve en exceso o busca formas distintas de alcanzar un logro académico, pasa a ser un “elemento distractor” en la sala de clases.

En el otro extremo, se encuentran las salas de clases con más de 40 estudiantes, con una sola docente la cual tiene una jornada laboral extensa y altas demandas de diversa índole (sociales, culturales, emocionales, económicas); lo que se suma a las barreras que interfieren en el proceso de enseñanza aprendizaje que aluden a los diversos contextos vulnerables de donde pueden provenir los estudiantes. Sumado a esto, están las limitaciones generadas por la infraestructura y el escaso uso o ausencia de material didáctico de carácter innovador. Todo lo anterior no contribuye a una adecuada atención a las necesidades de los estudiantes, pues se sigue implementando las metodologías conocidas, aplicadas año tras año, sin tomar en cuenta las necesidades e intereses propios de los estudiantes de hoy, que son inquietos, opinantes, desafiantes, inmediatistas, de la era digital, que requieren y exigen respuestas concretas en el día a día.

Es así como en ambos extremos hay una variable que se repite, que es el mínimo común denominador. Como docentes, ¿debemos enfrentarnos al aula solo con las metodologías que nosotros conocemos y utilizarlas sin mirar la diversidad en el aula? ¿O debemos estar atentos a las características, conocimientos, intereses, habilidades de nuestros estudiantes y tomar esos indicadores como línea de base para nuestras metodologías? Si tengo 20 o 40 estudiantes en el aula, tengo 20 o 40 personalidades e intereses diversos, de los que me debo hacer cargo y debo propiciar todas las instancias necesarias para que cada uno de mis estudiantes progrese en el currículo, asegurándome así que cada uno de ellos pueda acceder, participar y aprender.

Lo anterior se puede fácilmente denominar “Diversificación de la enseñanza”, que no es más que una herramienta metodológica que se hace cargo de la diversidad presente hoy en el aula. Dentro de esta diversificación de la enseñanza, está el Diseño Universal de Aprendizaje (DUA) estrategia que da respuesta a dicha diversidad, cuyo fin es maximizar las oportunidades de aprendizaje de todos los estudiantes, considerando la amplia gama de habilidades, estilos de aprendizaje y preferencias presente en nuestros establecimientos educacionales hoy.

Si todos entendiéramos que tanto nuestra sociedad así como nuestros niños cambiaron, y que como sistema escolar debemos ponernos al día, entendiendo que lo que ayer era efectivo hoy es aburrido, que los niños no dejan de ser niños al entrar a una sala de clases y que su curiosidad y energía permanente y es un elemento que enriquece el aula, que nos desafía permanentemente como profesores, que debemos asumir que la progresión curricular está en gran medida en nuestras manos, que es individual, que hay ritmos y estilos de aprendizajes que debemos considerar; entonces, vamos a avanzar en lo que verdaderamente es educación.

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