Por qué no quieren volver al colegio
Lo que nuestro sistema por lo general transmite es “hemos pensado esto para ti, no puedes opinar en cosas de fondo, no sabes cómo funciona tu cerebro y sumado a esto… te pondremos una nota por todo”.
Geraldine Jara es Directora de Formación Continua y Posgrados. Facultad de Ciencias de la Educación de Universidad San Sebastián
Durante todo marzo escuchamos reclamos de una parte importante de los niños y jóvenes que no quieren volver al colegio, debido a que pasan de un verano en que pueden elegir sus actividades con mediana autonomía, a un momento de alta estructura dentro del colegio, donde generalmente no se les pregunta cómo quieren aprender y menos qué quieren aprender.
Es bien sabido que el mundo del trabajo y el mundo de la escuela en Chile no tienen un correlato, y más bien el desafío se ha limitado a establecer puentes que conecten a ambos mundos, como si esto no se pudiera unir directamente. Esto podría ser una de las explicaciones a los reclamos que escuchamos durante todo el mes de marzo de parte de nuestros niños, resumido en la complejidad que se torna para la mayoría de ellos: “la vuelta al colegio”.
En términos del logro de los aprendizajes, es más conocido que los niños sean considerados en los niveles iniciales, pero a medida que transcurre el tiempo y quizás cuando aparecen las calificaciones, el sistema va olvidando progresivamente lo que al sujeto le importa, aunque curiosamente es llamado muchas veces en las instituciones “el centro del proceso de aprendizaje”. Potentemente y en respuesta a esto, los colegios han establecido algunas iniciativas de articulación, las que siempre aportan a poner un poco de bálsamo en el proceso, pero considerando las opiniones de los estudiantes, solo unos pocos afortunados pueden decir que día a día esperan ansiosos una nueva jornada escolar.
Es un desafío entonces, la forma en que consideramos a los niños en nuestro país, para no quedarnos solo en el discurso con frases como “los niños son lo más importante” y “queremos niños autónomos y creativos”, pues cuando más podrían serlo, los dejamos invisibilizados, o con un nivel mínimo de injerencia en sus propias decisiones sobre el aprendizaje.
Es curioso que como sociedad nos preocupemos de los jóvenes indiferentes, si cuando comenzaban la vida hacia la autonomía, tomando decisiones progresivas, les dijimos de una u otra forma desde la escuela “no eres capaz de saber lo que te gusta o lo que quieres aprender”. Finalmente, lo que nuestro sistema por lo general transmite es “hemos pensado esto para ti, no puedes opinar en cosas de fondo, no sabes cómo funciona tu cerebro y sumado a esto… te pondremos una nota por todo”.