Aquí se piensa: el taller de escritura –y lectura- creativa en el aula
"Un momento para experimentar con la palabra, explorar y abrirnos a un mundo que está en nosotros y fuera de nosotros, que es susceptible de ser leído, volcado, narrado, compartido y modificado a través de la escritura".
Marian Lutzky es Profesora, Master en Promoción de la Lectura y Literatura Infantil.
Después de la lectura de un clásico cuento popular, Laura Devetach, reconocida escritora y mediadora de la lectura recoge el siguiente análisis de Juan Carlos, de once años: Era un pobre lobo muerto de hambre en medio del bosque. La madre era bastante inconsciente al mandar a Caperucita donde había peligro. Una opinión, una postura ideológica respecto a los roles, la familia y su sistema. Otra lectura, tal vez inesperada por algunos mediadores. Una visión que mucho tiene que ver con el cambio de paradigma del siglo. Una lectura consciente de su momento histórico. El niño, esta vez, se identifica con el lobo hambriento y solo en medio del bosque. Ni caperucita ni la madre –ambos femeninos- se detuvieron a pensar. Juan Carlos cuestiona la moraleja. Piensa en los personajes, las acciones, el contexto. Piensa en términos de justicia. Y nosotros, mediadores, ¿estamos preparados para escucharlo?
Idealmente, si nos encontramos en el contexto de un taller, luego de la lectura abrimos el diálogo y la discusión. Reflexionamos y damos nuestras ideas, hablamos de experiencias personales. En este punto los chicos se disparan hacia lugares insospechados. El objetivo es ese, el pensamiento autónomo, divergente, personal. Pero, ¿y si cuestionan nuestras ideas? Debemos estar dispuestos a discutir, y a repensar incluso nuestros propios paradigmas. Tal vez aprendamos más de nosotros mismos allí donde los jóvenes siguen efervescentes sus convicciones. Y damos paso a la creación, proponemos nuevas dinámicas para soltar la voz. Un momento para experimentar con la palabra, explorar y abrirnos a un mundo que está en nosotros y fuera de nosotros, que es susceptible de ser leído, volcado, narrado, compartido y modificado a través de la escritura. Es el momento de estar a solas con nuestras ideas. Se escribe, se borra, se tacha, se arruga y se tira y se vuelve a escribir. María Teresa Andruetto nos habla del mediador como aquel que facilita el encuentro con un lenguaje propio, con una palabra propia, porque un taller pretende romper con la homogeneidad. Busca vincularse con la palabra de uno mismo y la de los otros. Entonces, en ese momento, el taller es liberador. Y es liberador hacia ambos sentidos, el mediador es capaz de liberarse de sus dogmas y el tallerista de romperlos. También escuchamos, leemos para nosotros, para intentar descifrarnos, reconocernos –o no- en nuestras posturas políticas, creativas, sociales. En un taller de escritura creativa se piensa más de lo que se escribe. Juan José Saer decía que escribía para saber de él.
Con esto, el taller no pretende ser un espacio para crear Obras Literarias con mayúscula, ni se espera que sus alumnos sean grandes escritores en el futuro más cercano. Sí queremos pensar. Para dentro y para afuera, encontrando la palabra propia. Que la compartan. Que se lea en voz alta. Que se alce la voz. Una palabra, un pensamiento autónomo. El taller tampoco pretende ser un espacio terapéutico donde sanar heridas. Pero sí buscamos problematizarnos con el lenguaje, tratar de decir aquello que deseamos. Ese mundo que vemos en nuestro interior y que queremos dar a luz. Como dice Inger Buchman, es convertir las palabras en nuestro problema.
Queremos crear un espacio de reflexión en el aula basado en los intereses de los seres humanos, donde se conciba el lenguaje como un instrumento para la interacción social, para el pensamiento al servicio de la vida. Una paradoja –o un desafío- fomentar la libertad, la rebeldía del lenguaje, en el contexto escolar. Proponer un espacio para pensar y, sobre todo, dejar pensar. Entender la lectura y la escritura como un acto lleno de cargas afectivas e ideológicas, que sucede en un marco de circunstancias personales, sociales y que por esta razón cada vez que un lector se encuentra con un texto sucede lo que Laura Devetach llama un “milagro diferente”. Leemos siempre diferente, Nadie se baña dos veces en el mismo libro. Es, en fin, suscitar experiencias. Compartir visiones, ideas, como lo haremos este 7 y 8 de junio en Valdivia, durante el VI Encuentro de Mediadores de Lectura de la Región de Los Ríos, en donde reflexionaremos en torno a ¿Cómo nace un libro? y los desafíos actuales de la lectura y escritura infantil y juvenil.
Porque leer un texto, como la vida, no es simplemente lo que parece, como dice Devetach. Aquí, en el taller, se lee, se escribe, se crea. Aquí se piensa.